6. Son las pequeñas cosas (las que te hacen extrañarlo).

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Resumen:

Mantener reducido el número del Equipo de Recuperación de Sanji mientras todos los demás se dirigían a Wano con anticipación parecía una buena idea en teoría. Lo que ni Luffy ni Law habían esperado, sin embargo, era cuánto les afectaría la separación.


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Luffy no pensó que sería tan difícil. Cuando decidió por primera vez ir a buscar a Sanji en su boda, cuando dijo que iría solo mientras todos los demás partían a Wano, no esperaba sentirse así. Tan solo.

Era extraño; Luffy había pasado dos años enteros sin su tripulación, sus amigos. Los había extrañado terriblemente en ese momento, los había extrañado en cada minuto de su entrenamiento con Rayleigh, pero incluso esos dos años no fueron tan difíciles como la semana desde que zarparon hacia Whole Cake Island.

Quizás era porque en Ruskaina, estaba entrenando todo el tiempo y no tenía tiempo para reflexionar en ello, mientras que aquí, en el Sunny, no tenía nada que hacer. Nada excepto intentar ignorar su estómago gruñendo mientras se sentaba en la barandilla y trataba de pescar sin mucho éxito, y pensar en lo solo que se sentía. Ni siquiera estaba solo en el barco; Nami, Chopper, Brook, Carrot, Pedro y Pekomamushi lo estaban acompañando, pero Luffy solo deseaba que él estuviera allí también.

Porque Luffy lo extrañaba. Extrañaba la forma en que chasqueaba la lengua cuando Luffy decía algo "vergonzoso" y la forma en que pretendía no gustarle cuando Luffy lo llamaba por su nombre antes de abrazarlo. Extrañaba sus sonrisas maliciosas y los besos rápidos y furtivos. Echaba de menos trazar sus tatuajes con los dedos y escucharlo hablar sobre cosas médicas que Luffy no entendía. Extrañaba sentarse en el suelo y charlar con su tripulación, apoyado en sus piernas, mientras el pirata mayor se sentaba en la silla sobre él, leyendo algún libro o simplemente observando a los demás, jugando y bromeando entre ellos, luciendo una pequeña sonrisa que pensaba que nadie notaba. Solo habían pasado unos días, pero tenía muchas ganas de verle.

Ni siquiera le importaría que Law seguramente lo regañara por su curri misterioso; Luffy supuso que realmente merecía una reprimenda por desperdiciar todos sus suministros de todos modos. Y un Law enfadado no podría ser mucho peor que una Nami enfadada, ¿verdad? No. No podía. Nada podría ser más aterrador que una Nami enfadada.

Luffy apostaría que Law también era increíble pescando, incluso si usar sus poderes geniales eran hacer trampa. Pero Luffy no habría insistido en las reglas en ese momento porque tenía demasiada hambre como para quejarse o preocuparse.

Como si fuera una señal, su estómago volvió a gruñir ruidosamente. A Luffy realmente no le gustaba ese sonido. Solo estaba recordándole cuánto tiempo llevaba sin comer.

—Tengo tanta hambre —se quejó Luffy sin dirigirse a nadie en particular, lo que le provocó algunos gruñidos sin vida en respuesta, que rápidamente fueron seguidos por algo que sonaba sospechosamente como el clima-tact de Nami extendiéndose.

Ahora, a Luffy realmente no le gustaba ese sonido.



Law no pensó que sería tan difícil. Lidiar con el Tang siendo más ruidoso y estando más abarrotado de lo habitual, además de un Zoro que todavía se perdía después de casi una semana a bordo, no lo ayudaba. Simplemente, no podía evitar estar constantemente esperando escuchar el grito de «¡Torao~!», como única advertencia antes de ser atacado por un abrazo sorpresa. Hace solo una semana, habría dado cualquier cosa por tener diez minutos de paz y tranquilidad, pero ahora que los tenía, se sentía extraño. Solitario.

Era extraño sentirse solo en un submarino lleno de gente —gente a la que le importaba—, pero era difícil no sentirse solo cuando la única persona que había estado a su lado constantemente durante las últimas semanas no estaba allí. Law odiaba admitir que lo extrañaba.

¿Qué tan patético era? Ni siquiera había pasado tanto tiempo desde que comenzó esta alianza, y menos aún desde que escaparon de Dressrosa. Desde que compartieron su primer beso y comenzaron a salir, aunque no sabía cómo funcionaba eso entre piratas de diferentes tripulaciones. Sin embargo, aquí estaba, extrañando tanto al idiota después de solo unos días de separación.

Extrañaba su sonrisa, su risa. Extrañaba los momentos íntimos en los que Luffy simplemente se recostaba a su lado y trazaba sus tatuajes, luego se quedaba dormido después de pedirle a Law que le hablara sobre algunas técnicas de cirugía que el médico estaba seguro de que el otro no podía entender nada. Incluso extrañaba la forma en que se burlaba de su cara de perra amargada y cómo seguía insistiendo en tocarlo todo el maldito tiempo, incluso en momentos en los que no era absolutamente necesario y, en cambio, los estaba perjudicando a ambos en lo que estaban haciendo.

Pero ahora, Law daría cualquier cosa por sentir la mano de Luffy recorriendo su cabello o sentir su calor desde donde estaba usando las piernas de Law como respaldo mientras se sentaba en el suelo frente a la silla de Law y hacía tonterías con sus amigos. Qué irónico pensar que todo esto entre ellos había comenzado porque Law no estaba acostumbrado a tocar a otras personas.

Su mente volvió atrás al beso que habían compartido hace dos años mientras Luffy yacía semi-delirante en la mesa de operaciones del Polar Tang y sacudió rápidamente la cabeza para alejar el recuerdo. No. No, eso no era por lo que había comenzado esto. El enamoramiento que podría o no haber sentido por Mugiwara en ese momento no tenía nada que ver con la situación actual, y tampoco tenía nada que ver con robar besos a alguien con un consentimiento dudoso.

«Sin embargo, Luffy fue quien preguntó», suministró rápidamente la mente de Law. Como si eso lo hiciera mejor. Pero bueno... Luffy había robado su cuota justa de besos cuando creía que Law estaba dormido, así que supuso que al final estaba bien.

En ese momento, hubo un golpe en la puerta de su habitación y Law agradeció la distracción. Levantando la vista del libro que tenía sobre el regazo y que llevaba dos horas fingiendo leer, llamó a la persona que estaba afuera para que entrara y Nico Robin apareció solo un segundo después con una sonrisa en los labios.

—Torao, Kin'emon quiere hablar contigo sobre la entrada a Wano.

Law suspiró. ¿Por qué todos insistían en llamarlo Torao? A este ritmo, su propia tripulación comenzaría a llamarlo por el estúpido apodo de Mugiwara.

—Estaré allí en un momento... —hizo una pausa para marcar cuidadosamente su página antes de apartar el libro. —... pero no me llames así.

Robin se rió de sus palabras y a Law realmente no le gustó el sonido. Sentía como si ella pudiera ver todos sus pensamientos y secretos, y por mucho que le cayera bien, no le gustaba sentirse tan expuesto.

—¿Son las pequeñas cosas las que te hacen extrañarlo, hm? —preguntó en tono burlón.

Ahora, a Law realmente no le gustó ese sonido.

Son las pequeñas cosas [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora