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Cerré mis ojos con fuerza al escuchar los disparos, sentí como mi respiración se cortó cuando vi a Mike caer al suelo, sin pensarlo dos veces corrí hasta el lo más rápido que mis piernas me lo permitieron.

Me arrodille para hacer presión en sus heridas sintiendo mis ojos cristalizarse. Mike es como mi segundo padre, no quiero que se muera, no puedo permitirlo.

-Mike no te vayas, si, mírame, no cierres los ojos.

Mis manos llenas de sangre temblaban, me quité la sudadera que tenía en la cintura para hacer presión en la herida.

Todos estaban encima de Mike intentado parar el sangrado con sus manos pero sentí como mi corazón se rompía al verlo cerrar los ojos.

‐¿Mike? Espera por favor, no te vayas, espera un poco, no te vayas-Sacudi su cuerpo intentado despertarlo.

‐Mike despierta-Demandó, sacudiendo su cuerpo hasta que el sonido de una ambulancia cerca llena mis oídos logrando que me tranquilizará.

Dentro de la ambulancia lo reanimaron para mantenerlo más o menos estables hasta llegar al hospital en donde podrían hacer la respectiva cirugía para extraer las balas.

Me quedé en la sala de espera pensando en lo que sucedió esa noche, como todos estábamos divirtiendonos, hasta el mismo Mike lo hacía.

¿Cómo podemos ser tan vulnerables?

Intentaba unir cables en mi cabeza de quien fue, el sonido de una moto se reproducía una y otra vez en mi cabeza, un arma siendo disparada, quizás una PG90 por el sonido, mis manos intentando para el sangrado, el sonido de derrape, todo lo que paso en tan solo segundos.

Me sobresalte cuando siento como alguien coloca una mano en mi hombro, miró hacía arriba encontrando a Marcus en frente de mí con lágrimas en los ojos y sin poder evitarlo mis ojos se cristalizan antes de levantarme para abrazarlo.

-Estará bien pulga, el es fuerte-lo abracé con fuerza sintiéndome débil, estaba triste por todo lo que estaba pasando.

¿Por qué todas las personas a mi alrededor mueren? ¿Por qué parece que cuando soy más feliz la vida me los arrebata?

-Deberías irte a casa, descansar, puedes venir mañana, yo lo cuido hoy-asiento secándome las lágrimas para separarme del abrazó—Ten cuidado.

—Tu también, cuídalo.

Me fui a mi casa y de inmediato fui a la ducha para quitarme toda la sangre que tenía en la cara y brazos. Me sentía tan débil, tan vulnerable, tan inútil por no haber ni siquiera haber visto la motocicleta.

Estaba sentada en el suelo abrazando mis piernas mesiendo mi cuerpo hacía delante y hacía atrás sintiendo el agua caer sobre mi cuerpo mientras el agua roja ensangrentada se iba por el desagüe.

Era extrañó estar triste, porque jamás lo estaba, siempre sonreía ante las situaciones que me presentaba la vida pero no sabía como sonreírle a esta.

Miraba la taza de cereal revolviendo el mismo sin ánimos de comer hasta que por fin lo dejé tirado y me fui a tumbar en la cama.

Las horas pasaban pero no podía dormir por más cansada que me sintiera, al cerrar los ojos volvía a el mismo escenario de siempre, con Mike muriendo en mis brazos, estaba en un bucle del que no pude salir hasta que Marcus apareció en mi habitación.

Olvidé cuanto tiempo estuve en ese estado en el que solo pensaba que habían pasado unas horas pero en realidad habían pasado días.

—Mierda, esto huele horrible y tu pareces un zombie—Lo miré sin ánimos antes de voltearme hacia el otro lado de la cama.

Reflections | Armando AretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora