CAPÍTULO 7

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-¡Alonso! ¿Dónde estás? Ya voy a poner la película- gritaste por la sala esperando que Alonso apareciera. Habían quedado en ver una película, estaban empezando a descubrir las cosas que Alonso si podía hacer.

Desde la cocina, escuchaste un susurro apenas perceptible.

-Estoy aquí, solo estaba intentando hacerme visible- respondió Alonso con un tono frustrado.

Apareció a tu lado, su figura transparente parpadeando ligeramente antes de solidificarse. Desde que habían empezado a explorar sus habilidades, ambos habían notado que Alonso tenía más control sobre su forma y presencia cuando se concentraba.

-Sabes, creo que cada vez te sale mejor -le dijiste con una sonrisa, mientras te dirigías hacia el sofá y acomodabas un par de cojines.

Alonso se dejó caer junto a ti, o al menos hizo el intento. Su presencia era muy tangible, aunque aún había momentos en los que atravesaba los objetos.

-¿Lista para la película? -preguntó él, tratando de sonar casual, aunque sabías que la experiencia de ver una película juntos lo emocionaba.

Asentiste, tomando el control remoto y encendiendo la televisión.

-Okay Alonso, prepárate para ver la mejor película de todos los tiempo- dijiste emocionada. 

-¿¡CREPÚSCULO?!- dijo con un tono desaprobatorio- De todas las peliculas del mundo, ¿decides ver crepúsculo? 

-Shhh- le dijiste- debes apreciar el arte en todas sus expresiones- reíste un poco.

Sabías que no le gustaría mucho, pero también sabías que no se rehusaría a verla contigo.

-Además, dime si tienes algo mejor que hacer -lo miraste con una ceja levantada, sabiendo la respuesta de antemano.

Alonso te vio de mala manera, pero después rió, sabiendo que realmente no tenía nada mejor que hacer.

-Está bien, me rindo. Pero si brillan, me voy -bromeó, haciéndote reír aún más.

A medida que la película avanzaba, notaste que Alonso, a pesar de sus quejas iniciales, estaba cada vez más absorto en la historia. Te inclinaste un poco más hacia él, buscando su reacción en ciertas escenas.

-"Esta es la piel de un asesino Bella" -bromeaste en cuanto apareció dicha escena.

-¿En serio? ¿Brillar? -murmuró Alonso, sacudiendo la cabeza.

-Tienes que admitir que es entretenido -reíste, dándole un ligero empujón en el hombro.

Para tu sorpresa, su hombro no atravesó el tuyo esta vez. Sentiste un leve pero firme contacto. Ambos se miraron, la sorpresa reflejada en sus ojos. Una corriente de electricidad parecía fluir entre ustedes, una conexión más fuerte y palpable que antes.

-A-Alonso...¿sentiste eso?- dijiste sorprendida

-Sí... lo hice. ¿Cómo eso es posible?- respondió él, igual de atónito.

Quedaron en silencio, mirándose el uno al otro. Tal vez por la experiencia nueva que acababan de experimentar, o tal vez, porque muy en el fondo los dos esperaban el momento en el que eso pasara.

-Creo que... voy por agua -dijiste, separándote un poco y levantándote del sofá.

Te dirigiste a la cocina con pasos rápidos, tratando de calmarte. Tomaste un vaso y lo llenaste con agua fría, bebiendo rápidamente para intentar apagar el calor inusual que sentías dentro de ti. Estabas nerviosa, más de lo que querías admitir.

-Oye... ¿Estás bien? -escuchaste la voz de Alonso detrás de ti.

Te giraste para encontrarlo observándote con preocupación. Su figura estaba más sólida que nunca, casi tangible, y sus ojos reflejaban una mezcla de emociones.

-Sí, sí, estoy bien -respondiste, intentando sonreír, aunque tus manos temblaban ligeramente.

Alonso dio un paso más cerca, su expresión suavizándose. -No tienes que fingir, sabes. Esto es nuevo para los dos.

Sus palabras, llenas de comprensión, te hicieron sentir un poco mejor. Tomaste una respiración profunda y asentiste, dejando el vaso sobre la encimera.

-Lo sé, es solo que... todo esto es tan... -no pudiste encontrar la palabra adecuada, pero Alonso pareció entender.

-Tan inesperado -concluyó él, y tú asintiste de nuevo.

Se produjo un silencio, pero no era incómodo. Más bien, era un momento de reconocimiento mutuo, una aceptación tácita de que ambos estaban navegando por territorios desconocidos.

-Me alegra que estés aquí -dijiste finalmente, tus palabras cargadas de sinceridad.

Alonso sonrió, y en sus ojos viste un brillo cálido. -A mí también.

Te moviste un poco más cerca, apenas consciente de lo que hacías. Alonso te observaba con una mezcla de curiosidad y algo más profundo, algo que empezabas a reconocer en ti misma también.

-Mira, tal vez estemos descubriendo algo nuevo -dijiste en un susurro, tu voz temblando ligeramente.

-Tal vez... -respondió él, sus ojos fijos en los tuyos.

El momento era íntimo, cargado de una tensión que no habías sentido antes. Sin pensarlo, levantaste la mano, dudando por un instante antes de intentar tocar su rostro. Para tu asombro, tus dedos encontraron resistencia, un contacto que antes hubiera sido imposible.

-Alonso, esto es... -tu voz se quebró, incapaz de encontrar las palabras adecuadas.

-Es increíble -concluyó él, su propia voz llena de asombro.

La conexión que sentías no era solo física. Había algo más, algo profundo y emocional que te unía a él. Sentías como si pudieras comprenderlo, entender su soledad, sus miedos, y en ese mismo momento, compartías los tuyos.

-¿Crees que esto cambiará algo entre nosotros? -preguntaste, temerosa pero esperanzada.

-Creo que ya ha cambiado -respondió Alonso con una sonrisa suave, sus ojos llenos de una calidez que nunca habías visto antes. 

Te quedaste así, cerca de él, dejando que el momento se prolongara. Sentías su energía, su presencia, tan real como la tuya propia.

-Vamos, regresemos a la película -dijiste finalmente, queriendo recuperar un poco de normalidad.

Alonso asintió y te siguió de vuelta a la sala. Mientras te sentabas de nuevo en el sofá, notaste cómo la atmósfera había cambiado.

La película continuó, pero apenas prestabas atención a la pantalla. De vez en cuando, sentías la mirada de Alonso sobre ti, y cuando te girabas para mirarlo, te encontraba con una expresión suave y protectora.

A medida que avanzaba la noche, te encontraste apoyada contra él, su brazo (aunque etéreo) rodeándote de una manera reconfortante.

Finalmente, la película terminó y la pantalla se quedó en negro. Ninguno de los dos se movió. La quietud de la casa, el silencio compartido, todo parecía perfecto en ese momento.

-Gracias por quedarte conmigo -dijiste, rompiendo el silencio, pero sin alejarte de su lado.

-Siempre -respondió Alonso, y aunque su voz era suave, la promesa detrás de sus palabras era fuerte y clara.

Te acomodaste un poco más en el sofá, dejando que el cansancio del día se desvaneciera mientras te aferrabas a la certeza de que, a pesar de todo, no estabas sola.

Cerraste los ojos y poco a poco te fuiste consumiendo en un sueño profundo.

Alonso se quedó a tu lado, observándote con una mezcla de ternura y preocupación. Aún no comprendía cómo era posible ese nuevo nivel de interacción, pero sabía que era especial. Su existencia, que había sido tan solitaria y confusa, ahora tenía un propósito, una conexión que nunca antes había sentido.

GHOST // Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora