PROCESOS

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Karín salió a buscar trabajo, no había nada para ella que fuese solamente por el día, ya que dejaba al niño solo por mucho tiempo y no quería dejarlo solo en la noche también. En todos los lugares como sucedió con la posada, le decían que no, pasó por el lado de una tienda de antigüedades y decidió preguntar. Un señor mayor estaba detrás del mostrador. Hizo la pregunta correspondiente y para su sorpresa dijo que sí, comenzó a trabajar ese mismo día. Al salir compró algo de comida para prepararle la cena a Elian. Saludó al posadero cuando entró y subió a ver a su hijo. Al entrar no lo vio rondando en la cocina o en la azotea, entró a la pequeña habitación y estaba andando en el voyark, unos hilos sueltos caían del aparato, ella se asustó mucho, era algo muy preciado tanto para ella como para su gente.

 -!No toques eso Elian! -corrió y lo apartó de allí. 

El niño la miraba con lágrimas en los ojos y salió corriendo, ya que pocas veces su madre lo regañaba. Ella recogió los hilos y los devolvió a su sitio, por suerte no había hecho un daño mayor. Se percató que tal vez le habló un poco fuerte a Elian, era muy pequeño para entender ciertas cosas. Fue en su búsqueda y lo vio mirando por la azotea, no alcanzaba casi al muro y eso la hizo sonreír. Se situó a su lado y este viró la cara.

  -Disculpa Elian, tal vez no debí hablarte así pero es que ese telar es muy importante para mí. Yo te enseñaré a usarlo y sabrás telar tan bien como mamá, ¿quieres? -asintió más contento.

  -Disculpa mami -ella lo abraza.

  -No te preocupes, vamos que mamá va a prepararte una deliciosa cena y te trajo algo que te gusta mucho.

 -!Pescado!-exclamó emocionado.

  -No,  !flan de coco !

  -!Siiiii! 

Ese día cenaron y degustaron del delicioso postre. Karín trabajaba todos los días y en la noche hacía telas para venderlas en el pueblo y en la tienda de antigüedades. Logró matricular a Elian en una escuela rural  apadrinada por la iglesia católica y les daban misas y le enseñaban buenos modales. La chica recogía al niño al salir de la tienda y se iban juntos a casa. Pagaba mensualmente las cuotas y el posadero adoraba a Elian, hasta que les dijo que dejaran de pagarle con la condición de que no se fueran de su lado, ya que se sentía muy solo. Nunca pudo tener hijos y llevaba diez años viudo. A veces el chiquillo bajaba a hacerle compañía al anciano y salían a pescar juntos. Así fue creciendo, hasta llegar a los 10 años. Todo un niño educado y correcto, Karín mantenía la misma apariencia bella e infantil de siempre. Se había percatado que con el tiempo Elian dejó de abrazarla en las noches, dejar que lo bañara o lo mimara como hacía antes y es que estaba creciendo. No era aquel niñito pequeño que ella creía aún que era.

Un día ella llegó temprano e hizo una cena con dulces ya que era su cumpleaños número 11 y quería hacerlo sentir bien, ese fue el día que ella lo encontró entre aquellos escombros y decidió cuidarlo como su propio hijo. Preparó una tarta casera con las velitas y adornó la mesa. Era un poco tarde y no había llegado, se asomó a la terraza y no lo vio por ningún lado. En eso la puerta se abre y entra, la mirada era diferente, estaba molesto y despeinado, con la ropa sucia y un golpe en la nariz. Cuando lo vio en ese estado corrió hacia él pero la alejó sin que lo tocara.

  -¿Eres una Jorsh? -su mayor miedo se había hecho realidad. -¿No eres mi verdadera madre verdad? Todos tenían razón, por eso no cambias tu apariencia y tejes tan bien y nos hemos mudado tanto de pueblo. 

  -Elian yo...

  -!Déjame! -se alejó de ella y fue a sentarse en la terraza.

Ella debía contarle la verdad, ya el tiempo de ingenuidad se había acabado, ahora estaba creciendo y cada día era más inteligente. Con pasos lentos se acerca a él. Estaba nerviosa y no quería hacerle daño, lo amaba, era su hijo a pesar de las adversidades.

  -Es cierto...soy una Jorsh. Mi pueblo fue arrasado y me alejaron de mis seres queridos. Quise...quise suicidarme -Elian se voltea y la mira -pero...escuché tu llanto. Me llamabas y yo acudí en tu búsqueda. Te encontré con las manos de tu verdadera madre aferradas a ti, ella había fallecido. Si te dejaba solo podías haber muerto igual que ella. Me dijo un desconocido que no sobrevivirías, ya que era más niña en aquel entonces, pero aún así te llevé conmigo. Te cuidé y alimenté junto a Siara y sus hijos. Perdona por no decirte la verdad pero el miedo que dejaras de quererme me mataba. Yo te quiero Elian, eres mi hijo... -él se quedó callado mientras la escuchaba.

Tenía razón, a pesar de todo ella decidió darle una oportunidad de vida y eso era mucho para él, aunque ya se veía raro que  mientras crecía, ella seguía igual.

  -Yo...te agradezco todo lo que has hecho por mí -se sitúa delante de ella, que estaba llorando -Y para mí...siempre serás mi madre.

Karín reaccionó a sus palabras abrazándolo, el cual fue correspondido por el chico. Sin dudas la quería, fue la única que siempre estuvo a su lado, la que le dio amor y cariño. Nunca dejaría de ser su madre, porque así la veía él. Ese día celebraron el cumpleaños de Elian, ya no dormían abrazados pero siempre antes de dormir le daba el beso de buenas noches. Así transcurrieron los años, el posadero falleció y les dejó la vivienda que se caía a pedazos. Cuando Elian cumplió los 18 años era todo un joven alto y muy apuesto. Decidieron vender y comprar algo un poco más grande que tuviese dos habitaciones, ya que se negaba a dormir con Karín, desde hacía un tiempo su corazón comenzó a verse confundido y no quería seguir aumentando esa sensación.

Se mudaron una vez más y esta vez era pequeña la cabaña, pero al menos tenía dos habitaciones y muy cerca del pueblo. Elian comenzó a trabajar en las minas como transportador de vagones y ella buscó trabajo en una taberna. Nadie le faltaba el respeto, al contrario, la hermosa joven era querida y admirada por todos, ya que a los Jorsh se les respetaba mucho, pensaban que eran brujas atrapadas en cuerpos de hermosas doncellas y le temían a las maldiciones. Ella trabajaba hasta la noche pero la paga era buena, ante los pueblerinos era hermana de Elian, hacía mucho que dejaron de decirse madre e hijo a petición del joven, quien había cambiado mucho, lo que ella no comprendía era a qué se debía.

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Imagen de Karín

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Hola,hola!!! ¿Qué talla lectura? Ya creció nuestro bello Elian y Karín se verá sumergida en otras desavenencias. Besos a todos!!!

El Clan del Adiós Donde viven las historias. Descúbrelo ahora