Conversación Deseada

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5:00 p.m. estacionamiento de SK Industry.

Hara salía del ascensor visualizando el convertible negro de Jung, se apresuró a ingresar en el auto manteniendo una sonrisa, el chico quien se encontraba con una ropa casual, se veía magnífico bajo las pocas luces que había en el estacionamiento, antes de empezar la marcha ambos se miraron fijamente, como si sus ojos se dijeran todo lo necesario.

El camino a la cabaña era de una hora con veinte minutos, el trayecto era en silencio, ya el atardecer los despedía y la música que salía del reproductor era amena para los dos, era un silencio que no era incómodo, quizás muchas eran las preguntas que no se sabía ni por dónde empezar. Al descender del auto, luego de llegar, juntos se adentraron al lugar, el cual tenía la mesa ya puesta con una gran cena, Hara sonrió y abrazo a Jung, un abrazo que de seguro ambos necesitaban.

—Espero te guste la comida, es puré de papa con pechuga gratinada, recuerdo que es un platillo que te gusta tanto como las pastas.

—Amo que no hayas olvidado mis gustos, ni aun con tu nueva exnovia —sonríe la joven de forma sarcástica antes de separarse y tomar asientos en la mesa.

—Todo tiene una explicación, soy un libro abierto, pregunta lo que desees, ya sabes prácticamente toda la historia...

—Primero... Quiero saber qué pasaba por tu cabeza cuando me terminaste, ¿por qué no me dijiste? Y no acepto que digas que es para protegerme...

—Hara... Estaba en un momento de presión absoluta por parte de Sook, tenía miedo de que te enteraras y me mandaras al carajo, tenía miedo de que creyeras las mentiras que saco esa mujer contra mí por no querer estar con ella, solo quería protegerte de sus garras, no quería lastimarte, esa noche llore tanto como no te lo imaginas...

Su voz era sincera, por lo que ella simplemente empezó a comer o la comida se enfriaría, era complicado escuchar esas palabras, pero el cuestionario no terminaba allí. Preguntas tontas con respuestas significativas.

—¿Y tú me amas?

—¿Qué si te amo? Yo, Jung Kim, te amo como no tienes idea, me quise hacer la idea de que nunca más volverías, solo quería dejar de sentirme mal, pero no pude, por eso nunca te pedí el divorcio, simplemente no quería buscarte un reemplazo, eres irremplazable... Yo nunca te he dejado de amar... ¿Y tú me amas a mí?

—Jung, la verdad es que tampoco he dejado de amarte, no es tan fuerte como antes, debo serte sincera en eso, porque me rompiste el corazón en la manera tan atroz con la que me terminaste... Cada que recuerdo eso, solo puedo llorar y llorar, solo es ese detalle, pero enamorada de ti, claro que lo estoy, vivimos tantas cosas que eres la mitad de mi corazón...

El joven, tras escuchar aquellas palabras, se colocó de rodillas ante la mujer que tenía en frente, tomo con determinación sus temblorosas manos y deposito un tierno beso en el dorso de estas, con una sonrisa fue recibida su acción por parte de su contraria.

—Hara, te prometo que esta vez no te volveré a mentir, solo dame la oportunidad de estar contigo... No sé si en tres meses llegue a ir prisión, pero... Tú me puedes ayudar a pasar ese mal trago amándome... Yo...

No pudo terminar de completar su frase cuando sus labios fueron sellados en un casto beso que no fue tan duradero, su petición al parecer ya tenía una respuesta positiva.

—Hablas mucho, ¿sabías?

—Hablo mucho cuando me pongo nervioso, y, tú me logras poner siempre nervioso...

—Juntos saldremos de esta, mi amor...

Ese último sobrenombre hizo que el corazón de Jung empezara a latir tan fuerte y rápido que como primera reacción abrazo con fuerza a la joven estampando un beso en sus labios tratando de tranquilizar aquellos latidos acelerados.

Ese beso se iba volviendo más intenso, la necesidad de ambos tenerse ya no la podían seguir ocultando que en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraban juntos en la cama con sus cuerpos desnudos profanando aquel amor que tanto se deseaban. Jung, bajo su especialidad de conocer cada parte de Hara la estaba llevando al cielo con el sexo oral que le proporcionaba. La joven se retorcía en las sábanas, la habitación estaba inundada de sus gemidos y berridos, llegar a un clímax placentero era lo que querían.

Cambiaron de posiciones iniciando aquel jugueteo, ambos se dieron ese placer que los hacían gritar en aquel éxtasis donde sus cuerpos se deseaban y se consumían en el fuego de la pasión. Pero para completar la fiesta de gemidos, las penetraciones que Jung ejercía dentro de Hara eran demasiado violentas, sus cuerpos chocaban por el sudor, los gemidos se incrementaban y los arañazos entraban en la fusión.

La necesidad que ambos se tenían la desquitaban en aquella cama que guardaría su gran noche. Después de un par de estocadas juntos llegaron al final del éxtasis del placer, sus pensamientos se encontraban nublados, sus respiraciones eran aceleradas, sus reacciones eran tardías y solo los besos lograban tener lugar en ese momento de poca lucidez.

—Te amo... Te amo muchísimo Hara...

—Te amo mucho más... Mi esposo...

Un último beso selló aquella intensa noche, puesto que como dos bebes acurrucados uno contra el otro se quedaron dormidos hasta lo que les quedaba de tiempo de la mañana siguiente, puesto que fueron los rayos de sol que los levantaron, a pesar de que no tenían que trabajar, su conversación había quedado inconclusa al dejar llevarse por sus emociones, hubo un punto que no fue tocada, sino hasta el desayuno del día siguiente.

Hara se había despertado primero que Jung, colocándose su camisa que le quedaba como vestido, para bajar hasta la cocina y preparar un delicioso desayuno que constaría de panqueques con miel, junto a una ensalada de frutas y café tinto.

Unas grandes manos atraparon su cintura, mientras una voz medianamente ronca por estar recién levantado le dieron los buenos días, era su amado quien después de un beso tomo asiento en la mesita de comedor observando lo que su mujer realizaba.

—¿Dormiste bien, cariño?

—Cómo un bebé a tu lado, pero no me gusto despertar solito, pensé que te me habías ido.

—No seas tontico, no te dejaría, más bien disfruta de tu desayuno, lo hice con mucho amor para ti.

Sonríe encantada para colocar ambos platos en la mesa y tomar asiento a su lado, como recompensa obtuvo un beso de su contrario por la agradable sorpresa.

—Amo que me cocines, creo que ya no necesitaremos de Yona.

—Frente a eso... No sé si Jenner te contó lo que ocurrió con esa chiquilla, realmente debemos tener un lugar seguro para hablar y ese debe ser nuestra casa, cuando llegue por un momento pensé que te revolcabas con tu empleada, pero seguro su molestia fue por su jefa Sook Han.

—¿Me creerías si te digo que no estuve con ninguna mujer durante estos cinco meses? Por qué en verdad no lo estuve, y Yona no es la que me va a atraer para estar con ella.

—Ahora que sé la verdad, te creo que no estuviste con nadie, si no lo supiera ten por seguro que pensaría eso.

—Lo sé y lo lamento... Hara... ¿Tú crees que todo salga bien?

—No lo creo, estoy segura, y con mi ayuda saldremos de esta juntos, ayudaré a limpiar tu imagen, Sunnie ya dio un buen aporte, pero verás que conmigo funcionara mejor, a mí no me da pena besarte en público y devorarte esos labios.

Con una pequeña risilla la mujer le estampa de nueva cuenta un tierno beso, extrañaba sus labios, sus caricias, todo de su esposo y ahora que lo volvía a tener no quería ni siquiera soltarlo. Luchar por la libertad de Jung no era algo tan fácil con tantos cargos, Hara tendría que hacer ver lo valioso y buena persona que es su esposo, quizás para ella no sea difícil, pero con Sook por delante, nada es fácil. 

¿¡Mi ex es mi jefe!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora