✨Diez

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Hyukjae comenzó a reírse al ver a los pequeños protestar porque su tiempo se había terminado.

Una vez por semana, Donghae iba al hospital a contar cuentos a los niños de oncología para distraerlos de sus males diarios y obviamente, todos los niños querían a Donghae, esperaban con ansias su momento que era una vez por semana. 

—¡Doctor monito! —Gritaron los niños en cuanto notaron su presencia en la puerta.

—Hola. —Saludo con la mano a todos, las enfermeras a su cargo rieron por lo bajo ante el apodo cortesía de Donghae ya que un día lo había obligado a participar en un cuento recreado dónde era un médico mono.

—Bien, niños, profesor Donghae debe irse a su casa a descansar. —La encargada de enfermeras les indico a los niños para comenzar a salir con ayuda de las demás enfermeras, todas saludaron a Hyukjae. 

—Profesor Donghae. —Una niña se regresó corriendo. —Cuando se cure, ¿seguirá viniendo?

Donghae la miro sorprendido, Hyukjae no pudo evitar esbozar una sonrisa y puso su mano sobre la cabeza de la niña con cuidado.

—Profesor Donghae, ¿vendrá? —Hyukjae lo miro, Donghae asintió con un nudo en la garganta. La niña sonrió ampliamente y se fue corriendo.

—Estos niños... —Dijo Donghae tratando de espantar sus ganas de llorar, Hyukjae se acercó a él y lo abrazo.

—Una razón más para seguir. —Susurró Hyukjae. —Por cierto, deberías hacer otro cuento narrado, no quiero seguir siendo Doctor Mono.

Donghae soltó una carcajada y se separó un poco de él aún con sus ojos brillosos debido a las pocas lágrimas que llegaron a salir.

—¿Qué animal quieres ser? —Donghae le preguntó. Hyukjae paso su mano en su mejilla para retirar el rastro de lágrima.

—Un conejos estaría bien. —Respondió dejando un beso en su frente. —¿Quieres que te lleve a la casa?

—Puedo irme solo. No quiero que pierdas tu única hora de descanso en llevarme a casa. —Donghae le sonrió tratando de transmitirle confianza.

Hyukjae soltó un suspiro resignado y asintió, no le gustaba que Donghae anduviera solo en la calle pero no quería hacerlo enojar y hacerlo sentir más como una carga.

—Te dejo en la parada del bus. —Hyukjae tomó la pequeña mochila que traía y agarro su mano con cuidado.

Ambos caminaron por los pasillos del hospital, Donghae saludaba a todos con una sonrisa, Hyukjae simplemente asentía como saludo. Todos ahí los conocían, especialmente a Donghae, algunos por su antigüo trabajo y otros por el tiempo que paso internado. 

—Eres demasiado popular. —Hyukjae le dijo en cuánto salieron del hospital.

—Solo soy amable. —Le resto importancia.

—Y guapo. —Agregó. —Estoy seguro que más de una persona me tiene envidia porque estás conmigo.

—O al revés, posiblemente esperan a que me muera para poder acercarse a ti.

—Es una lastima porque sé que vivirás mucho años más. —Hyukjae le sonrió antes de seguir caminando.

[...]

Esa misma noche, Hyukjae llegó a casa con pereza, Donghae estaba en la sala acostado viendo una serie policiaca mientras se metía a la boca un pedazo de manzana.

—Hola de nuevo. —Lo saludo desde su lugar, Hyukjae se acercó a paso lento y le robó la manzana que tenía en su mano.

—Hola, cariño. —Sonrio antes de dar un beso casto en sus labios.

Un final feliz »EUNHAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora