_8_Culpable de mis pesadillas

101 6 69
                                    

_______☬☬☬_______

Katherine


El ambiente estaba tan cargado. Los pasillos entre máquinas interminables en aquella enorme sala parecían no acabar. Cada una de las personas en aquel gimnasio estaba sumergida en sus entrenamientos inundando el lugar de jadeos producidos por el agotamiento, gemidos arrancados por el esfuerzo extremo de sus cuerpos, el golpe de las pesas y discos de hierro impactando entre ellas o el acero de las maquinarias. Todo continuaba siendo un caos de ruido y sudor.

Mi paso no paraba ni aunque por cada metro recorrido mis piernas golpearan algún rincón de alguna máquina, andaba y no sabía hacia dónde me dirigía realmente. Miraba a un lado y a otro sin tener idea de lo que buscaba.

Seguí caminando.

La colección de sonidos que daban ambiente a ese ala comenzaba a oírse cada vez menos, como si se estuviese quedando detrás de mí a cada paso que seguía avanzando.

Paz.

Tranquilidad.

Todo quedaba más y más en silencio.

—¿Hola?

Volví a mirar a mi alrededor en cuanto ya no se oyó absolutamente nada. Y no había nadie. Nadie allí. Nadie en esas máquinas. Nadie hacía sonar las pesas. Nadie mostraba su cansancio a través de jadeos u otros sonidos guturales.

Nadie.

—¿Hola? —Pronuncié de nuevo.

Todo continuaba en completo silencio.

Era todo tan extraño. Cerré los ojos un momento al sentirme quizás un poco mareada, mi cuerpo pareció pesar de un momento a otro y volví a abrir los ojos, pero esta vez fue de una forma mas exagerada cuando no sentí suelo bajo mis pies. Y me asusté.

Miré hacia abajo dándome cuenta de que estaba alejada del suelo tan sólo medio metro y sentí presión en mis manos conllevando a que mi vista ahora se fijara arriba.

—¿Qué hago aquí? —Murmuré sorprendida al verme colgada nuevamente de aquella vara de acero.

Fruncí el ceño y afiancé mi agarre, pues tenía la sensación de que si me soltaba caería en un profundo abismo.

—¿Quieres soltarte?

Miré de inmediato hacia abajo al escuchar esa voz.

Efren.

Estaba ahí, delante de mí, con sus brazos situados tras mis muslos. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?

—Dime, Sky.

Sus dedos se deslizaron por mi piel lentamente recreando las mismas sensaciones que sentí antes, pero…

—¿Qué quieres hacer?

—E-Efren…

Mi voz salió en un pequeño hilo. Cerré los ojos con fuerza cuando una presión abordó mi cuerpo por completo.

—Dime qué es lo que quieres.

Su voz estaba metida en mi cabeza, como si formase parte de mis pensamientos, de mi propio ser.

Demon: Cenizas del perdón © //Libro 1: Rhydian//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora