ADDICTED 📖 PONDPHUWIN 📖 +18

10. El final: Hogar... 📖

Phuwin llevaba puesto un traje elegante de tonos cafés, lo había elegido de manera estratégica a juego con el de Pond, para aquella cena que habían planificado semanas atrás. Se encontraba en un lujoso restaurante, junto a sus padres quienes hablaban en susurros sobre temas ajenos a él, mientras él miraba en todas las direcciones buscando a Pond y su familia, entre la gente que hacía fila para entrar en la estancia. Llevaban tan solo unos minutos de retraso, pero aquello ya lo tenía de los nervios, porque suficiente angustiado ya estaba con lo que harían esa noche, con lo que dirían, como para que su novio apareciera retrasado a tal ocasión especial.

Llevaban más de medio año juntos, muchos en su trabajo sabían de su relación, sus amistades también estaban al tanto, pero los más importantes eran sus padres, y habían retrasado tal ocasión por meses, porque a decir verdad Phuwin tenía miedo de la reacción, y Pond le aterraba la idea de un rechazo de parte se los padres de Phuwin a pesar de que ya se conocían y se estimaban; al menos lo catalogaban como un buen amigo de Phuwin.

Cuando pasaron 15 minutos de retraso, sus padres volvieron a preguntarle a que se debía la ocasión, y él tuvo que repetirles con una sonrisa que era una sorpresa, sus padres insistían en ya hacer su pedido a la camarera que les había atendido, más Phuwin les rogó que esperaran un poco más. Intentó escribirle montones de mensajes a su novio, pero no le llegaban, así que optó por llamarlo. Tras unos dos intentos, finalmente la voz Profunda de Pond le contestó al otro lado de la línea.

—Cariño... —fue el dulce saludo.

—¿Dónde estás? —gruñó con su ceño fruncido, sin poder apartar sus ojos de la entrada, donde finalmente pudo divisar la esbelta y hermosa silueta de su pareja, quien se aproximaba con calma con su familia pisándole los talones.

—Aquí mismo —sonrió—. Había bastante tráfico, y mamá insistió en arreglarse el cabello en una peluquería a último minuto, perdóname.

Phuwin puso sus ojos en blanco y colgó con mala cara, guardando nuevamente su teléfono el bolsillo de su chaqueta. Sus padres al levantar la mirada se encontraron con el rostro resplandeciente de Pond, quien les sonrió de oreja a oreja muy contento.

—¿Pond Naravit? ¿Señora Lertratkosum? —preguntó el papá de Phuwin bastante confundido. Logrando que su hijo se tensara en la silla y desviara su atención a su novio quien se había plantado junto a la mesa a saludar.

—Muy buenas noches, señores Tangsakyuen. Será un placer acompañarlos en esta cena, tenemos tantas cosas que hablar...

—De verdad, es una grata sorpresa —asintió la mamá de Phuwin mirando a su hijo con muchas preguntas en su expresión y luego sonriéndole a Pond—. Tomen asiento.

Pond lo observó sin perder esa expresión alegre e inocente, más Phuwin lo fulminó con su mirada oscura y recelosa, el mayor se sentó en el asiento libre frente a él y le guiñó un ojo, pero Phuwin no se dejó convencer tan fácilmente de perdonarlo. Por lo que clavó su mirada en el menú que tenía entre sus manos.

Tanto sus padres como el hermano menor de Pond hablaron de manera fluida, riendo y debatiendo sobre tantos temas, desde el vínculo laboral de sus hijos, como de política y asuntos triviales del hogar. Cuando finalmente ordenaron los platos que iban a cenar, al rato la mecerá les abrió una botella de champagne por petición de Pond y todos juntaron sus copas haciéndolas sonar antes de beber.

En ese instante, Pond respiró profundamente y comenzó a hablar—: Me alegra que todos estén aquí, Phuwin y yo queríamos darles una noticia...

—¿Es sobre trabajo? —preguntó su mamá con una mirada curiosa.

—No. Es algo más personal.

—¿Van a dejar de trabajar juntos? —pregunto la señora Tangsakyuen completamente pálida como una vela, porque debía admitir que los ingresos de su hijo y las oportunidades que conseguía con diversas marcas; eran en parte por su unión como una pareja ficticia.