Insomnio.

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Coloque mi brazo derecho sobre el rostro, y acomodé las mantas a mi alrededor. Aunque  no era una noche particularmente fría. Ya estaba  cansado de dar vueltas.
No quería beber mas vino, no es recomendable emborracharse en tiempos así. Aún escuchaba movimientos fuera de mi tienda. Las armaduras de mis guardias hacían ruidos molestos. Maldición. Yo no necesitaba guardias, pero Sam insiste en eso.  Gire a un  lado. Debí ignorarlo y seguir peleando, tal vez hubiera tenido suerte y uno de ellos me hubiera  noqueado, así me ahorraría este estúpido insomnio.  Sería mil veces mejor que estar despierto a estas horas, sólo, y sin poder salir a buscar algo en que distraerme, algo con lo que mantenerme ocupado. Pero lo prometí. No saldría de aquí hasta que cante el gallo. Pasé una mano por mi pecho. Hace dias que hay un dolor extraño allí. Una ligera presión, no me impide respirar, pero es molesta. Es algo extraño. Pateo las mantas, no las necesito, mi piel siempre está caliente. Por eso me gusta dormir sin camisa. Sólo con prendas inferiores.
Me siento tan extraño. Alerta. Atento. En guardia todo el tiempo. Es como la adrenalina que me atrapa antes de la  batalla. Técnicamente estamos por entrar a una batalla. Pero esto es diferente. Algo así como un presentimiento. Algo está por pasar.  Mi madre siempre dice que no debo ignorar los presentimientos, que son pequeñas señales que los dioses usan para guiarnos.  Pero no sé qué hacer.  Porque sea lo que sea que vaya a pasar, tiene que ver con él. Así que está fuera de mi alcance.
Las palabras de los hermanos aún daban vueltas en mi cabeza. Suspiré. Mi Omega llamaba la atención de todos. ¿De verdad era como lo describió Oscar? Podría imaginarlo. Fue un cachorro precioso, era obvio que  al crecer sería un joven precioso. Sus ojos seguirían tan hermosos y brillantes, pero dijo que es más alto, esbelto... Con una figura marcada. Tan deseable, una por la que mataría por poder acariciar, besar, lamer, morder. Dioses, le haría el amor con la lengua. Con lo que recuerdo de él ya  he tenido  muchos sueños húmedos con Principitos imaginarios. Hoy he tenido más detalles. Quizá por eso no puedo dormir. Cierro los ojos y  me coloco boca arriba. Pienso en él, en todo lo que podría hacerle, todo lo que podríamos hacer... Siempre es suficiente para calentarme aún más. Hay tantas  formas de dar placer a los omegas macho, son de hecho muy sensibles. Probaría todas con él, hasta que su voz se convierta en gemidos entrecortados, mis manos adorando su cuerpo, piel con piel, boca a boca, devorandonos el uno al otro, moviendonos al mismo ritmo...
La mano que frotaba mi pecho ahora  comienza a descender hacia abajo. Esta no sería la primera vez que lo hago.  Encontrar mi placer sólo, absolutamente sólo, imaginandolo. He gemido su nombre en muchas situaciones indecorosas, estando acompañado o no. Nadie me lo puede prohibir.  - Mmmmm-  mi cuerpo reacciona rápido a él. Es mi absoluta perdición.  Las puntas de mis dedos se sienten  demasiado bien arrastrándose por mi abdomen.
Solo una vez más. De hecho Sam lo insinuó   hoy ... Mi mano se congela a la altura de mi ombligo. Abro los ojos, maldición.
Me senté en la cama.  Totalmente alterado. El rostro de mi amigo  se interpuso a la imagen mental que estaba formando de mi pareja, eso  fue suficiente para  bajarme la temperatura al instante. Respiro pesadamente unos momentos. Logra meterse  hasta en mi cabeza, siempre haya nuevas formas de  molestar. Acaba de arruinar aún más la noche. Mañana lo llenaré de tareas. Lo haré pulir mis botas. Maldito seas Sam. Una risa ronca escapa de mi. Un brazo lo coloco sobre mis piernas flexionadas, con el otro vuelvo a  masajear mi pecho. Ya más calmado, e infinitamente menos exitado,  me doy cuenta. El maldito dolor persiste.  Como una presión en el pecho.  Es la segunda noche esta semana que no logro dormir. Hace unos días dormía bien, cuando  desperté de golpe, sudando como si hubiera corrido millas y muy asustado. Mi mano izquierda dolía bastante. Pero cuando la miré, estaba intacta. No pude ignorar mi corazón palpitando tan fuerte que podía escucharlo. Y cómo me dolían ciertas partes del pecho. Como si hubiera tenido golpes allí. Mi cabeza igual. Fue horrible. No volví a dormir. Porque sabía lo que significaba. Esos dolores no eran míos. Mi cuerpo estaba intacto. El dolor era suyo, tenía que serlo.  Rogue para que no fuera así. Traté de tranquilizarme. Tardé horas. Cada nervio de mi cuerpo estaba tenso. No pegué un ojo luego de eso, y mi humor fue peor a la mañana siguiente.
Esta noche es diferente. No es tan molesto como en días anteriores. Pero sigue ahí. Hoy siento más molestia e inquietud. Paso una mano por mi mandíbula, los colmillos me han estado doliendo desde esa noche. También fue cuando comenzó la opresión en mi pecho. Esto me lleva al límite.
Aquí, sentado en mi tienda en medio de una guerra, sólo, reconozco  sin culpa que no tengo un carácter manso, soy alguien serio, reservado, terco y violento según Sam. Si a eso le agrego las molestias físicas que surgen de nuestro inestable vínculo y la guerra que se ha desatado, no puedo asegurar que me mantendré lo suficientemente cuerdo para guiar a mis hombres. Ben el loco,  Ben el sangriento, ahora tiene más sentido.
Paso la lengua por mis colmillos. Sé bien por qué duelen. Anhelan reclamar lo nuestro como es debido.  Cuánto desearía poder incrustarlos en su lindo cuello. Suspiro con pesadez, él es mío y yo soy suyo. Morderlo sería la gloria.
Nunca he mordido a nadie.  Cada celo lo paso solo. Encerrado en mis aposentos. Es una horrible agonía. Pero lo tolero. No quiero ni si quiera tentar a la suerte y clavarlos en alguien más. La situación es  difícil, complicada. Entiendo la insistencia de Sam y mi madre en conseguir una pareja. Quieren que tenga herederos. Soy el único hijo varón de mi padre, pero sí tengo tres hermanas. Tasha es mayor que yo por dos años, una beta, casada con otro beta,   tienen dos niñas de 4 años, y una bebe de 2. Lara y Mirna son las  gemelas menores, ambas omegas. Mirna se unió a un alfa hace dos años, tienen una bebe con grandes cachetitos.  Lara  se enlazó con una alfa el invierno pasado.  Está embarazada de su primer bebé. Y creo que será otra niña. 
En definitiva, todas  están casadas y tienen niñas. Ningún varón. El destino de mi casa es incierto, no quiero ni pensar qué ocurriría si muero en batalla. Morir no es una opción para mí. Debo volver con ellas. Con mi madre.  Quiero conocer a la nueva bebé. Mi nueva sobrina.  La que pateó fuerte  el vientre de mi hermana cuando la  abrace  al despedirme. Me gustaría mucho ser padre. Algún dia. Disfruto jugar con las niñas. Son adorables. Pero para mí no es cuestión de gustos. Es un deber.
Sé que debo tener herederos. Lo sé demasiado bien.  Ese es un deber que estoy evitando, asegurar el futuro de mi casa debería ser mi prioridad como me han repetido durante años.
Fue por eso que mi  madre  insistió tanto con Thanya. Solo para arrepentirse al vernos pelear todo el tiempo. Thanya es mi más grande error. Por tratar de reemplazar a mi pareja.
Paso hace casi dos años.
Mi primer error fue involucrarme con ella, pero en mi defensa, parecía amable y comprensiva.  Es hija de una amiga de mi madre, de cuna noble también. La conocí siendo cachorros, pero nunca le presté la más mínima atención. Eso cambió luego de visitar la capital por el onomastico del Rey Viserys. Dónde conocí a la creatura más hermosa que mis ojos han visto. Y también  entendí que estaba condenado. Que nunca ocurriria.  Así que comencé a concentrarme más en mis entrenamientos, y me volví bueno con las armas. Aunque al llegar a los primeros años de mi adolescencia, mis hormonas estaban muy alteradas, y me acosté con varios omegas del castillo. Trataba de ser discreto, seguí entrenando, estudiando, preparándome. No tuve mucho tiempo más para eso, mi padre murió. Y tuve que hacerme cargo de todo. Estaba muy cansado y estresado de todas mis nuevas responsabilidades. No tenía tiempo para salir a buscar a alguien para pasar la noche. Quería relajarme. Entonces ella se metió en mis aposentos. Solo con una bata ligera, que abrió lentamente. Tentandome. Es hermosa. No lo negare. Pero que lo sepa y lo presuma nunca me gustó. A veces era bastante vanidosa y soberbia. Supongo que fue mi momento de debilidad.
Si ella  supiera que lo único que me convenció, a pesar de todos sus atributos, fueron sus malditos ojos verdes, y solo porque me recordaban a los de alguien mas. Son de un tono más claro que los de él, pero eran aceptables.  Mi padre siempre decía que existían lobos en piel de cordero. Tardé en entender de lo que hablaba. El viejo era sabio.
Acordamos que sería un secreto, y ella estuvo de acuerdo. Creí que era una doncella. Así que al principio la trate como tal. Hasta que mostró sus garras. Idiota. Y yo me creía un conocedor del buen sexo. Ja. Ella me mostró cosas que avergonzarían a la prostituta más  hábil. No sabría decir cuántas lunas  lo hicimos. Pero en todos nuestros encuentros, jamás me vine dentro de ella, ni mucho menos la anude. No pasábamos celos juntos. Parecía estar de acuerdo al principio. Pero luego me descubrió follando con un hermoso Omega macho en las afueras de las caballerizas. No pude contenerme. Los omega macho son mi debilidad. Me recuerdan a él, a como debió crecer. Su cuerpo debe ser igual de sensible. Ni siquiera recuerdo el nombre del chico. Huyo despavorido cuando Thanya comenzó a gritar e insultarme. No entendía su molestia, no acordamos nada sobre no acostarnos con nadie más. Es más, creo que ella tenia algo con uno de mis soldados. Pero honestamente no me importaba.  Eso me daba igual. A partir de ese momento se volvió insoportable. No me dejaba en paz, y comenzó a presionarme para formalizar un compromiso.  Todo empeoró cuando dije el nombre del Principito en uno de nuestros encuentros. Allí todo se fue al carajo. Discutíamos todo el tiempo. Era insoportable cuando gritaba. E insistía en el compromiso mucho mas. Algo en lo que jamás estuve de acuerdo. A pesar de pelear mucho, ella seguía metiéndose a mis aposentos, pero comenzó a insistir en que me viniera dentro, que la anudara. Los dioses me libren. El presentimiento del que hablaba madre surgió en ese momento. Algo me decía que no. Que no lo hiciera. Con ella no. Le dejé en claro que eso no pasaría. Acepto de mala gana. Pero nada mejoró. Estar con ella era como atarse una piedra pesada al cuello. Sentía que me ahogaba. Estaba tenso y estresado todo el tiempo.
Una tarde mientras cabalgabamos recorriendo los límites de nuestras tierras, Sam dijo que una pareja debía darte paz, no quitártela. No le había contado nada, pero él me conocía demasiado bien.  El siempre sabe. Ella no le agradaba. Lo dejo muy en claro. De hecho era mutuo. Thanya tampoco soportaba a Sam. 
Seguimos así otra luna.  Hasta que me cansé de sus escenas, sus ataques de celos, gritos e insultos. ¿Quién diablos se creía que era para hablarme así? No dejaría que una Omega mimada me manipulase de tal modo. Le dije que debíamos parar. Que eso terminaba allí. Además,  Sam comenzó a advertirme de que había muchos rumores al respecto, no le creí. Hasta que recibí una carta de Kermit preguntando si mi  compromiso era oficial, y reclamando porque no le había contado nada. Nunca en mi vida he tolerado los rumores. Son basura. No sirven para nada. Se supone que era un secreto, siempre fui muy cuidadoso, pero todos parecían saberlo. Lo que significaba que fue ella.
La confronté, juro que jamás había dicho tantas palabras juntas como esa tarde. No soy muy hablador. Ella dijo que si. Que fue quien divulgó el rumor, y lo hizo para que todos supieran que yo era suyo. Suyo. Esa palabra retumbó en todo mi ser. La sola insinuación me repugnaba. Y por primera vez, me sentí realmente como un traidor. Estaba traicionando a mi pareja con esta loca. Quería obligarme a casarme por presión social, o por medio de un hijo.
Ella hizo todo para acorralarme, para dejarme sin opciones. Aún la recuerdo frente a mi, explicandome que era lo era lo mejor que me podía pasar, y yo solo pensaba en que si  fuera un hombre ya  hubiéramos terminado peleando a golpes. Me controle lo suficiente. Según ella, todos estaban de acuerdo en que éramos una bonita pareja, que debíamos casarnos y tener cachorros, pues era  muy obvio que estábamos enamorados. Qué ella sería capaz de darme el heredero para mí casa. Me reí en su cara. Ambos acordamos que lo nuestro era solo sexo. Se lo recordé. Eso la ofendió, y me pegó donde más me dolía.
Me grito que era un remedo de alfa, un imbécil que al follar gritaba el nombre de un Príncipe. Cómo si tuviera oportunidad con un Omega así. La delicia del reino jamás se fijaría en un alfa como yo. Que seguramente un alfa de verdad se lo estaba follando hasta el cansancio  en ese preciso momento. Y mucho mejor de lo que yo lo hacía. Que ese niño era hijo de su madre, seguro sería una puta también.
Eso fue todo. Vi  rojo. Lo único que atiné a hacer fue  mandarla a la mierda, una Omega así de descarada no iba a insultarme ni humillarme.  La tomé del brazo y la saqué de mis aposentos.  Para mí desgracia mi madre estaba en el pasillo  en esos momentos. Pero no me retracte. Fue un error. Un maldito error. No me importó hacer una escena delante de tanta gente. La saqué yo mismo del castillo. Entre gritos e insultos llegamos a las puertas principales y le dije que se largara. Me importo un carajo lo que dijeran los demás. Incluso los ruegos de mi madre y hermanas para que me calmara.
A partir de eso tengo más cuidado con quién meto a mi cama. Tardé algunas lunas en volver a querer follar con alguien. Fue increíble cómo una mujer así te quita las ganas hasta de existir. Pero cuando al fin estuvo fuera de mi vida me sentí inmensamente tranquilo. Y entendí que no cualquiera podría reemplazar a mi pareja. Si algún día volvía a intentarlo, debía ser mas cuidadoso.
Eso fue hace algunos años. La muy descarada aún frecuenta a mi madre y hermanas. Pero no volví a dirigirle la palabra.
Bien. Ya está. Es suficiente. Ahora mismo podría estar acariciándome, dándome placer con mi mano, soñando con mi lindo Principito. Todo es culpa de Sam. Arruinó mi fantasía y me hizo recordar a esa Omega.   A la mierda con la promesa. Me siento en la orilla de la cama y comienzo a colocarme las botas. Luego la camisa y una túnica encima. Acomodo mi espada en mi cinturon, y salgo de la tienda. No les digo nada a los guardias. No tengo porque darles explicaciones.
Aún está oscuro. Las fogatas están apagadas. Solo los soldados de guardia en los límites del campamento montan a caballo, y los cuatro desafortunados fuera de mi tienda y la de Kermit están firmes.
Miro a mi alrededor, tengo que buscar algo para hacer. Veo un hacha cerca de una de las fogatas. Supongo que podría conseguir leña.  La tomo y camino hacia el bosque.
Pronto me veo inmerso en el verde follage de sauces y robles. Aquí más  oscuro aun. Pero me siento mejor. Los árboles son grandes, y con troncos gruesos, me  recuerdan a mi infancia. Sam y yo jugando a ver quién subía más alto. Quién bajaba más frutas. Sonrio. Siempre juntos para todos lados.
Creo que no encontrare leña. El rocío ha caído. Todo el bosque está terriblemente húmedo. De repente escucho un sonido cerca, y me quedo quieto, escuchando atentamente. Parecen pasos. Creo que solo es uno.  ¿Me han seguido? Está detrás de mí.
Mi  espada esta en mi cintura, pero desenvainarla haría mucho ruido, y  ya tengo el hacha en la mano, así que me volteo y...
-¡Siete infiernos! - Sam se inclina hacia atrás,  resbala, cae al piso y se salva de milagro- ¿Pero qué carajos pasa contigo? ¿Ya no me quieres?- me dice mirándome desde el piso. Se lleva una mano al pecho, totalmente asustado y  ofendido. Yo aún empuño el hacha.
- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Porque no hablaste antes idiota? Mierda, pensé que venías a matarme - bajo el hacha, me acerco y le  tiendo una mano para ayudarlo a levantarse. El la toma y se para sacudiendo su ropa.
- ¿Que qué estoy haciendo aquí? ¿Qué haces tú aquí? Lo prometiste Ben. El maldito gallo aún no canta.- me apunto con su  dedo.
- Mmm. No podía dormir. -
- ¿Y por eso debes salir a deambular de madrugada? Es peligroso.-
-  Da igual. Tenía que hacer algo. - le digo exasperado, mientras me froto el pecho.-  Además es tu maldita culpa. - lo rodeo y vuelvo al campamento.  A la mierda con la leña. Él me sigue. Justo en ese momento canta el gallo. Estuve cerca de cumplir mi promesa.
- ¿Cómo que es mi culpa?- ahora camina junto a mi.  Y yo me percató de mi propia estupidez.
- Olvídalo. - murmuro.
-No. ¿Qué significa?-
-No importa.-
- Si lo hace, ¿Qué es?-
- Déjame en paz.-
- Dime.-
-Que no.-
-Que sí -.
- Maldición...- ya me está exasperando.
- Mierda...-
-Aaaaayyyyyy ¡Sam!-  grito bastante fuerte.
-Aaaaayyyyyy ¡Ben!-  él hace lo mismo.
Es tan pero tan desesperante que termino riendo. No va a dejarme en paz de todos modos.
- Estaba teniendo un buen sueño, apareciste allí y lo arruinaste. No pude volver a dormir ¿Feliz?- es mejor que admitir que estaba por complacerme pensando en mi Omega, cuando comencé a pensar en él.
Parece pensarlo un minuto, luego comprende. Y comienza a reir escandalosamente. Observo alrededor, hay varios  hombres asomándose en sus tiendas. Y los guardias nos observan. Genial. Despertamos al campamento. Y él solo sigue riendo. Juro que iba a golpearlo, ya tenía los nervios de punta desde hace horas. Pero cuando me giré para hacerlo. Algo me paralizó. Allí en el cielo aún oscuro, una forma extraña  se acercaba. Los rayos del sol todavía no habían aparecido. Pero podía distinguirlo claramente. No es algo que se ve todo los días.  Un dragón. Yo los había visto volar en mi visita a la capital. Pero a mucha más distancia. La mayoría de los hombres nunca había visto uno.  Mi amigo me miró extrañado. Creo que tambien esperaba el golpe.  Mira hacia donde yo lo hago. Sus ojos se abren mucho. Y me mira asustado.
Nosotros no tenemos mucha información sobre dragones. Así que su sorpresa es comprensible. No sabemos si es un aliado o enemigo.  Me volteo y veo que somos los únicos dos locos mirando al cielo. Los hombres a los que despertamos con nuestro alboroto no se han percatado. Así que no pierdo el tiempo.
- ¡Ustedes! ¡Despierten a su señor de inmediato! ¡Hay un dragón cerca!, ¡Tu! Despierta a los hombres! Todos a sus malditos puestos. ¡Ahora!- por un momento todos se quedan quietos, mirándome como si estuviera loco. Hasta que un gran rugido se oye. Y el caos comienza. Todos salen de sus tiendas semidesnudos y se ponen pálidos, paralizados.
- Maldita sea. ¡Reaccionen! Busquen sus armas.- yo mismo corro a mi tienda y busco mi armadura. Me la coloco lo más rápido que puedo. Cuando estoy terminando, Sam  me alcanza. Armado y listo.
- ¿ Crees que sea de los nuestros?- pregunta.
- No tengo idea. - digo sopesando las opciones.
-Puede ser nuestro Rey consorte...- yo guardo silencio. Reflexiono y luego hablo.
-¿No te parece extraño que vengas a estás horas? Es aún de madrugada. Es la táctica que usas para sorprender al enemigo. - Lo veo tragar con fuerza. Sabe lo que significa. Si es de los verdes, hoy nos tocará morir con honor. Porque aún con un gran ejercito no podríamos contra  un dragón. Y primero muertos que arrodillarnos ante el enemigo.  Hay un gran estruendo, la tierra tiembla. Y luego un ensordecedor rugido anuncia que la bestia está cerca. Ha aterrizado.
Nos miramos un segundo. Y nos abrazamos fuertemente. En general evito los abrazos. Pero no este. Puede ser el último.
Quizá Sam  sea insoportable a veces. Pero es leal, es mi amigo, mi hermano. Luego nos tragamos el miedo y salimos a enfrentar lo que venga.
Los hombres ya están vestido, armados y formados. Veo a uno de mis guardias acercarse con nuestros caballos. Ambos montamos. A lo lejos están los hermanos, mirando hacia el prado por el que pasamos para llegar aquí. Todos miran hacia allí. No entiendo porque los hombres parecen  estarse relajando. Cabalgamos hasta los Tully. Oscar está despeinado. No porta armadura. Y parece medio dormido.  Kermit sí lleva su armadura y espada.
-Creo que es de los nuestros.- dice Kermit. Todos parecen pensar lo mismo.
- No lo sabemos aún. - digo y comienzo a acercarme al lugar. La bestia es enorme, rojo,  alargada como una horrible serpiente. Y está enojada. No deja de rugir.
- Si fuera de los verdes ya nos habría calcinado sin tocar el suelo.- insiste Oscar.
Yo sigo analizando a la bestia. El jinete del dragón sigue sobre él. No tiene intención de bajar. Ni intenta calmar a su dragón. Nada en él parecía amistoso.
- La postura de ambos no es la de un aliado, Oscar .-  Hay una sensación de peligro en el aire que creo que solo yo percibo.
Siento muchos ojos sobre mi.  Soy el Lord de mi casa, no pienso correr, debo dar la cara y enfrentarlo. Miro a mis hombres y les hago una señal para que se queden donde están.  Pero ordenó a los arqueros a estar al frente, en listos y en posición.  Luego Kermit y yo avanzamos.  Sam y Oscar nos siguen. Sea aliado o enemigo, hay que enfrentarlo. Está a unos cien metros de nosotros. Cuando ya recorrimos  la mitad de la distancia nos frenamos. El dragón se endereza. Cómo sacando el pecho. Es aún más intimidante. Extiende sus alas. Las agita. El viento que provocan casi nos tira de los caballos. El jinete se ve más claro ahora. Lleva una armadura negra y roja. Pero hay mechones de cabello platinado a la vista.  Nos  mira como si fueramos unas cucarachas.  Supongo que en cuestión de  tamaños,  lo somos. Bien, que sea la voluntad de los dioses.
- ¿Quién eres?  ¿Aliado o enemigo?- grito lo más fuerte que puedo para hacerme escuchar. Me adelanto unos metros.
- Eso depende de quién pregunta. Y de dónde esté su lealtad. - Una voz  tranquila pero fuerte me responde. Si tono es una extraña mezcla de ira y diversión.
-  Soy Lord  Benjicod Blackwood, de la casa Blackwood. Y sirvo a la legítima reina Rhaenyra Targaryen.-  El jinete se enfoca en mi de inmediato. Su mirada grita peligro. El dragón vuelve a rugir, más fuerte esta vez. Cuando se calma, Kermit habla.
- Soy Lord Kermit Tully, de la casa Tully, y sirvo a la legítima reina Rhaenyra Targaryen.- dice. Pero si el jinete lo ha oido no se nota. Puede que aún estemos lejos. Pero siento su mirada sobre mi persona. Particularmente. ¿Es mi imaginación acaso? Pero creo que puedo oírlo gruñir. La bestia ruge de nuevo. Creo que está sonriendo ahora. Es una imagen macabra. Cada vello de mi cuerpo se ha erizado. Ese presentimiento se hace realidad. Espero vivir otro día para prestarles más atención de ahora en mas.
Ni yo lograría aterrar al enemigo a tantos metros de distancia como este hombre lo hace solo con esa sonrisa. Parece que sí es el Rey consorte, Daemon Targaryen. No hay más palabras de su parte. Miro a los demás, pero los tres mueven sus ojos del hombre en su dragón  a mi, una y otra vez. Entonces si estaba en lo correcto. Parece odiarme hasta la médula. Es algo personal. Conmigo. Mierda. ¿Qué demonios le he hecho para que me miré así? Estoy aqui peleando por el derecho de su esposa.
Aún así me giro y  le mantengo la mirada. Sus labios se mueven. Nosotros no  llegamos a  oírlo. Pero  su dragón sí. Solo fue una palabra.
Y el fuego nos envuelve.

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