_7_ Primer paso

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Katherine


—No quiero que te vayas.

—Patito, pero debo irme.

—No quiero.

Continuaba abrazada a él, sujetándolo con un poco de fuerza, enrollando mis brazos alrededor de su cintura porque me negaba a que se fuera de nuevo a Canadá habiendo estado sólo un par de días en esta ocasión.

No. No quería que se fuera aún.

—Cielo, —sentí las manos de la tía Lorie en mis hombros —Dallas debe regresar al trabajo.

No le hice caso, acurruqué mi rostro en su pecho afianzando más mis manos a su alrededor.

Y negué de nuevo.

—Patito…

Su voz salió en un pequeño susurro mientras una de sus manos abandonaba mi espalda para acariciar mi pelo. Dejó un pequeño beso en mi coronilla entre leves risitas.

Podría estar comportándome como una niña pequeña, pero me daba igual, me negaba a que él se marchara tan pronto. Apenas habíamos podido disfrutar y pasar tiempo con él.

¡Joder, sólo le veíamos una vez al año! ¿¡Por qué debía alejarse de nuevo por ese maldito trabajo!?

—¿De verdad tienes que irte tan pronto?

Oír a Efren decir aquello me hizo aferrarme más a Dallas. Al parecer yo no era la única que no quería que se marchara.

—Sabes que debo regresar, hermano. —Su mano seguía acariciando mi pelo. —Hay mucho trabajo por hacer y —hizo una leve pausa —el jefe me reclama con urgencia.

Sólo Escuché un bufido molesto por parte de Efren y no pude evitar echarle un vistazo. Se encontraba con sus brazos cruzados y su mirada clavada en algún lugar lejos de nosotros. Ni siquiera lucía feliz, aunque podía entenderle, Dallas venía una vez al año, pero a diferencia de las veces anteriores, esta vez fueron dos días en lugar de dos o tres semanas.

—Ya debo irme, patito. —Se alejó solo un poco de mí, lo necesario para tomar mis mejillas entre sus manos y verme directamente. —Prométeme que estarás bien.

Sus hermosas orbes celestes brillaban como nunca. Su sonrisa apareció de una manera fugaz mientras sus pulgares dibujaban círculos sobre mis mejillas.

—Prométeme que seguirás siendo mi patito cariñoso y amable. —Asentí esbozando una pequeña risa junto a él. —Cuida de tus tíos, patito.

Me pareció apreciar cómo algunas lágrimas comenzaban a aparecer en sus ojos.

—Dallas…

—Sabes que te quiero, ¿verdad? —Me interrumpió. Tiró un poco de mí para poder besar mi frente. —Que te quiero muchísimo, mi Patito.

No me gustaba. No me gustaba para nada la forma en la que me hablaba. Imaginé que le molestaba haber venido por un tiempo demasiado breve y que la idea de no volver a vernos hasta pasado un año más le desagradaba tanto como a nosotros… y aquello parecía una despedida final y no me gustaba.

Demon: Cenizas del perdón © //Libro 1: Rhydian//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora