✨Tres

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Donghae miro por la ventana con mucha paciencia, se había puesto su sudadera y su gorra mientras esperaba a Hyukjae para salir. Lo esperaba con ansias, ya sabía de que sabor quería su helado y si se podía, le agregaría chispas de chocolate.

Incluso trazo el camino que podrían hacer mientras esperaba, algo no tan lejos pero lo suficiente para poder pasar un tiempo agradable juntos.

Pero las horas comenzaron a pasar, Donghae miraba impaciente la puerta pero cuando el cielo comenzó a tronar avecinando una inminente lluvia, se dió por vencido y se cambió a su pijama.

Pidió la cena, solo para él porque sabía que quizá su novio tenía tanto trabajo que no llegaría esa noche. No lo culpaba, siempre pensó que ser doctor era uno de los trabajos más difíciles del mundo, muchas veces vio a Hyukjae descuidar su salud por cumplir con los exigentes horarios que el hospital le demandaba.

La lluvia cesó en algún punto de la noche pero él ya no se enteró porque se había quedado dormido, ni siquiera se percató que Hyukjae había llegado y lo había abrazado mientras dormía.

Cuando despertó, estaba solo.

Hyukjae estaba sumamente molesto y lo dejo ver en sus próximos turnos, su jefa inmediata le había dado permiso de no tomar el turno siguiente para pasar tiempo con Donghae pero los jefes de arriba no quisieron y lo obligaron a hacer una cirugía que duró más de lo que quería.

Se sentía frustrado porque no podía simplemente desobedecer o lo podían despedir y no estaba en una posición para perder su trabajo, no en ese momento.

—No le digas a nadie. —Su jefa le entrego un pase. —Toma libre el turno de la tarde y de la noche. —Le sonrió. —Has trabajo muy duro, necesitas un descanso y pasar tiempo con tu chico.

—Será cuestión de que me llamen para regresar. —Dijo irritado.

—Yo me encargo de eso. —Le sonrió su jefa e hizo que diera media vuelta para que se fuera.

Hyukjae tomó la palabra, se dió una ducha y salió de la gran edificación, quería comprarle unas bonitas flores y las gomitas agridulces que tanto le gustaban a Donghae.

Todo lo hizo más rápido de lo esperado, incluso había comprado un gran ramo de las flores favoritas de Donghae, como si por arte de magia, la florería sabría que las compraría exactamente ese día.

Después compro un poco de comida del restaurante favorito de su novio y se encamino a buscarlo.

Donghae sintió un mirada y al voltear a la ventana observó a Hyukjae quién lo miraba con una sonrisa.

—Bien niños, es todo por hoy. —Donghae cerró el cuento. Las quejas no tardaron en presentarse. —Ya les había extendido la clase por casi una hora, deben ir a jugar.

—Profesor Lee. —Los niños se quejaban pero Donghae no cedió. Los niños comenzaron a ser guiados por el personal al patio para que jugarán un rato y fue entonces que Hyukjae aprovecho para pasar.

—¿Te he dicho lo hermoso que te ves enseñando? —Hyukjae le dió un casto beso en sus labios.

—No soy hermoso. —Donghae negó de inmediato pero agachó la cabeza ante la desaprobatoria mirada de su novio.

—Eres el hombre más hermoso del mundo. —Hyukjae lo abrazo con delicadeza. —Lamento no haber llegado ayer, los jefes...

—No tienes que darme explicaciones, lo sé. —Donghae se separó y le dió una sonrisa cálida mientras tomaba sus mejillas entre sus manos. —Aunque debo admitir que a veces me gusta que faltes a tus promesas.

Un final feliz »EUNHAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora