Capítulo 18

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"Eres libre de elegir tus acciones, pero eres prisionero de tus consecuencias."

No sé cuando me desperté realmente, pero en cuento lo hice, noté el peso de unos brazos rodeándome la cintura

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No sé cuando me desperté realmente, pero en cuento lo hice, noté el peso de unos brazos rodeándome la cintura. A su vez, me di cuenta de que estaba abrazando a alguien contra mí. Abrí los ojos y me encontré con la cabellera azulada del Fatui, recordando en seguida que el día anterior me había acurrucado con él en su cama. Sin darme cuenta, sonreí para mis adentros. Él estaba todavía dormido, con su rostro acomodado en mi pecho y su ceño finalmente relajado. Llevé mis manos a su cabello, con cuidado de no despertarle, para comenzar a acariciar suavemente sus hebras oscuras.

Era de mañana, la luz del sol entraba por la ventana e iluminaba la habitación. Me pregunté qué hora sería, aunque no importaba realmente. Volví la vista al chico cuando sentí a Scaramouche removerse entre mis brazos.

― Ugh, ¿qué hora es?― Cuestionó separándose de mí y sentándose en la cama, llevándose una mano al rostro.

― No lo sé, me acabo de despertar. Buen día, por cierto.

― Sí, sí, lo que tú digas― Y ahí estaba de nuevo su ceño fruncido. Su mirada oscura conectó con la mía y mi corazón dio un vuelco.

El heraldo se levantó de la cama y se estiró cómodamente, dejando ir un largo bostezo. Le observé mientras me levantaba yo también de la cama, preguntándole si tenía algo que hacer.

― Que yo sepa, no― Respondió frotándose los ojos.

― Entonces quédate a desayunar.

No se negó ni hizo amago de hacerlo. Tenía la sensación de que, de alguna forma, él y yo habíamos forjado un ambiente entre nosotros que se respiraba cómodo. Los dos nos dirigimos a la pequeña cocina que había en la casita que había alquilado, y comencé a sacar las cosas para preparar el desayuno, con el Fatui observándome en todo momento, apoyado en la encimera, sin preocuparse por ayudarme.

― ¿Qué prefieres, té o café?― Pregunté abriendo los armarios y buscando las cajas donde los guardaba.

― Uhm, té― Respondió acomodándose en su posición, cruzápndose de brazos.

Él ni se había peinado, tenía el cabello revuelto de una forma que se veía súper bien.

Abrí la caja en la que debía de estar el té, mas estaba vacía.

― Respuesta incorrecta. Es café― Dije sin más tomando ahora la caja en la que tenía la amarga bebida.

― Entonces por qué preguntas― Se irritó el otro, rodando los ojos.

Decidí que no responderle era la mejor opción y me limité a preparar el café. En seguida el olor dulcemente amargo comenzó a flotar en el aire, inundando el ambiente. Sinceremente, amaba con todas mis fuerzas el olor a café y era algo que disfrutaba cada mañana cuando me hacía el desayuno.

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⏰ Última actualización: Jun 30 ⏰

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