"Capítulo uno-La sombra del pasado."

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ALOUQUA LUZBEL ROMANOV (Sakura Yakuza)
Presente.
Hora: 12:30 a.m.

-"Sakura, reconoce tu destino: eres mía, y nuestro hijo será el heredero de mi legado en la mafia japonesa"- gruñó mi padre en japonés, su voz baja y amenazante resonando en la habitación lúgubre y cargada de tensiones.

En medio de la penumbra, el silencio estaba roto únicamente por mis sollozos entrecortados, mientras resistía con todas mis fuerzas la brutalidad de mi propio padre. Mi cuerpo temblaba de miedo, pero mi voz se elevó en un grito desesperado:

-"¡Tú no eres mi padre! ¡Si lo fueras, no me estarías haciendo daño!"- grité, tratando de quitármelo de encima, de alejarlo de mí.

Mis lágrimas se mezclaban con el miedo palpable que inundaba el aire, dirigiendo mis palabras, cargadas de desesperación, hacia el hombre que debería protegerme, buscando en vano el resquicio de humanidad en su mirada.

-"¡Hijo de puta, déjala en paz, ya le has hecho demasiado daño!"- mi hermana gemela mayor, Suzuka, irrumpió en la recámara como un torbellino de furia y determinación, su voz resonando con una fuerza que hacía temblar las paredes.

El crujir de la silla al romperse contra mi padre resonaba como un trueno en medio del caos, un sonido que marcaba el comienzo de la batalla. Suzuka había entrado y quebrado una silla sobre mi padre, un acto de valentía que me dejó sin aliento.

-"Vamos, Sakura"- me dijo, quitándome de encima a Ren y tomándome de la mano, dirigiéndome hacia la puerta. Ella caminaba a mi espalda, protegiéndome con su cuerpo, mientras yo avanzaba hacia la libertad.

El momento culminante llegó cuando Suzuka se dispuso a enfrentarse a ese monstruo que amenazaba con arrebatarme mi dignidad y mi vida: mi padre, cegado por la ira, disparaba sin piedad hacia ella. Pero Suzuka no se detuvo, siguió adelante, y cayó en mis brazos, herida por las balas destinadas a mí.

La habitación se sumió en un silencio abrumador, roto solo por el sonido de mi corazón destrozado. -¡No, Suzuka! ¡No me hagas esto! ¡Por favor, no te mueras!- le supliqué, mi voz quebrada por el dolor y la desesperación.

Suzuka, mi hermana gemela, mi ángel guardián, yacía en mis brazos, su cuerpo inerte y frágil. El impacto del proyectil aún resonaba en mi mente, como un eco que me sumergía en un mar de emociones encontradas. La impotencia y el dolor se entrelazaban en un nudo que me estrangulaba, mientras sostenía su mano, tratando de sentir su calor, su vida.

Mis lágrimas brotaban sin control, mezclándose con un sentimiento abrumador de culpa y desolación. Sentí que mi mundo se derrumbaba, que todo se desmoronaba sin remedio. Suzuka, mi hermana, mi amiga, mi todo, se iba, se desvanecía en mis brazos.

-"Lo siento... siento, Sakura... No... puedo... protegerte... agarra... mi... collar... Yo siempre vendré... por ti..." -vocalizó, su voz entrecortada y débil, mientras me entregaba su collar con una mirada suplicante.

Agarré el collar, sintiendo un calor que se desvanecía rápidamente. Y entonces, sentí que alguien me jalaba con fuerza, intentando separarme de Suzuka. Era él, el monstruo que había disparado a mi hermana. Pataleé con desesperación, pero me golpeó con la cacha del arma, dejándome mareada y sin fuerzas. Suzuka seguía en el piso, perdiendo su vida poco a poco, su mirada fija en la mía, llena de amor y sacrificio.

-"Padre... déjala... por favor... deja que vuele... No la lastimes... más"- suplicó Suzuka, su voz débil pero llena de determinación, mientras mi padre se reía con sadismo y comenzaba a quitarme la ropa. Suzuka se desvanecía, dejando tras de sí un rastro de destrucción y desolación.

-"Tu decidiste intervenir, Suzuka, ahora verás lo que pasará con tu hermanita desobediente"- me dijo, su voz llena de maldad, mientras yo solo podía llorar viendo los ojos de mi hermana, esos ojos grisáceos oscuros que tantas veces me habían consolado en mi tragedia.

LA REINA DE LA NOCHE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora