Nota de la autora: Un agradecimiento especial a mi beta, stgulik, cuyas increíbles habilidades nunca se pusieron en juego tanto como en este capítulo. Gracias, Jules, por tomarme de la mano.
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He tenido pesadillas demasiadas veces como para pensar que ya no significan mucho
Y los buenos tiempos han pasado y han salido de mi triste hogar y los amigos a los que alguna vez les importé salieron por la puerta
Pero el amor no tiene orgullo cuando llamo tu nombre y el amor no tiene orgullo cuando no hay nadie a quien culpar,
Pero daría lo que fuera por volver a verte
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Todas las noches eran iguales. Severus caería en el poco sueño que podía encontrar, pensando en la advertencia de Poppy de que Hermione tendría que expiar por las manipulaciones de Albus. Todas las noches, fantaseaba con volver a ese momento en la Torre de la Astronomía, solo que en su fantasía era él quien decía la fatídica maldición.
Saboreando lo dulces que eran las palabras en su boca cuando arrojaba al anciano de la torre.
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Al comienzo del trimestre, Severus había hecho arreglos para que Hermione tomara clases privadas con cada profesor, pero había tardado varias semanas en coordinarlo. Ella lo había esperado con ansias; serviría como un esbelto recordatorio de la vida que una vez había llevado, antes de que Voldemort lo hubiera destrozado todo, y Albus Dumbledore hubiera incinerado las piezas que quedaron.
Se había acordado que se reservaría un aula sin usar para este propósito. Aunque le molestó a Hermione ser apartada tan descaradamente, llegó a estar de acuerdo con Severus en que esta sería la solución más segura. Ella decidió sacar el mejor provecho de ello. Trabajaría doblemente duro para demostrar a sus maestros que no esperaba ninguna concesión especial; estaba allí para aprender de ellos y para sobresalir a pesar de estas circunstancias menos que ideales.
Comenzó con Aritmancia, la primera clase del día. Se sentó en su escritorio, con el libro abierto, su pluma y su pergamino, lista para la instrucción. La profesora Vector entró en el aula, se sentó en el escritorio y miró silenciosamente por la ventana. Después de cinco minutos, Hermione preguntó "¿Profesora? ¿Hay algún problema?" Se encontró con un silencio duro y desdeñoso. No se respondió ninguna pregunta, ninguna consulta respetuosa. Era como si la maestra estuviera sola en el salón, sin nada que hacer mientras pasaba la hora más que mirar hacia el campo de Quidditch.
Hermione sintió que su cara ardía de mortificación. El espectro de Charity Burbage se cernía entre ellas. Ella se dijo a sí misma que estaría bien, pero una hora parecía durar tanto tiempo cuando transcurría bajo de la descarada y flagrante negativa a siquiera mirar hacia ella.
Cuando sonó el timbre, Vector se levantó y se fue sin palabras, tal como había llegado. Momentos después, llegó la profesora Sinistra. Y de nuevo, Hermione soportó una hora de silencio, un silencio tan profundo como un pozo y tan inflexible como una pared.
Para el momento en el que Hermione había pasado cuatro largas horas con Vector, Sinistra, Slughorn y, para su completa humillación, la profesora McGonagall, Hermione se sintió enferma de vergüenza. Cuando sonó la campana del almuerzo, corrió a las habitaciones del director.
Extrañamente, Severus no le preguntó cómo fueron sus clases. Cuando ella le dijo que había decidido que el momento no era el mejor y que comenzaría sus clases un poco más tarde en el mes, él no comentó nada. Lo sabía. Lo sabía, y no podía, o no quería, hacer nada al respecto. Ella comía en sus habitaciones. Estudiaba en la biblioteca después del horario laboral.
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Ocúltame
FanfictionLa ira de Severus ante los intentos de Sirius Black de seducir a Hermione plantea dudas sobre sus propios sentimientos hacia ella. El pasado y el presente se entrelazan en una historia de protección, traición y confianza. Traducción autorizada de La...