Mi dulce niño.

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-No. -
-De ninguna manera aceptaré tal cosa.- dijde la forma más segura y firme que pude. No lo aceptaba. No lo haría.

- ¿Ahora quien es el terco? Sabes que tengo razón.- dijo mientras se levantaba y se servía más vino. Yo volví mi mirada a las llamas del hogar.

- No es el momento adecuado para esto. Estamos en guerra. Y después de lo que le ocurrió jamás dejaré que se aleje. - solo pensar en lo que pudo pasar altera mis nervios de forma terrible.

- Sé que no es el mejor momento. No digo lo contrario. Pero él está sufriendo, trata de engañarnos, y tú no quieres verlo.- Se sienta frente a mi de nuevo.
-Sólo digo que algo le ocurre. Algo nos está ocultando y no me gusta. Creo que tengo una pequeña idea, pero necesito más información.- dice él.

- Mi hijo aún no está listo Daemon. Sigue siendo un cachorro para mí. Pude perderlo a manos de mi hermano hace unos días. Te imaginas que hubiera pasado si... - ni siquiera podía imaginarlo. El se acercó y tomo mi mano.

- No pasó, y no pasará. ¿Si? aunque no estemos con ellos, son valientes. Tienen la sangre del dragón. Estarán bien. Pase lo que pase. - dijo lentamente.- Pero quiero que hables con él. Su último celo no fue normal, mi amor. Yo estaba con allí cuando empezó. Se doblo de dolor a mitad del pasillo principal. Lo ví llorar. Fue diferente. Creo que él ya...- no quiero oírlo.

- No. Aún no, por favor. Es mi cachorro Daemon. Amo a todos mis hijos, lo sabes. Pero Lucerys...- menee la cabeza- siento que jamás podría separarme de él. Mi dulce niño.- digo.

- Bueno, un día tendrás que hacerlo. Pero no desvíes el tema. Nyra, lo diré sin vueltas. Lucerys ya floreció completamente, y necesita un alfa. Un dominante. Debemos buscarle uno. - afirmó.

Cerré los ojos e incline mi cabeza hacia atrás. No mi bebé. ¿Cómo podría entregarlo a un alfa cualquiera? Ni siquiera estaba listo, para mi el seguía siendo un cachorro. Pero claro, Daemon no tenía piedad, él hundiria la daga hasta el final.

- Lo sabes bien, oliste su aroma igual que yo porque no pudo controlarlo, es el de un Omega invitando a su pareja. Inconscientemente lo está llamando. Sus cambios de humor son notorios. Su cuerpo ha madurado. Su último celo lo dejó deshecho, por mucho que se esforzó en fingir que estaba bien. Muestra todas las señales, y si no tiene a una pareja a su lado, su salud se verá perjudicada. Todos vimos sus manos temblar en la cena de hoy. Y la forma tan seguida en que se frota el pecho, no me gusta. - Si, también lo ví...

-Lo ví, pero creo que sí algo le ocurriera, él nos lo diría Daemon.- insistí.

- No te lo dirá. Él haría lo que sea por evitarte preocupaciones. Puede que estemos en plena guerra, pero sé lo que le ocurre.- bebió de su copa.- Maldición, creí que tendríamos mas tiempo. Los dominantes son escasos. - Conocíamos muy pocos. La mayoría mucho mayor que mi niño.

-Raena está enamorada de él.- dije. Tenía que intentarlo. Ella lo cuidaría bien, y no estaría lejos. Está perdidamente enamorada de él, pero creo que no veo lo mismo en mi hijo.

- Igual que cualquier alfa que lo vea, sé realista. Lo siento por ella, pero es una beta y él un Omega dominante. Y no podrá aliviarlo nunca. Está alterado, necesita que alguien calme sus hormonas.

- Estás sacando conclusiones precipitadas, vimos sus manos temblar hoy y por eso ¿debo dejar que un alfa desconocido aparee a mi bebé? ¿Lo estás diciendo en serio?

- Lamento decírtelo así, pero Lucerys ya no es un bebé. Es un Omega totalmente florecido que está en su punto justo. Y si su naturaleza le dicta que debe estar con un alfa, le conseguiremos al mejor. Maldición, yo mismo les medire la polla de ser necesario. - me agarre la cabeza con las manos. Daemon no tenía vergüenza. Y sí lo haria.
- Quiero que mi hijo tenga lo que sea que él quiera o necesite, Nyra. Si necesita que lo apareen haremos que ocurra, y que lo hagan como los dioses mandan.

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