Capitulo 2

490 66 1
                                    

El pequeño apartamento vibraba con una energía nerviosa mientras Nate, de 20 años, se preparaba para su cita. Su rostro, normalmente sereno y decidido, ahora reflejaba una rara vulnerabilidad. Se miró en el espejo una última vez, sus ojos oscuros escrutando cada detalle de su apariencia.

Sabrina entró en la habitación con paso decidido, su presencia llenando el espacio. A pesar de su juventud, había una intensidad en ella que contrastaba con la calma habitual de Nate.

—Deja de preocuparte tanto, cariño —dijo Sabrina, su voz mezclando afecto y exasperación—. Ese policía guapo ya está loco por ti, lo puedo sentir.

Nate se giró hacia ella, su expresión una mezcla de determinación y duda. —No es tan simple, Sabrina. Tengo responsabilidades, tenemos a Luke...

—Y Luke estará bien —interrumpió Sabrina, sus ojos brillando con una chispa de desafío—. Mereces esto, Nate. Mereces ser feliz.

Nate inhaló profundamente, centrándose como lo hacía en los momentos difíciles. —Tienes razón —admitió finalmente, una pequeña sonrisa formándose en sus labios.

El pequeño Luke apareció en la puerta, sus ojos grandes llenos de curiosidad. —¿Papá se va?

Sabrina lo alzó con un movimiento fluido. —Sí, cariño. Papá va a salir esta noche.

—¿Puedo ir? —preguntó Luke, esperanzado.

Nate se acercó, su voz suave pero firme. —No esta vez, Luke. Pero te prometo que mañana haremos algo especial, solo tú y yo.

Luke hizo un puchero, pero asintió. Sabrina lo meció suavemente, susurrándole al oído: —Vamos a tener nuestra propia aventura esta noche, ¿qué te parece?

El timbre sonó, y Nate sintió una oleada de energía recorrer su cuerpo. Se enderezó, su postura reflejando una fuerza interior que siempre había estado ahí.

—Recuerda, eres Nathaniel Thompson —dijo Sabrina con una sonrisa traviesa—. Puedes manejar cualquier cosa.

Nate asintió, agradecido por el apoyo de su mejor amiga. Se dirigió a la puerta con pasos decididos, abriéndola para revelar a Rick.

Por un momento, el tiempo pareció detenerse. Los ojos de Nate se encontraron con los de Rick, y sintió una conexión que iba más allá de lo físico.

—Hola —dijo Nate, su voz tranquila pero cargada de emoción.

—Hola —respondió Rick, su sonrisa cálida y genuina—. ¿Listo para nuestra aventura?

Nate sonrió, sintiendo una mezcla de nervios y anticipación. —Más que listo —respondió, cerrando la puerta tras de sí.

Mientras se alejaban, Sabrina observó desde la ventana, con Luke en sus brazos. Sus ojos brillaban con una mezcla de alegría por su amigo y un toque de melancolía. —Va a estar bien, ¿verdad, pequeño? —murmuró, más para sí misma que para Luke—. Nuestro Nate merece un poco de magia en su vida.

————

Nate y Sabrina se mantenían a una distancia prudente de Lori y Shane, sus ojos vigilantes siguiendo cada movimiento de Luke mientras hablaba con Carl. La postura de Nate era tensa, su instinto protector en alerta máxima, mientras Sabrina irradiaba una energía inquieta, lista para actuar al menor indicio de peligro.

—No entiendo por qué le caigo mal a Lori —murmuró Nate, su voz baja y controlada, pero con un toque de frustración.

Sabrina giró hacia él, sus ojos brillando con curiosidad. —¿Por qué piensas eso, cariño?

Nate frunció el ceño, su mirada fija en la distancia. —Desde que llegamos, siempre me mira mal y es muy cortante conmigo, como si le hubiera hecho algo personal.

Una sonrisa sardónica se dibujó en los labios de Sabrina. —Qué extraño. Bueno, no le prestes atención a esa perra —soltó, su tono desafiante y sin remordimientos.

Antes de que Nate pudiera responder, el sonido estridente de una alarma de auto cortó el aire. En un instante, ambos se pusieron en acción. Nate se movió con determinación hacia la RV, su cuerpo tenso y listo para enfrentar cualquier amenaza. Sabrina, con movimientos rápidos y fluidos, agarró la mano de Luke, manteniéndolo cerca.

Un auto rojo apareció, y de él emergió Glenn. Luke se soltó del agarre de Sabrina y corrió hacia Glenn, envolviéndolo en un abrazo. Nate observó la escena con una mezcla de alivio y cautela, su postura relajándose ligeramente pero sin bajar la guardia.

Mientras Shane regañaba a Glenn y Amy lo bombardeaba con preguntas, Nate y Sabrina intercambiaron una mirada, comunicándose en silencio. Cuando finalmente el grupo se dispersó, se acercaron a Glenn.

—Nos alegra verte bien, Glenn —dijo Nate, su voz cálida pero controlada. Lo envolvió en un abrazo breve pero sentido, sus ojos escaneando rápidamente a Glenn en busca de heridas.

Sabrina, parada junto a ellos con Luke pegado a su lado, sonrió ampliamente. —Bienvenido de vuelta al infierno, chico pizza —bromeó, pero había un innegable tono de alivio en su voz—. Nos tenías preocupados.

Nate asintió, su expresión tornándose seria. —¿Cómo estuvo todo allá? ¿Están todos bien?

El rugido de un camión acercándose interrumpió la conversación. Nate se tensó instintivamente, su cuerpo preparado para cualquier amenaza. Sin embargo, cuando vio a los supervivientes bajando, una mezcla de alivio y ansiedad lo invadió.

Mientras las familias se reunían, Nate observaba con atención, su rostro una máscara de calma que ocultaba la tormenta interior. Shane preguntó sobre su escape, y Glenn mencionó a un "chico nuevo".

—Hey, chico helicóptero, ven a saludar —llamó Morales.

El tiempo pareció detenerse cuando Nate vio a Rick Grimes descender del camión. Su corazón se detuvo por un instante, una oleada de emociones contradictorias amenazando con abrumarlo.

—¡Papá! —el grito de Carl rompió el silencio, seguido por Lori corriendo hacia Rick.

Nate permaneció inmóvil, su rostro una mezcla de shock y dolor contenido. Años de práctica en mantener la compostura le permitieron no derrumbarse allí mismo, pero sus ojos, llenos de una profunda tristeza, lo traicionaban.

Sabrina, percibiendo el tumulto emocional de Nate, se acercó silenciosamente, envolviéndolo en un abrazo protector. Su usual exuberancia se transformó en una presencia reconfortante y sólida.

Cuando los ojos de Rick se encontraron con los de Nate, el cambio en la mirada del oficial fue evidente. Fue la gota que colmó el vaso para Nate, quien, incapaz de soportar más, se alejó con pasos rápidos pero controlados, Sabrina y Luke siguiéndolo de cerca.

En la privacidad de su tienda, las barreras de Nate finalmente se derrumbaron. Las lágrimas fluían libremente, pero incluso en su dolor, mantenía una dignidad silenciosa.

Sabrina lo envolvió en sus brazos, su voz suave pero firme. —Todo va a estar bien, cariño. Déjalo salir. Estoy aquí para ti, siempre.

Nate se volvió hacia ella, abrazándola con fuerza y atrayendo a Luke hacia ellos. En ese momento, no era el protector, el fuerte; era simplemente un hombre herido buscando consuelo en su familia elegida.

—Lo superaremos juntos —murmuró Sabrina, su tono mezclando determinación y compasión—. Somos más fuertes que esto, que él.

Nate asintió silenciosamente, permitiéndose ser vulnerable por un momento. Sabía que pronto tendría que recomponerse, volver a ser el pilar de fuerza para los demás. Pero por ahora, se permitió llorar, sostenido por el amor incondicional de Sabrina y Luke, su verdadera familia en este mundo cruel.

Latidos Del Apocalipsis (Rick Grimes x Male)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora