CAPÍTULO 2

121 11 1
                                    

Estabas en la cocina haciendo algo para comer. Milanesas, una delicia.

Mientras las volteabas, te diste cuenta de lo tranquila que estaba la casa. Es lindo en cierta parte estar sola, la casa ya parecía tener un poco más de forma y cada vez iba gustando más. Realmente no estás cambiando mucho de lo que ya había, solo ordenando aquí y allá. Hacía tiempo que no disfrutabas la sensación de tener un lugar propio, un espacio donde cada rincón podía reflejar tu propio hogar.

La televisión de fondo no te había dejado escuchar con claridad un sonido proveniendo del baño. Creías haber escuchado mal, así que colocaste la última milanesa en el sartén y fuiste por el control para bajar el volumen. Justo cuando apretaste el botón para reducir el ruido, escuchaste claramente la cadena del baño bajarse y la puerta abrirse.

El corazón te dio un vuelco. Te quedaste inmóvil, mirando hacia el pasillo que conducía al baño. La puerta del baño estaba entreabierta, y antes de que pudieras procesar lo que estaba ocurriendo, viste a un joven salir del baño.

-¿Quién eres?- lograste preguntar con la voz temblorosa

El muchacho dio un paso adelante, pero de repente frunció el ceño, mirando alrededor con desconfianza.

-¿Qué estás haciendo en mi casa? -preguntó, su voz era tensa y cargada de sorpresa-. ¿Cómo entraste?

Te quedaste sin palabras, confundida por su pregunta.

-Yo... compré esta casa hace unas semanas. ¿Qué haces tú aquí? -contestaste, tratando de mantener la calma.

El hombre retrocedió, mirando alrededor con su confusión creciendo.

-No, eso no puede ser. Esta es mi casa. Estaba aquí ayer, y no había nadie más.

-¿Tú casa?- dijiste incrédula- Es mí casa, mía. No sé quién eres pero por favor retirate o llamaré a la policía- Tu tono de voz cambió, pero estabas empezando asustarte, no sabes quién es, podría estar aquí para querer hacerte daño.

-Mira, entiendo- dijo más calmado- estás confundida. No sé cómo te llamas, seguramente la pasamos bien anoche, pero ahora es tiempo que te vayas- dijo acercandose más a ti.

-Lo siento, nada de eso, asco- dijiste firme- esta es mí casa, yo la compré. No sé quién eres ni el por qué estás aquí, pero por última vez, retírate- buscaste tu teléfono con la mirada, debías llamar a la policía.

Fuiste a la bodega debajo de las escaleras y buscaste entre las cajas una carpeta.

-¿Ves?- dijiste mostrandole el papel de propietario- este papel me hace a mí la única dueña de esta casa-

-Estás loca... esto, esto es falso- su mirada rapidamente se transformó en preocupación.

-Nada de falso, si necesitas llamar a la policía y esclarecer todo esto, adelante- tomaste tu teléfono y comenzaste a teclear.

-¡NO!- dijo en un grito que te hizo estremeser- Nada de policías, esta es MÍ casa y ese papel es basura- comenzó acercarse de manera amenazante, ahora si estabas asustada.

-Basta, no te acerques más- dijiste- si no quieres a la policía, vet...

-¡DIJE QUE NO!- gritó fuertemente, interrumpiendote- DIJE QUE TE VAYAS DE MI CASA

Estaba tan cerca ahora, era aterrador. Tus manos y cuerpo ya no respondían, una atmosfera tensa comenzó a invadir el lugar. De pronto, tu mirada chocó directamente con sus ojos, sus ojos color azul.

-Eres tú- susurraste- Alonso- recordaste aquellas fotos que habías encontrado empolvadas hacía días, era claramente él, los mismos ojos. Fue ahí que pudiste reconocerlo.

-Si, me llamo Alonso y estás empezando a molestarme demasiado- dijo mientras te tomaba de los brazos para inmobilizarte- ¡Ahora VETE!- gritó

Su grito había sido tan cerca de ti, estabas aterrada. Ya no sabías qué hacer para quitartelo de encima; probablemente iba golpearte.

-Súeltame- trataste de decir con calma- podemos arreglar todo esto.

La milanesa que habías dejado en el sartén minutos antes comenzaba a quemarse, la cocina se estaba llenando de humo y una llama de fuego estaba creciendo. Empezaba tu desesperación, este tipo no te soltaba y parecía ignorar la situación.

-Hasta que digas que te irás- dijo apretando cada vez más. Parecía cegado, ¿por qué no atendía la emergencia que tenía justo enfrente de sus ojos? Su mirada no se apartaba de ti.

-Por favor ¡SUÉLTAME!- suplicaste en un grito desesperado. El fuego comenzaba a esparcirse por la casa.

La alarma de humo empezó a sonar de manera estruendosa, pero ya no había vuelta atrás, el fuego estaba consumiendo otras partes de la casa y casi llegaba a ti. Empezaste a sudar; te iba dejar morir.

-YA DÉJAME, VAMOS A MORIR- tus gritos de súplica estaban siendo ahogados por el sonido de la alarma.

-DIJE QUE NO- gritó más fuerte

-AAAAHH...-

Cerraste los ojos con fuerza.

-¡BIP, BIP, BIP!

Saltaste de la cama en un grito. Estabas teniendo una pesadilla.

Te levantaste de la cama exaltada, empapada en sudor, las sábanas estaban mojadas también. Te tomó unos segundos recordar dónde estabas.

Temblando apagaste el despertador que seguía sonando y te quedaste sentada, tratando de analizar lo que había pasado. Tu corazón estaba latiendo tan fuerte, tus piernas no te respondían. Las imágenes de Alonso y el incendio seguían frescas en tu mente.

Sin embargo, todo estaba en orden, no había señales de humo ni fuego. Respiraste hondo, tratando de calmarte.

-Se sintió tan real- pensaste.

Hacía años que no tenías una pesadilla, sin duda esta había sido la peor de todas. No podías dejar de pensar en la mirada de aquel joven, tan aterradora y llena de enojo. ¿Por qué habías soñado así con él? 

-Mierda- exclamaste cuando viste la hora.







GHOST // Alonso VillalpandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora