SUSPIROS DEL ALMA

El miedo

El miedo es confuso, no lo comprendo y mucho menos comprendo la razón por la que tengo miedo; pero él sigue ahí, fiel a mí como ningún otro.

Deseo que se vaya, que encuentre a alguien más con quién divertirse y jugar con su cordura como le plazca. Porque detesto tenerle como acompañante, no es un buen amigo como solía serlo la confianza.

Miedo es malo, se sienta conmigo en el almuerzo únicamente para recordarme un mal momento del pasado y hacerme saber que no fui buena persona.

También me acompaña en la merienda con otros amigos suyos que no diferencio y empiezan a hablarme de cosas que no entiendo, pero que me incomodan. Como que voy a fracasar en ese propósito que me hice anoche antes de dormir, que no soy lo suficientemente buena para esa persona que estoy conociendo, que seguramente esas amistades solo son por lástima; cuchichean tantas barbaridades entre ellas ignorando el hecho de que las escucho (o quizás lo hacen con toda la intención de que les oiga parafrasear).

Cuántas veces no he maldecido a ese grupo que parecen regocijarse de mi sufrimiento, cuántas veces no he intentado averiguar con quienes se relaciona miedo, pero siempre terminan diciéndome que son cosas mías y que solo necesito dejar de pensar.