Cómo todos los días los Jorsh, llevaban las telas al pueblo para ser vendidas. Habían muchas personas interesadas en comprarlas ya que eran totalmente elegantes y muy finas. Fueron acompañadas de un adulto, los dagmaros* los observaban, a veces se acercaban no solo por sus telas sino para verlos bien de cerca y admirar su belleza física. Quién no querría ser joven para siempre, los Jorsh se alejaban un poco de la civilización dagmara ya que no confiaban en ellos.
Karín y Leilia llegaban felices ya que sus telas fueron vendidas y les pagaron mucho por ellas. Al llegar la abuela las estaba esperando para darles las felicitaciones. Harían una fogata y bailarían un poco cómo hacía tiempo no compartían. Ese día las chicas se ponían sus mejores trajes blancos y finos y se adornaban el cabello. Los jóvenes usaban atuendos del mismo color y la cabellera en coleta les colgaba en la espalda. Leilia era la sensación del momento mientras danzaba, Karín la admiraba mucho y aplaudía ante los movimientos del baile. Krim la miraba extasiado, siendo visto por otros ojos que reflejaban dolor al verlo tan concentrado en Leilia.
Después de la deliciosa cena en familia como le llamaban y con la fogata prendida a la luz de la luna. Karín se percató que su amiga y Krim corría lejos y tomados de las manos. Se levantó de su asiento y fue tras ellos. Al acercarse con cautela sus ojos apreciaron a dos enamorados bajo la cándida luz lunar. Krim tomaba a la chica de la mano y le colocaba una rosa blanca en el cabello. Karín tenía agua en los ojos como ella le llamaba, vio que el chico se acercó para besar a su amiga y sin darse cuenta había soltado una exclamación interrumpiendo el romántico momento.
-¡Karín! ¿Qué sucede? -preguntó Leila.
La mencionada no dijo nada y dio media vuelta para correr pero cayó a la hierba. Levantó la cabeza y miró al cielo, unas luces encandilaban la vista de los tres chicos. Eran unas luces que se dirigían hacia su aldea. Eran luces incendiarias que estaban acabando con su pueblo siendo lanzadas por personas montadas en Renatos.
-¡La aldea! -gritó Krim y corrió hacia su gente.
Las chicas hicieron lo mismo y corrieron tras él. Al llegar habían varios Renatos con muchos hombres vestidos con armaduras, eran guardias reales. Leila se sumerge entre la multitud de los Jorsh y Karín la pierde de vista, en cambio Krim estaba al lado de su padre mientras miraba a sus adversarios con recelo.
-Buenas noches, estimadas personas -un guardia se baja de un Renato y se dirige a ellos -¿Quién es el líder de la aldea? -todos buscan con la mirada a la abuela que sale orgullosa a dar el frente.
-Aquí está señor- habla Romel y el guardia la mira de pies a cabeza.-Pero si eres una chiquilla y además mujer -habla despectivamente.
-Soy una mujer y llevo liderando a mi gente hace 50 años. Al parecer no está al tanto de nuestras virtudes, caballero-hablaba con mucha calma como era común en ella.
-Pues por eso mismo estoy acá. Mi señor el Príncipe Meriades, quiere a su buena voluntad que le conceda a la princesa de su clan en matrimonio y así ayudar a preservar con su inmortalidad la naturaleza humana. -Romel escucha las exclamaciones de su gente y las negativas, no daría a su nieta Leilia para ser esclava de un humano.
-Creo señor, que me será imposible aceptar esa petición. No entregaré a nadie de mi gente, si fuesen tan amables en marcharse se lo agradeceríamos.
-Creo que no me entiende...señora. El príncipe quiere a la princesa, sino la llevaremos a la fuerza, sabemos que es su nieta y a la cual no vemos por acá -dijo mirando alrededor.
-Dije que no se la llevarán - ambos se miraban y el guardia hizo una seña.
Los demás guardias comenzaron a acercarse amenazadoramente a ellos y los hombres se dispusieron a defender a su pueblo. Comenzó una guerra. Karín se alejó viendo como masacraban a su gente mientras los hombres luchaban por sobrevivir y defender a las mujeres. Corrió y no encontró a Leilia, vio que los Renatos levantaban el vuelo y uno de ellos soltaba fuego por todo su cuerpo.
Karín entró al templo sagrado cerrando la puerta. Caminó unos pasos cuando vio que uno de esos animales alados caía del techo impidiendo su salida. Corrió y el animal en cuanto la vio la persiguió asustado, estaba descontrolado y fuera de sí rompiendo todo a su paso. Ella llega a la pared y ve que no tiene salida, comenzó a sentir un ataque de pánico que le impedía respirar. Se volteó y vio que estaba cerca de ella, tenía miedo, mucho miedo pero aún así debía hacer algo para que esa bestia sin control no acabara con ella. Logró quitarse antes de que la cola rompiera la pared y cayeran pedruscos encima de ella, luego sintió que era elevada, la tela de su vestido se había enredado en una de las escamas del animal y cuando levantó el vuelo la llevó consigo.
Karín gritaba de horror pero no se movía porque podía caer, eran muchos pies de altura, como pudo logró aferrarse a la cola del Renato hasta que decidiese bajar. Al mirar abajo sintió vértigo pero no solo eso, el corazón se le encogió cuando vio que su aldea ardía en llamas. Unas lágrimas recorrieron sus ojos y se alejaban con el aire del movimiento de las alas del animal. Sintió algo caliente y vio que se estaba prendiendo fuego el cuerpo del pobre Renato, estaba en la fase de exterminio y si no hacía algo ella también ardería en llamas. Estaba atrapada, si se dejaba caer moriría por el impacto y de lo contrario podía ser abrasada por las llamas que estaban acabando con la vida del animal. Sin esperarlo y como oído por ella comenzó a descender medio desfallecido, la cual aprovechó y se soltó cayendo sobre unos árboles que amortiguarían la caída, si sobrevivía.
Karín caía y fue chocando con las ramas mientras descendía, quedando colgada a pocos pasos del suelo por su vestido desgarrado y cubierta de heridas de arañazos para lentamente ir cerrando los ojos en un impregnante desmayo.
dagmaros: gentilicio de Dagmar
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Imagen de Leilia y Karín____________________________
Holaaa!!! Díganme que les parece la valentía de Karín, aunque aún le faltan más cosas por aprender, síganme en Instagram como GretyBooks, besitos a todos!!!!
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El Clan del Adiós
Science FictionLos Jorsh son un clan de tejedores inmortales, todos son bellos y no pueden envejecer, Karin es huérfana y algo sucede con su gente, que se ve obligada a abrirse camino sola y pasar por cosas que la marcarán por el resto de su eternidad.