Capitulo 10 [PRIMERA PARTE]

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Minerva se ha molestado extrañamente con alguien: resulta que una nueva chica había llegado de sorpresa a su salón. Podrían pensar "eso no es malo", pues para ella sí lo es, ya que la mencionada ha conquistado el corazón de José Juan Martell: un chico del cuál Minerva se enamoró perdidamente desde el primer día que lo conoció. Su belleza la flechó al instante, pero para su mala suerte, él sintió lo mismo por otra persona.

Nos contó todo acerca de la susodicha: su nombre era María Fernanda Delgado Gutiérrez, pero todos la conocían por su apodo "Mafer", igual que los cacahuates que venden en la tienda de la esquina.

Era extraño que una chica tan amable, cariñosa y bondadosa tuviera un gran resentimiento con alguien de su mismo nivel, y digo esto porque acabábamos de conocerla hace un rato. En plena plática se topó en nuestro camino para despedirse de Minerva. La chica era bastante linda, no entendía cómo Minerva podía tacharla de hipócrita, falsa y engreída. Al contrario, ella parecía ser igual que Minerva. Hasta Dayma estuvo de acuerdo conmigo.

Al final, las dejé hablar de ese asunto a solas y me dirigí a casa, pues tenía un asunto muy importante que arreglar con alguien. Y ese alguien era Derek Ryan Padmore.

Resultó que en pleno receso, su querida novia Montse se había dirigido a mí mientras caminaba a la tienda de la escuela para comprar unos dulces, y me dijo algo que nunca creí que saldría de su maldita boca.

—¡Cirila, qué placer verte! —soltó con una sonrisa burlona—. ¿Qué? ¿Viniste a comprar corazones perfumados?

Estúpida. ¿Cómo se atreve a reírse en mi cara por algo que siempre he querido en el mundo? Me dan ganas de tomarla del cabello recién peinado y arrastrarla por todo el colegio, pero no, Eso podría manchar mi reputación; sobre todo porque Lucy todavía se encontraba en la escuela.

—¡Agh! —expresé con los ojos en blanco—. ¿Ahora qué quieres, niña?

—Nada importante —contestó—. Solo quería decir que me siento muy mal por lo ocurrido entre Dayma y tú. No estuvo bien que pelearan por un chico que ni siquiera vale la pena.

—Para que lo sepas, ayer ella y yo nos reconciliamos —le sonreí hipócritamente—. Así que si querías burlarte de mí, lamento decirte que llegaste muy tarde, querida. Adiós.

Retomé mi recorrido con mucha satisfacción tras responderle de esa manera a Montserrat, pero mi placer duró muy poco cuando la tipa sostuvo bruscamente mi brazo para detenerme y susurrar a mi oído.

—A mí nadie me deja con la palabra en la boca, estúpida —me solté de su agarre con la misma fuerza con la que me sostuvo y la enfrenté—. Más te vale dejarme en paz si no quieres que todo el mundo sepa ese defecto tuyo que has ocultado todo este tiempo.

—Si te refieres a mi ansiedad...

—No hablo de ella —lentamente, comenzó a dar pasos cortos hacia mí—. Me refiero a tu "otra" condición.

—¿Qué? —estaba empezando a asustarme, no tenía escapatoria. Necesitaba saber a qué se refería con lo de mi "otra" condición. No podía saber que cargaba con ella desde que nací... bueno... regresó hace cuatro años... por culpa de esos bastardos estúpidos—. ¿De qué hablas? ¿A qué te refieres con eso? ¡Habla ya!

—Cirila... —La esencia de su goma sabor mora azul invadió mis fosas nasales—, ya sé lo que tienes.

—¡¿Qué?!

La muy imbécil me había revelado el secreto más oscuro que he guardado desde que llegué a secundaria, y que hasta el día de hoy me ha marcado. ¡Y claro! ¿Quién se lo pudo haber dicho?

STAR, la fuerza del amor © N°1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora