Capítulo siete

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Chiara

El día que me fui, Juanjo fue el único que vino a despedirse de mí.

Hace seis años – Chiara

—No le digas nada a Martin, por favor —susurro con la voz seca de tanto llorar durante esa noche.

Juanjo me mira, con los ojos aguados, y niega con la cabeza a la vez que me pone sus grandes manos sobre mis mejillas.

—¿Estás segura de esto, Chiara?

Asiento con la cabeza, pero es mentira.

Una parte de mi quiere soltarme del agarre de Juanjo, salir corriendo por la puerta del aeropuerto, montarme en el primer taxi que encuentre y plantarme en casa de Violeta. Pero no puedo hacerlo. Mucho después de irme como me he ido.

Una voz proveniente de la megafonía habla justo cuando estoy dispuesta a hacerlo yo, indicando que a mi vuelo solo le quedan diez minutos para embarcar.

—Espero que seas feliz, Chiara —murmura Juanjo. Le muestro una sonrisa fingida.

—Cuida de Violeta, por favor.

Mi mejor amigo asiente, dejándome ir, y yo me doy la vuelta para no mirarle de nuevo a los ojos. Para no caer en la tentación de darme la vuelta y salir corriendo.

Cuando subo al avión, mi móvil vibra indicando una llamada. Siento cómo se me rompe el corazón en millones de pedazos, minúsculos e irreparables, cuando leo el nombre del contacto.

Mi Vivi 💜

Suelto todo el aire que soy capaz de liberar del nudo que me aprisiona la tráquea y que cada vez se cierra más y más, y cuelgo la llamada.

Hace seis años – Violeta

—Nada... —murmuro al ver que no le llegan ninguno de los mensajes que llevo todo el día enviando.

—¿Crees que se ha ido? Juanjo lleva sin responderme a los mensajes casi dos horas.

Me muerdo el labio inferior con fuerza, negando con la cabeza. No se ha ido. No puede haberse ido.

Una parte de mí se aferra a la idea de que sigue aquí. De que está en su piso y que no me responde porque está componiendo, o viendo una película.

La otra parte tiene el pálpito de que sí se ha ido.

—Llámala, Vivs —dice Martin, que está casi tan preocupado como yo. Aunque él nunca va a ser capaz de sentir la angustia que corre por mis venas.

Asiento con la cabeza, con las manos temblorosas y el corazón en un puño. Abro la aplicación de contactos, y sin necesidad de buscar, porque está en mis llamadas más frecuentes, pulso su contacto.

Pongo el altavoz y lo dejo sobre la mesa para que Martin, que no ha dejado de abrazarme en ningún momento, también pueda ver lo que pasa.

Esperamos uno, dos, tres, cuatro incluso cinco tonos, pero como ambos sabíamos que iba a suceder, la llamada queda olvidada.

Mi kiki 🩷

Llamada finalizada

La pantalla se apaga, y con ella también lo hacen mis esperanzas de volver a hablar con el amor de mi vida.





Corto y demasiado intenso, pero hacía falta más visión al pasado :(
Espero actualizar pronto
Un abrazo y muchísimas gracias por el apoyo
-Irati ❤️

Besos en la nariz - KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora