—¡Tyler! —Estoy seguro que lo habría guardado aquí—. ¡Tyler!
—¿Qué sucede, Trevor? ¿Por qué esos gritos?
—No está.
Seguía hurgando en los lugares de siempre, esperando encontrarlo.
—¿No está qué? —Oí decir a mi hermano, con la mirada confusa.
—Los dibujos —Grité—. Mi cuaderno rojo.
—¿Qué dibujos? ¿Qué cuaderno?
—Los intentos del dibujo que hice para ya sabes quién —dije, revisando por onceava vez las gavetas del escritorio principal del estudio—. Ya busqué por todas partes y no están ni los bocetos, ni mi viejo cuaderno de apuntes rojo.
—Aaah... esos.
—Sí... esos. —Hice énfasis en la última palabra—. Por favor, ayúdame a buscarlos.
—Tranquilo, hermano.... No te estreses... Lo encontraremos.
Y con la ayuda de mi hermano, echamos la casa patas para arriba tratando de localizar los objetos.
Seguramente se estarán preguntando para qué los necesitaba, pues, en primer lugar, los borradores estaban hechos por mí. Mientras que el dibujo original que sería enviado a una persona muy especial, lo había mejorado Tyler; al parecer las clases de dibujo no se me daban del todo bien, y es por eso que el mismo día de la entrega ya había elaborado la misma ilustración, igual a la qué hizo mi hermano en aquella tarjeta.
Estaba dispuesto a mostrarle mí resultado de las 7 clases de dibujo que me había enseñado, pero todo se echó a perder gracias a que mi subconsciente mental no recuerda en dónde demonios había puesto el trabajo hecho.
Después de hacer desórdenes en diferentes sitios de la casa y preguntar a mi madre sobre los objetos perdidos, me dí por vencido y salí de la casa por un buen rato para tomar aire; intentando refrescar la memoria. Cuando de pronto, a mi lado, escuché llegar a alguien, la persona menos se me antojaba ver en estos momentos por lo que hizo hace un rato. Dayma Vidal.
Por el rabillo del ojo, divisé su llegada a paso veloz. Por un momento creí que vendría a dar explicaciones del terrible acontecimiento, pero en cuanto la ví llegar, no podía creer lo que había observado; mi semblante comenzó a expresar confusión, angustia e incomodidad. Tenía el rostro color carmesí, al igual que sus ojos, que no paraban de expulsar una cuanta cantidad de lágrimas de rabia y resentimiento. ¿De plano le afectó mucho lo que le dije?
«Pues, por el mirar de asesino en serie... yo creo que sí, Trevor.»
Rápidamente, encaré a la chica.
—¿Qué haces aquí, Dayma? —cuestioné, irritado—. Te advertí que no quería hablar más contigo.
La noté callada por un momento. Qué raro de ella, nunca la había visto actuar así.
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STAR, la fuerza del amor © N°1
Novela JuvenilAntes. Ella, una chica sumisa, débil y algo torpe, padece una condición la cuál provocó burlas y abusos de sus excompañeros de primaria. Incluyendo a su exnovio; Derek. Ahora. Gracias a una mala nota en inglés, conoce a Trevor Summers quién le cambi...