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Rhydian
Mis ojos parecían comenzar a secarse, ni siquiera había sido consciente de cuándo había dejado de parpadear, pues seguían abiertos de par en par al no terminar de creer lo que veía.
Era él. ¡Joder, era él!
¿Cómo podía ser eso posible? Habían pasado diez años desde la última vez que nos vimos y ahora lo tenía justo delante de mí luciendo casi igual que la bestia de Klaus, incluso podría haberle confundido con él por completo si no fuera porque Emeric aún conservaba su media melena intacta, aunque sus facciones estaban más marcadas. ¿Qué mierda había hecho en esta mísera década para verse tan bestialmente enorme?
—¿Y bien?
Su voz me sacó del trance donde había permanecido al parecer los últimos minutos sin darme cuenta. Al fin recuperé el control de mis sentidos y parpadeé aliviando el escozor que poco a poco iba apareciendo en mis ojos.
—Oye, idiota, te estoy hablando. —Insistió arqueando una de sus cejas. No, definitivamente no había cambiado.
—Efren…
La sorpresa volvió a invadirme al haber olvidado por un momento a Sky, quien aún seguía entre mis brazos y oculta de Emeric. Pero había un problema…
—Joder. —Sujeté su cabeza manteniendo su rostro escondido en mi cuello para evitar algo que el estúpido de Emeric había pasado por alto.
—¡Oye! ¿¡Pero qué…!? —Espetó él en cuanto recibió un manotazo en su brazo.
Gesticulé como pude y golpeé una y otra vez su antebrazo y la mano donde la llama que había invocado aún persistía para hacerla desaparecer. Si Sky lograba salir del escondite improvisado y descubría una llama mágica saliendo de la mano de un desconocido que se tomaba las libertades de insultarme, seguramente le resultaría un poco extraño.
—Espera, ey…
—Apaga eso, imbécil. —Siseé llenando de golpes a ese zoquete.
—Pero… Ahh, está bien.
Al fin entendió la situación y, tras cerrar su mano, la llama desapareció sumiéndonos de nuevo en la oscuridad de aquel aparcamiento.
—Efren… —Sentí las manos de Sky deslizándose por mis costados haciendo un poco de presión para separarse. —Me ahogo…
—Oh, mierda. —Quité mi mano de su cabeza sintiéndome un completo idiota al no caer en eso. —Lo siento, pequeña. —La separé de mí y busqué tomar su rostro entre mis manos. Lucía aún un poco sonrojada, pero quizás en este momento se debiera a la casi falta de aire. —¿Estás bien?
Asintió sujetando mis manos para alejarlas de ella. Me quedé pendiente a su siguiente paso al darme cuenta de cómo giraba su cabeza hacia su espalda. La conocía y sabía que su curiosidad le ganaría, y todavía más después de llegar a la conclusión de que el hombre tras ella había dado señales claras de que me conocía.
No había modo de salir de esta, Sky y Emeric se encontraban definitivamente uno frente al otro mirándose y analizándose entre ellos. Emeric sonriendo como si todo le pareciese una broma igual que siempre al tiempo que cruzaba sus brazos y Sky entrecerrando los ojos obteniendo cada pequeño detalle del hombre delante de ella.
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Demon: Cenizas del perdón © //Libro 1: Rhydian//
RandomA lo largo de la historia de la humanidad, se enseñó acerca de la diferencia entre el cielo y el infierno. Esos lugares donde aquellos que hubiesen obrado bien durante su estancia en la tierra subirían al reino de los cielos y, por el contrario, los...