Aliados.

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- ¡¡¡Te dije que la sueltes!!!- grité.

Al tiempo que rompía una botella de licor en la cabeza del maldito.
El líquido y los trozos de vidrio volaron en todas direcciones.
Tuvo suerte de que estemos lejos de las llamas.
Creí que sería suficiente para tumbarlo.
Claro que no.
Era un alfa enorme, de tez oscura y músculos visibles.
Se necesitaba más para vencerlo.
Levanto la mirada, sus ojos mostraban ira pura, se abalanzó sobre mi.
Logré inclinarme a tiempo y ambos caímos al piso.
Daemon me enseñó eso. Cómo Omega, no importa cuánto entrene, nunca tendré la fuerza de un alfa.
Pero soy rápido y ágil.
Puedo desviar sus movimientos y usarlos a mi favor.
Comenzamos a rodar en el suelo.
Cuando quedé sobre él le dí un derechazo a la nariz.
La sangre broto, y al volver a girar cayó sobre mí rostro.
Una mujer semidesnuda saltó sobre nosotros gritando.
Las llamas estaban cerca.
Tenía que salir de aquí.
Teniamos que salir de aquí.
Al girar de nuevo, recibí de él un fuerte golpe en la boca.
Inmediatamente saboree el gusto a hierro.
No pude volver a girarnos, por más que intenté. Su golpe me dejó un poco aturdido.
No había otra opción.
Tomé la daga de mi cintura y se la clavé en el muslo antes de que me golpeara de nuevo.
Su grito se unió al de los demás.
Lo empuje y lo quite de encima recuperando mi arma. Me paré rápidamente.
Llevábamos un buen tiempo peleando.
No había sacado mis armas hasta ahora. Pero era necesario. Él me supera en fuerza. Y no puedo dejar que gane.
Sería humillante.
Interferiria con la misión.
Y terminaría como esa chica.
La que está desnuda, solo cubierta por mi capa, hecha bolita en un rincón observando todo.
Aún desde aquí puedo ver sus ojos mirándome.
Tiene grandes ojos azules.
No tan bonitos como los de mi pareja.
Pero se parecen mucho.
Quizá por eso no pude dejar de mirarla en cuando me topé con ellos en este mugroso lugar.
Me distraje.
Senti que jalan de mi cabello.
Maldita sea, sabía que debía cortarlo, ya esta largo.
Pero a Ben le gusta.
A él le gustan mis rizos, solo por eso descarté totalmente cortarmelos.
Y ahora este miserable los jala con tanta fuerza que podría dejarme calvo.
¿Y si mi alfa ya no me quiere así? Pensar en eso me sacude.
Padre me enseñó que hacer en estas situaciones. Habló de esto.
Calma. Respira. Piensa.
¿Cómo era?
Sujeté la mano que él tenía en mi cabello, y giré hacia un costado, bajo su brazo.
Lo tome, me liberé y lo torci tras su espalda.
Así, le dí una fuerte patada en el trasero y lo mandé al piso. Cayó sobre un montón de vidrios, oí sus gritos aún por sobre él crepitar de las llamas.
Tardó bastante intentando levantarse.
Aproveché para volver a tomar mi espada, se me había caído antes de que comenzaramos a revolcarnos en el suelo.
No soy fan de ellas, pero no puedo pelear siempre con arco, flechas y dagas.
Gracias a los dioses decidí traer una en mi equipaje.
Él aún estaba de rodillas cuando me coloqué rápidamente al frente y apoyé la punta de mi arma en su cuello.

-¡Rindete!- grité. Estaba harto de esto.

Sentía sangre en mi boca y las llamas se acercaban.
Veo que tiene un corte grande en la frente.
Su nariz está rota y su labio igual.

- Pequeña zorra. No eres diferente a ella.- señala con la cabeza a la chica a mis espaldas.
-Solo sirves para una cosa. - dice con una sonrisa asquerosa en su rostro.
- Me encargaré de que los alfas más repugnantes te follen. Lo prometo.- dice con odio.

Siento algo en el fondo de mi alma encenderse de golpe.
Siempre lo mismo.
Toda mi existencia resumida a la condición de Omega.
No un Principe.
No un Heredero.
No un guerrero.
Un Omega.
Solo eso.

-Tus palabras se ahogan en su propia vileza, mientras la mia corta como la hoja que te sentenciará; no verás otro amanecer.
Lo juro.- respondí.

Y hundo la espada en él.
Ingresa sobre su clavícula y atraviesa la espalda.
Se oye un horrible gorjeo.
Sus ojos están muy abiertos, su boca también. Definitivamente no esperaba que lo hiciera.
Retiro la espada rápidamente y la sangre se derrama.
Tarda un instante, y aún con sus ojos viéndome, se derrumba hacia la derecha.
Me quedo observando la escena.
Cuando un ruido detrás de mí me alerta.
A unos 5 metros el fuego ha alcanzado las botellas de licor de una de las mesas y éstas explotaron.
Más allá, las telas que colgaban del techo formando extrañas tiendas que daban... privacidad a los clientes, ahora arden, y conducen las llamas directamente al techo.
Veo que del fondo del local se acercan corriendo entre el humo, dos mujeres que apenas llegan a cubrirse la desnudes con las manos, y un alfa gordo, gracias a los dioses él está vestido. Mis ojos no resistirían tal cosa.
Hay más gritos. Hay humo. Hay pánico.
Ésto ayuda a que nadie preste atención al hombre desangrándose en el suelo.
Debo irme.
Me acerco a la chica.
Ella no se ha movido, sigue en el mismo lugar.
Está desnuda, y aterrada, como puedo trato de hacerla reaccionar.
Así que la sacudo un poco, no es mi intención tratarla mal, pero no puedo cargarla.

Mi Principito...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora