Sin Tiempo.

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Es una locura.
Todo ha sido una locura.
Una tras otra.
Desde que murió el abuelo no hemos tenido paz.
Yo no la he tenido.
La usurpación.
Borros humillandome.
Aemond persiguiendome.
Los intrusos en mis aposentos.
La charla con padre.
La charla con madre.
La Triarquia.
Podría con eso.
Si además de la guerra, yo mismo no estuviera lastimandome.
El dolor en mi pecho se siente más pesado estos días. Lo único que lo calma es frotarlo con mis manos, detenerme un momento y relajar mi respiración.
No puedo darle más preocupaciones a mi madre. Así que no lo menciono.
Ya tiene más que suficientes.
La mañana luego del aviso de que la Triarquia fue avistada, el consejo negro se reunió más temprano de lo normal.
Sin padre. Sin Jace.
Solo algunos lores, junto a mis abuelos, y yo.
Ellos están del lado de madre. Pero a veces la subestiman mucho.
Sé bien cómo se siente eso.
Lo he sufrido por año.
Es horrible que digan que no puedes hacer algo por lo que tienes entre las piernas.
Me niego a dejar que le hagan eso a ella.
Lo hacen porque padre no esta aquí.
No les importa que madre también sea un alfa, no es un hombre alfa. Eso es lo que importa.

- Debemos encontrar a la flota enemiga, majestad. Pero no puedo mover a mis hombres sin descuidar la presión del bloqueo impuesto a Kingslanding.- dice el abuelo. - Ellos no saben de esto. Debemos informarles, prepararlos para el posible combate.- concluye.

- Quizá no sea necesario. Esta información aún no ha sido confirmada. - dice un Lord.
Madre asiente. Creo que ella se niega a creerlo. Pero es un movimiento inteligente.
El enemigo de mi enemigo, es mi amigo.
Otto. Ese sinvergüenza es muy inteligente.

- No podemos dejar pasar esto, majestad. Debemos confirmar si es verdad o no. Es imperativo. - insiste otro Lord.

- Lord Corlys, enviaremos a un mensajero para informar a la flota. En cuanto a la Triarquia, si el rumor es verdad, pronto sabremos donde esta. - dice ella.

Hay un silencio profundo en la mesa.
No podemos dejarlos hacer lo que quieran.
Madre no quiere arriesgarnos.
Y la ven débil por eso.
La están juzgando.
No pienso permitirlo.
- Debo ir yo, majestad. - le digo.

Estoy a su lado, gira y me mira como si la idea jamás se le hubiera ocurrido.
Se lo que va a decir.

- No. De ninguna manera. Ya has pasado por mucho estos días...- no dejo que termine.

- Al igual que todos. Pero es mi deber. Cómo heredero de Lord Corlys, debo cuidar a los Velaryon. - y a ti también. Quisiera agregar.

- No es necesario que te arriesgues por un rumor.- No quiere aceptarlo. Iba a responder pero me interrumpieron.

- El Principe tiene razón, majestad.
El mar será su responsabilidad cuando la guerra acabe. Y no podemos dejar que la Triarquia nos sorprenda. Hay que ubicarla.- Las palabra de la abuela son de peso en el consejo. Ellas se miran fijamente.

- Se que debemos encontrarlos, pero no creo que sea el momento de separarnos. N- no cuando mi padre y mi hermano no están aquí. No puedo dejar que diga eso y dañe su imagen ante el consejo.

- Majestad,- se vuelve a mirarme a mi, aprovecho y lentamente tomo una de sus manos entre las mías, como ella hace para calmarme.
Es muy difícil hablar con tu madre y la reina de Poniente al mismo tiempo.

- Como reina tienes mi lealtad, como madre tienes mi corazón. Lo sabes...
Pero mí deber, ahora, esta con los Velaryon. Con la casa de mi padre, la del abuelo.
Debo protegerlos. Guiarlos.
Éste es mi deber.-
Lo digo con firmeza, pero lo más suave posible. Ella me mira como si no me conociera. Sus ojos contienen lágrimas que no se derraman. Me dedica una pequeña sonrisa. Luego cierra los ojos un momento, y cuando los abre me encuentro con la reina. Sin ojos brillosos.

Mi Principito...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora