El Principito.

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Los soldados son ruidosos, el vino y las prostitutas abundan está noche. Supongo que se lo ganaron. Estamos celebrando.
Y se lo merecen.
Yo estoy muy a gusto aquí, hasta que Sam abre la maldita boca.

-Ya deberías casarte, en serio no sé qué mierda estás esperando -dijo Sam.

-Maldicion, déjame en paz. Ya te pareces a mi madre- cerré los ojos y bebí de la cerveza que tenía en mis manos. Los hombres estaban animados después de una ardua batalla. Derrotamos a una facción de los malditos Baratheon, tuvimos bajas mínimas, había motivos para festejar, al menos hoy.

- Bueno, ella tiene razón. Debes tener herederos. Expandir tu casa, no puedes esperar que tus hermanas hagan todo el trabajo. - sonreía, el muy maldito.

-Callate, gracias a los dioses mis sobrinas distraen a mi madre, y no sé si te has dado cuenta, pero estamos en guerra. No hay tiempo para eso. - no es que no lo haya pensado, pero nadie me llamaba la atención lo suficiente, nadie de mi casa al menos. Solo él...

-Siempre hay tiempo para el sexo, y el matrimonio es sexo, solo se trata de engendrar hijos y listo. - dijo riendo escandalosamente mientras tomaba de la cintura a una de las mujeres que había en el campamento, la que servía más comida al grupo de soldados de al lado. Eran prostitutas de un pueblo cercano, atendían a los hombres y luego se iban a la cama con el mejor postor.

-Mirala, creo que ella haría un buen trabajo.- dijo acariciando su vientre sobre la tela del vestido gris. Ella era rubia, con ojos de azul claro. Rio falsamente en sus brazos y apretó sus grandes pechos contra él. Mi amigo los sintió, desvío su vista de mi a ella, en especial a su escote. Puedo jurar que sus pupilas se dilataron. Idiota.
Se miraron un momento, luego ella siguió trabajando. Él la siguió con la mirada.

-Ya has elegido. Por lo que veo. - dije, observando todo.

-No todos somos tan exigentes como tú, Ben. Solo quiero un cuerpo tibio en el cual sumergirme, desahogarme unas horas y seguir mí camino. Follar es facil. Aunque entiendo que debe ser difícil elegir a alguien para tener descendientes, pero aún así, maldita sea, ¡ya elige a alguien! - la expresión en su rostro era divertida.

-Parece que todo el mundo esta preocupado por casarme. No lo entiendo, yo estoy disfrutando el momento.- dije recostandome en mi sillón. -No quiero dejar de pelear por tener que cortejar a alguien.-

-¿Disfrutando el momento? - pregunto estupefacto - Ja, sólo tú podrías decir algo así. Pero llegará el día en que Ben el Sangriento deberá casarse. Ya quiero ver eso.- volvió a reir. El alcohol hacía su efecto.

-Cuando tenga que hacerlo lo haré. Escogeré al primero que vea y listo.- dije agitando la mano.

- Lo dices como si no tuvieras gustos específicos - me señaló.

-No sé de qué hablas- seguí bebiendo.

-No te hagas el idiota, omegas macho, piel clara, cabello castaño y ojos verdes. Siempre escoges a alguien que tenga esos rasgos. Me pregunto a quién te recuerdan.-

-Muerete.- fruncí el seño, maldito metiche. Lo escuché reír más fuerte. Pero en ése momento hubo un gran alboroto. Los hombres silbaban y aplaudían. Me gire para ver qué diablos pasaba. Al parecer más omegas se unían al festejo. Un grupo de ellos avanzaba, la mayoría era manoseando por más de un soldado a la vez. Todos mostraban sonrisas falsas, pero no rechazaban a nadie.

-Tal vez no te cases aún, pero debes practicar antes de que se te olvide cómo funciona la cosa, amigo, por el bien de tu futuro esposo. Y de eso, me encargo yo.- Iba a contestar, pero el idiota de mi amigo se puso de pie e hizo señas para que todos alrededor se callarán.

-¡Hombres! puedo hablar por todos y decir que, en honor a una gran batalla, nos esforzamos buscando algo de tu agrado, mi lord. -su sonrisa se amplio demasiado, esto no es bueno - Le dejamos un pequeño obsequio en su tienda, un lindo Omega para calentar su cama esta noche, ¡lo mejor para Ben el Sangriento!- el ruido de todos juntos fue escandaloso, solo por no despreciar a mis hombres, me forcé a torcer mis labios y levantar mi cerveza para un brindis. Maldito sea Sam. Mañana lo mataré . Lo juro.

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