La primera vez que la vi fue en una fiesta a la que ni siquiera había sido invitado.
Nos encontramos en el baño mientras yo intentaba esconderme del novio de una chica con la que había estado besándome. Ella estaba en el suelo, apoyada contra la pared, con el rostro pálido y una expresión de malestar evidente. Cuando entré, apenas levantó la mirada antes de doblarse sobre el inodoro. Sin pensarlo dos veces, me acerqué y sostuve su cabello mientras vomitaba. En ese momento, la impresión inicial de que era una mujer vulgar se desvaneció frente a la vulnerabilidad que mostraba.
No recuerdo cómo acabamos afuera de la casa, compartiendo un cigarrillo y conversando en voz baja. Descubrir que ambos éramos estudiantes de la misma universidad nos dio un punto en común, una especie de conexión.
Sin darme cuenta, después de unas semanas, mi rutina habitual incluía pasar por la facultad de música antes de regresar a casa, solo para tener la oportunidad de verla. Era innegablemente talentosa, y me aseguré de hacérselo saber, obteniendo a cambio una tímida sonrisa que iluminaba su rostro; aunque notaba que se molestaba cuando otros lo mencionaban. Al principio, me costó acostumbrarme a su actitud orgullosa, pero comprendí que era parte de su crianza. Lejos de molestarme, me encantaba. No era común encontrar una energía tan fuerte en una chica en mi país.
Era el tipo de mujer que nunca pensé que encontraría en mi vida, y mucho menos imaginé lo excitante que sería.
Así que.
Me había dolido lo que pasó. Sí. Lo iba a admitir. No.
Había pasado una semana desde la fiesta, y había logrado convencerse lo suficiente de que estaba bien.
No quería llorar.
Aun así, quería pasar todo el día en mi cama, bajo mis sábanas.
Aunque era difícil, teniendo en cuenta que hacía media hora alguien no dejaba en paz mi puerta.
—Por favor, Tord, tenemos una hora antes de que la propietaria llegue.
La voz de Paul sonaba insistente desde el otro lado de la puerta. Me acurruqué aún más bajo las cobijas, intentando ignorarlo.
—Es demasiado vieja para subir las escaleras; no va a poder ver mi habitación. —dijo, cerrando los ojos con fuerza. Las voces en el pasillo se volvieron un murmullo lejano mientras me hundía nuevamente en el sueño.
No sabía qué hora era, pero si no fuera por la insistencia de Paul, podría dormir el resto del día. Hacía tiempo que no disfrutaba de más de seis horas de sueño ininterrumpido.
Era sábado, quería descansar.
—Te dije que las llaves de repuesto estaban en mi habitación. —alcancé a escuchar la voz de Patrick acompañada por el tintineo de llaves.
El sonido de la puerta abriéndose, seguido por un chillido agudo, me sacó de mi somnolencia.
—Qué buena vida la tuya.
Antes de que pudiera responder, sentí un repentino frío recorrer todo mi cuerpo. La luz del sol, filtrándose a través de las cortinas recién abiertas, me hizo entrecerrar los ojos con irritación.
—¿Cómo pudiste dormir en bóxer cuando estuvo lloviendo toda la noche? —la voz de Paul resonó en la habitación mientras sostenía mi cobija entre sus brazos. —Rápido, báñate.
—Ni unos buenos días, ni un "¿cómo estás?" —bostecé, intentando recuperar la cobija que Paul me había arrebatado.
—Necesito que arregles tu habitación por si la propietaria revisa el piso de arriba. Lo mínimo que te pido es que quites ese fusil de la pared. —dijo Patrick, señalando el arma colgada detrás de mí.

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ᴍɪᴇɴᴛʀᴀꜱ ʜᴀʙʟᴇꜱ ᴅᴇ ᴍí...
Fanfic¿Quién diría que terminaría teniendo tan buena química con el novio de su novia? Después de una semana desastrosa, Tord decide distraerse en una fiesta con sus amigos, sin imaginar que allí descubriría la traición de su novia. Lo que comienza como u...