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Andrew se encontraba tomando un té calentito en las piernas del mayor, sin poder mirarlo a los ojos.

— ¿Mejor?... —preguntó Jayden mientras limpiaba el sudor del chico con un pañito.

— Sí...Jayden, yo...

— Ya te disculpaste y estás perdonado. Me tomé mi tiempo, porque ya te imaginarás que nada de lo que pasó ayer me contentó, se que lo que dijiste o hiciste fue por presión e impulso, pero también sé que eres mejor que eso, eres mejor que las ganas de ser popular y aceptado por gente que no vale la pena ¿Cierto?

— Cierto...

— Estaba muy decepcionado de lo que había ocurrido y es verdad que te ignore y fui un poco cortante contigo, eso tampoco estuvo bien y me disculpo, pero nunca nos había pasado esto. No estaba seguro de cómo me sentía y cómo reaccionariamos si llevábamos aquello a una discusión o pelea. No quería eso porque siempre arreglamos todo bien.

— Lo sé...perdón, estuve mal, y sinceramente estaría enojado aún si fuera tú, no se por qué dije lo que dije, no volverá a pasar, estoy realmente arrepentido y avergonzado.

El mayor sonrió y asintió suavemente, sabía que estaba diciendo la verdad. Vio al menor dejar la taza en la mesita y acurrucarse en su pecho. Se dedicó a acariciarlo, quería que supiera que ya no estaba enojado, le aliviaba que hubieran hablado del tema, pero eso no era lo único que había por hacer.

— Tu dijiste que estabas enojado ayer...Ya no lo estás ¿Eso significa que vas a...?

— ¿A castigarte? Por supuesto. Creo que ambos sabemos que este trasero merece un buen castigo ¿No es así?

El menor sintió sus mejillas enrojecer y asintió avergonzado.

— ¿Cómo vas a...?

— Unos buenos azotes con la mano y alguna de las cosas que compré el otro día, pero está vez las voy a usar en serio. También algo más, pero de eso nos ocupamos luego.

El menor asintió algo nervioso, sabía que hoy se llevaría un buen castigo, quizás uno de los más fuertes, teniendo en cuenta todo lo que pasó.

— ¿Quieres dormir un rato? ¿Comer? Podemos castigarte en la noche o más tarde.

Era extraño, nunca había tenido palabra en las decisiones de sus castigos, pero por muy bueno que sonara, iba a estar ansioso y nervioso en la espera, así que negó.

— ¿Podemos hacerlo ahora mismo?

— Podemos hacerlo ahora mismo, por supuesto.

El menor respiró hondo y tronó sus dedos nervioso.

— Hey, es un castigo, pero sabes que no es nada que no vayas a soportar, va a doler, sí, va a ser incómodo y severo, sí ¿Largo? También, pero sabes que nunca llegaría ni cerca de tu límite. Vamos al estudio y empecemos con esto.

El menor asintió y fue con su novio a su oficina. El mayor apagó las computadoras y tomó una de las sillas, poniéndola en el medio del lugar. Se sentó, se arremangó las mangas de su camisa y lo miró a sus ojos, los cuales evitaban el contacto visual.

— Baja tus pantalones, tus boxers y quita toda tu ropa.

El menor obedeció apenado, no solía ser castigado sin nada de ropa.

— Tus medias también.

El chico asintió y obedeció con su cara roja, un frío recorrió su cuerpo y se posiciono en sus piernas cuando el mayor palmeó sus rodillas indicándole que se tumbara.

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̨𔓕¡Take care of me! ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora