SENTIMIENTOS

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Karín le dejó el desayuno preparado a Elian como hacía habitualmente y se marcha a la taberna, hoy llegarían algunos soldados del castillo y tendría mucho trabajo. Elian cuando se levantó para ir a la mina se sentó pensativo en la mesa, no dejaba de pensar en todo lo que sucedía a su alrededor, era incomprensible decirle madre a la muchacha que vivía a su lado y lucía exactamente igual a él. Era joven, guapa y parecía no tener treinta y cinco años, sino tener dieciocho y es que su raza no envejecía, en cambio Elian algún día sería un anciano y moriría. Decidió dejar de pensar en esas cosas y desayunar tranquilamente aunque hasta eso había perdido ya. Salió y en la puerta estaba Dita, era la chica que antes jugaba con él, había crecido y tenía su misma edad. Ella lo mira apenada y baja la cabeza.

  -E...Elian... -tartamudeaba la joven.

  -Dita, ¿qué haces aquí?

  -Supe que te mudaste al pueblo y...bueno...quería saber...si quieres...que te muestre el lugar...-finge una sonrisa nerviosa.

  -No puedo, tengo mucho trabajo -pasa por su lado ignorándola.

  -!Espera! -el chico se detiene y la mira -Este...pues...yo... -Elian resopló bajando la cabeza y después la miró.

 -Te veré a las 6, es cuando salgo del trabajo -ella sonrió y Elian siguió con su camino.

Es cierto que antes se llevaban mal pero habían crecido y necesitaba una amiga, algo que lo hiciera olvidar muchas cosas.

...

Karín llevaba sopas, cervezas y tartas a las mesas, le daban propina y le pedían telas para sus esposas e hijas, a lo que la chica siempre tenía trabajo. Hoy quería ir al pueblo para comprar unas telas ya que tenía varios encargos y le encantaba tejer en casa después que Elian se acostaba, era increíble como había crecido y cambiado aunque ella seguía viéndose igual de joven y bella.

  -Karín, ¿Elian y tú son pareja? -le preguntó el dueño de la taberna.

  -!No! Somos mad... ehh...somos hermanos, lo que de diferentes padres -intenta sonreír.

-Es que no se parecen en nada.

  -Porque Elian es de otro padre -ella pasaba paño al mostrador.

  -Es que es raro como te mira cuando viene -ella mira al tabernero, la miraba normal o eso creía aunque casi no tenía tiempo de atenderlo porque siempre tenía mucho quehacer.

  -Me mira normal señor, como hermanos -continúa en lo de que estaba haciendo.

  -No se ve así pero bueno, si tú lo dices -dijo mientras se alejaba a llevar unas jarras de cerveza.

Karín se mordió los labios nerviosa, nunca lo había visto de esa manera, debería prestar más atención a partir de ahora. Dejó de pensar en esas cosas y se concentró en su trabajo. Unos guardias entran y suben al segundo piso a beber y comer algo. Inmediatamente ella sube con la carta de menús para que ordenen. Eran tres y uno de ellos la miraba fijamente, ella se tapó la cara con la carta para que dejase de mirarla tan insistentemente, en cambio el guardia siguió mirándola fijamente.

  -¿Karín? -levanta la mirada cuando la mencionan y no sabe quién es el chico -¿No me reconoces? -ella sigue intentando averiguar quién era en realidad -Soy Elliot.

  -!Elliot! -lo abraza, al fin alguien conocido por aquellos parajes -!Cómo has crecido! Eres todo un hombre.

  -Y tú... -la repara -sigues igual, joven y bella. ¿Y Elian?

  -Está grandísimo, todo un joven, deja que lo veas -mira todas las mesas pero no había llegado aún -esta noche ve a la casa y lo conoces.

  -Hoy no puedo, el príncipe nos necesita, pero mañana prometo ir a verlos.

El Clan del Adiós Donde viven las historias. Descúbrelo ahora