2- Cuidare de la manada, padre.

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KILIIAN

CAPITULO 2

La manada estaba afligida, de eso no había duda, pero su alfa, Killian, se mantenía firme ante todos, de él emanaba ondas de poder y protección haciendo que la manada se sintiera segura.

Estaban dándole sepultura al antiguo alfa que se había reusado a morir en su forma animal, el era humano con la habilidad de cambiar y así quería morir como humano, dejando entrever solo algo de su vida salvaje.

Por eso la manada ahora estaba transformada como humanos, seis hombres omegas estaban cargando el cuerpo de su antiguo Alfa para sepultarlo donde anteriormente un Gamma había cavado el hoyo donde estaría reposando sus restos.

La ceremonia fue emotiva las hembras sollozaban de tristeza, las que tenían parejas estaban siendo abrazadas por su macho mientras que las que no, estaban a una distancia prudente de su alfa percibiendo las onda protectoras que él expulsaba para hacerlos sentir tranquilos.

Killian estaba haciendo vibrar su pecho con un bajo gruñido, atento a todo pero sobre todo en ver cómo su padre se perdía de su campo de visión al ser enterrado bajo muchas capas de tierra.

Estaba cayendo una suave llovista cuando las últimas paladas de tierra taparon el cuerpo de su padre por completo y las vibraciones de su pecho fueron más fuertes haciendo que las gotas bailaran en su pecho y aulló, aulló tan fuerte que el piso vibró, los pájaros que estaban en la copa de los árboles volaron despavoridas, los vellos de todos los presentes se erizaron y bajaron su cabeza en señal de sumisión y respeto.

Paso una de sus manos por su rubio cabello que caía sobre su frente, sus ojos eran de un azul claro que parecían brillar, una hembra Gamma se aproximó a él con pasos lentos y vacilantes la miro sobre su hombro pero no hizo nada para alejarla.

Las hembras que estaba rodeando al alfa se retiraron poco a poco seguido de las parejas y los cachorros, dejándosle privacidad, transformándose nuevamente en lobos en cuestion de segundos.

- No estás solo- le dijo ella.

-Lo se, tengo a mi manada.

Ella apretó los labios, le hubiera gustado que dijera que la tenía a ella, pero no le diría nada, no en ese momento.

- Ve con los demás - le dijo sin expresión alguna.

-Pero, Killian...- la mirada dura e imperturbable de Killian la cayó por completo, ella solo asintió y salió de su vista convirtiéndose en una loba con pelaje marrón y algunas hebras negras.

-Cuidare de la manada, padre- hablo cuando estuvo completamente solo, la brisa era suave haciendo que las flores se mesieran con suavidad- continuaré con el legado Kinwolf.

Cerro los ojos disfrutando de la calma, del lugar sintiendo aún, ese incómodo vacío en su interior, no sabía porqué.

Recordó lo que su padre le había dicho.

"-Hijo, soy el único pariente cercano que tienes, cuando yo muera te vas a sentir solo, vacío... incompleto.

-Lo se padre, dejaras de estar a mi lado, así es el ciclo de la vida por más que me duela y no quiera.

-Tienes razón Pero no estás entendiendo, vas a necesitar a alguien que te complemente, alguien que sientas que por el cual tienes una razón de vivir.

-Tengo a la manada.

-Lo se, pero no será suficiente."

Había tenido razón, la única familia cercana que tenía había muerto y ahora se sentía solo, aún cuando estuviera rodeado de cientos de lobos.

Dejó el lugar donde el cuerpo de su padre estaba reposando y camino sin rumbo alguno, transformándose en el enorme e impresionante lobo siberiano, tenia tonos grises y blancos con unos ojos azules que solo poseían los lobos verdaderos, los puros.

Su manada era grande, con todos los rangos; alfas, betas, deltas, gammas y omegas, de la manada tambien habían salido lobos sigmas, lobos solitarios que preferían vivir con los humanos o vivir retirados de la manada.

El imponente lobo siberiano caminaba como un rey por todo su territorio, la tierra que estaba levemente húmeda por la suave llovizna ensuciaba sus blancas patas.

Se detuvo frente a un hermoso río con una cascada que tapaba una profunda cueva, aún así a pesar de la humedad había un aroma en el aire, era suave.

Se acostó viendo el agua cristalina y cerró los ojos Pero los abrió de golpe y se levantó con rapidez, sus orejas estaban alertas podía escuchar perfectamente los débiles latidos de un corazón.

Paró sus orejas, agudizó su audición y camino a pasos lentos hasta llegar a un lugar apartado del río, olfateo la tierra Dónde se veía removida y gruño fuerte al escuchar que desde ahí provenían los débiles latidos.

Y aulló, aulló fuerte dejándole saber a su manada donde estaba localizado para que fueran a su encuentro.

KillianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora