Capítulo 19: Hugo

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Será posible que no se que ponerme. Llevo más de media hora mirando el armario, y no encuentro nada que me convenza. Me recuerdo a mi mismo que no es una cita, no hace falta que me esfuerce por ir perfecto.

– Aunque él también me quiere.– Pienso, recordando sus palabras. Un sentimiento se remueve en mi interior, uno que todavía no puedo descifrar.

Cansado de darle vueltas a todo, decido coger lo primero que encuentro en el armario. Me meto apresuradamente en la ducha, porque ya se me está empezando a hacer tarde. El agua fría refresca un poco mis idea, aun así no soy capaz de aguantar esa temperatura mucho tiempo, y enseguida la reguló para que salga caliente.

Salgo de la ducha, y me pongo una camiseta verde y unos vaqueros. Intento secarme el pelo con la toalla, enseguida me vienen a la cabeza las palabras que Marco me dijo sobre mi pelo, y decido dejarlo como está.

– Mamá.– Digo antes de salir.– Voy a ir con Marco a la hoguera, llegaré tarde.

– ¿Qué te pasa últimamente con Marco?

– Nada.

– Como que nada. Ayer te esperaba en la puerta, hoy te levantaste en su cama, y ahora vas con él ¿Qué es tú novio?

– No mamá, solo es un amigo.– Respondo un poco nervioso.– Aunque la idea no me desagrada.– Murmuró bajito, casi sin mover los labios.

– ¿Dijiste algo?

– No.– Miento

– Si te quedas a dormir en su casa, avisame.

– Claro.– Cierro la puerta de casa todavía rojo, no sé a qué vino esa pregunta por parte de mi madre.

En la calle hay poca gente, no paro de darle vueltas a lo que casi le digo a mi madre. Creo que estoy empezando a entender lo que siento, quizás es que me gusta Marco. Aun así no estoy seguro. Me han gustado otras chicas, lo que siento con él es diferente. No sé qué pensar, la verdad es que no sé nada. Tal vez estoy confundiendo mis emociones.

Entonces se me ocurre hacerles una llamada a Iris y Olivia, mis manos se mueven solas y le doy al botón de llamar. Necesito contarle a alguien mis dudas, y creo que es mejor que se las explique a ellas. Después de un par de pitidos, aparecen en pantalla sus caras. Las dos están arreglándose para salir esta noche, recuerdo que Iris va a ir con Diana y Olivia con unas amigas.

– Creo que me gusta Marco.– Dije a modo de saludo

– ¿Enserio?– Pregunta Olivia sorprendida.

– Lo sabía.– Sentencia Iris.

– Nunca había sentido esto por nadie.– Les explico.– ¿Cómo se sabe cuando estás enamorado?

– A mi no me mires, es Olivia la experta.

– Pues… Quieres a esa persona a pesar de todo, como te pasa a ti con Marco.– Contesta Olivia.

– La cosa es que a mi también me gustan las chicas… A lo mejor lo que siento con Marco es anhelo.

– Te pueden gustar los chicos y las chicas. A mí me pasa.– Dice Iris.

– Yo creo que si sientes algo por él, si crees que no podrías estar mucho tiempo sin él a tú lado. Entonces no lo dudes y díselo.

Las palabras de mis amigas no me dejaron muy tranquilo, no paraba de pensar en si debería decírselo. Yo no quería arruinar nuestra amistad, a pesar de eso no quiero pasarme toda la vida pensando en que hubiera pasado si se lo confesaste. No se que será más difícil. Me concentro tanto en mis pensamientos, que antes de que me de cuenta estoy parado frente al portal de Marco. Le mando un mensaje, y me espero a que baje intentando ordenar mis pensamientos. Al poco tiempo, escucho como se abre la puerta del portal. Lleva unos pantalones cortos negros, conjuntados con una camiseta blanca y unos playeros a juego. Cuando me fijo en que lleva una sudadera negra atada a la cintura el mundo se me cae a los pies, esta noche acabare muriéndome de frío, solo a mi se me olvida la sudadera teniendo que salir de noche. La cosa es que las noches de verano en mi ciudad, son la oportunidad perfecta para que los turistas confiados se mueran de frío.

– Hola.– Me saluda.

– ¿A dónde vamos?– Le preguntó fijándome de nuevo en su ropa. Esta guapisimo, pero lo estaría más sin ella. Esta vez no se si reírme por mi pensamiento, o alterarme.

– ¿Tienes hambre? Podemos ir a tomar un helado. Invito yo.

– Entonces si.– Igual me muero de frío, pero como invita él pues quien soy yo para negarme.

Caminamos un rato en silencio, uno que vale más que mil palabras. Yo estoy pensando en si confesarle mis sentimientos o no. Él también parece darle vueltas a algo.

– ¿En que piensas?

– En que tenemos que contarnos muchas cosas.

– Cuéntame alguna.

– Eso no es gusto, yo ya te conté algo esta mañana.– Ese recuerdo me provocan ganas de abrazarlo, me había contado algo muy personal. Ahora era mi turno.

El beso no dadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora