No me digas secretos y no te diré mentiras

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Nota de la autora:  Ha pasado un tiempo y necesito reiterar periódicamente que no soy dueña de ninguno de los personajes con los que juego tan desenfrenadamente. Pertenecen a JK Rowling y Warner Brothers. Si me pertenecieran, recibirían mucho más chocolate y muchos menos dolores de cabeza. Gracias a stgulik, mi fenomenal beta. Simplemente no tienen idea de lo necesaria que es ella para esta historia. Muchas gracias a los LJ 'Teddypeeps' que constantemente me alientan a seguir escribiendo, y a ustedes, por quedarse con esta historia después de más de un año de trabajar en ella.


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Te quiero cuando estás cerca de mí, quiero que nunca estés lejos
Sé que me has puesto una trampa, sí, te conozco, pero no sé quien eres.

Tirado en el suelo, todavía estoy quieto como una piedra, ¿qué cambió mi amor por desesperación?
La luz a través de las nubes atrapó el aroma de un alma, en un momento, mi amor, soy capturado, capturado.

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"Puta de Gryffindor. ¡Puta, puta de Gryffindor!"

Hermione caminó más rápido.

"¡Puta, puta de Gryffindor! ¡ Puta, puta de Gryffindor!"

Otras voces se unieron a la burla. Voces que reconoció. Voces de estudiantes que solían llamarla amiga.

"¡Puta, puta de Gryffindor! ¡Puta, puta de Gryffindor!"

Ella dio la vuelta en una esquina y se dirigió hacia la Enfermería, tratando de caminar rápido pero sin correr. Las voces se hicieron más y más fuertes, el canto reverberó en las paredes.

"¡Puta, puta de Gryffindor! ¡Puta, puta de Gryffindor!"

Trató de mantener sus muros de Oclumencia altos. No quería que Severus escuchara esto. Ella gritó cuando algo duro le golpeó el hombro, y miró a su alrededor para levantar un escudo en su defensa. Se volvió para ver a un grupo de tercer año saliendo de Estudios Muggles, cantando y burlándose de ella. Alecto Carrow los estaba animando.

Hermione sollozó y empezó a correr, gritando: "¡Paren! ¡Paren, por favor!"

"¡Puta, puta de Gryffindor! ¡ Puta, puta de Gryffindor!"

"¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ EN NOMBRE DE LA BARBA DE MERLÍN?"

La voz de la señora Pomfrey sonó en el pasillo, fuera de la enfermería. Hermione tropezó con ella y se metió en la seguridad de la Enfermería justo cuando Alecto Carrow se burló de ella imitando su voz. "¡Paren! ¡Paren!"

La risa la rodeó. Alecto volvió sus ojos despectivos hacia Hermione e hizo un gesto de burla. "¿Ven? Se los dije, ¿no es así? Los sangre suc-" Se detuvo a sí misma mientras Poppy la miraba. La Mortífaga de cara plana continuó con una voz burlonamente dulce y falsamente contrita, "- quiero decir, los nacidos de muggles - son de piel muy delgada. Débiles, llorones. Sin resistencia. Solo drenan el mundo mágico, como han visto", terminó, una nota de compasión manchando su tono grueso y gutural. "Pobre Director Snape. Uno tiene que compadecerse de él, que tiene que cargar con esta. Una lección sobre los peligros de tomar decisiones tontas, chicos y chicas."

Su rostro se iluminó, sin quitarle los ojos de encima a Hermione. "Vengan, clase. A continuación, les mostraré cómo reconocer a un nacido de muggles a simple vista. Por supuesto, pronto se extinguirán, pero hasta ese día..." Ella se rió de forma ruidosa, ganando una risita de varios Slytherins. No pocos estudiantes de otras casas también se unieron.

Mientras el grupo se giraba y se dirigía por el pasillo, Poppy se paró en la puerta de la Enfermería, hirviendo de rabia. "¡Perra odiosa!" Ella siseó en voz baja. Se volvió hacia Hermione, que estaba temblando en la esquina. La cara de Poppy se ablandó. "Oh, Hermione, ¿qué pasó?" Puso su brazo alrededor de la joven temblorosa y la llevó de vuelta a sus dominios. "Vamos a conseguirte una taza de té y una poción calmante..."

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