Capítulo 3

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Era noche buena, pronto sería navidad. Artemis estaba emocionada por festejar una de sus fechas favoritas del año.

Thomas besó la mejilla de su esposa.
–Duerme, Artemis, hazme el puto favor de descansar.–El hombre le dice a la chica que rueda sus ojos, metiéndose dentro de las suaves mantas.

–¿Vendrás a dormir, Tommy?–Ella le pregunta. El Shelby se sienta al borde de la cama, prestandole atención.

–Probablemente, pero no ahora, tengo trabajo que hacer, no puedo permitirme dormir en este momento.–El hombre apaga el cigarro en el cenicero de la pequeña mesita de noche.

–¿Ada vendrá, cierto?–Ella pregunta.

–¿Cómo lo sabes?–

–John me dijo, por cierto, me invitó a pasar unos días en su casa por las fiestas.–Ella le comenta sobre la llamada que recibió del Shelby.

–Por el momento te quedarás en casa hasta que yo decida que es seguro que deambules por toda Inglaterra.–

–Eres jodidamente exagerado.– El hombre asiente –Lo sé, pero es peligroso ¿Acaso no tienes instintos de supervivencia?–

–Ohh, vamos, estaré bien... estaremos bien, creí que eramos Shelby.–Ella lo observa.–¿Todo estará bien, Tommy?–

–Te prometo que todo estará bien, Artemis.–El hombre dice y observa sus ojitos cansados.–Te compré un regalo, cenaremos, luego podrás visitar al bastardo de tu padre y tomar el té.–

–¿Me compraste un regalo?–Ella pregunta con una pequeña sonrisa.

–Por supuesto que le compré un regalo a mi esposa.–Thomas dice -Aún no es navidad, pero voy a adelantar un obsequio.–

El Shelby se acerca al saco de sastre colgado en el armario y rebusca en el bolsillo una pequeña funda. Se acerca a Artemis y se lo entrega.

La joven chica agarra el obsequio con una mirada curiosa, cuando desfunda el objeto, se encuentra con una pequeña pistola de plata grabada, el apellido Shelby y unas delicadas flores.

–La grabó a mano un hombre en España, no pensaba entregártela tan pronto, pero ante las circunstancias me veo en la obligación de dártela para que la conserves contigo.–

–Tommy...–Ella murmura.

–Guárdala bien.–Él simplemente le dice y se levanta de la cama para acomodar el borde de su camisa.

–Ya duerme, Artemis.–Thomas ordena nuevamente.

–Bien.–Ella finalmente accede de mala gana. –Idiota.–La joven chica susurra.

–Te escuché, Artemis.–El hombre dice con una mezcla de diversión y enfado.

–Oops.–

El hombre se dirige a la puerta de la habitación y le dedica una última mirada a Artemis que está lista para dormir. Thomas se larga del cuarto y la joven chica suspira cerrando sus ojos, sintiendo como el cansancio de a poco vence su mente, finalmente cae dormida.

Un golpe seco la despierta, Artemis abre sus ojos dormilonamente y puede observar la luz proveniente del pasillo debido a la puerta recientemente abierta.

–¿Tommy?–Ella frota sus ojitos, puede escuchar la respiración pesada y la agitación del hombre. La chica extiende su brazo hasta la mesita de noche, donde la pequeña lámpara se encuentra y la enciende.

Pequeña y tonta Artemis ¿Algún día dejarás de ser tan ingenua?

Su esposo está cubierto de rojo carmesí, puede observar las gotas de sangre ensuciar su camisa y la piel de su rostro. Hasta los detalles del arnés y la funda de su arma están teñidos de sangre.

Artemis siente su corazón latir con fuerza, su respiración se entrecorta ante la vista del hombre.

–T-tom, ¿q-que demonios...?–

Thomas se acerca a la cama donde se encuentra su esposa recién despierta y la agarra del brazo.

–Vamos, arriba, levántate y vístete rápido, nos vamos.–Él dice intentando que su voz suene firme.

Artemis obedece, pero no sin antes dirigirse a su esposo y observar incrédula su rostro. Su expresión es una mezcla de preocupación y miedo, aunque no es la primera vez que ve a su esposo en ese estado, verlo así siempre trae de vuelta una sensación de horror y ansiedad.
–¿Estás bien?¿Es tu propia sangre?–Ella pregunta suavemente, escaneando su cuerpo en busca de alguna herida.Thomas niega levemente con la cabeza, su expresión sigue siendo estoica mientras habla. La sangre que tiene no es suya, claramente es de otra persona.

–No, amor, no es mi sangre, no te preocupes–Thomas responde en un tono frío ante sus ojos, provocandole alivio a Artemis.

–¿Entonces me debería preocupar por alguien más?– La joven chica le ayuda a quitarse el arnés cubierto de sangre y la funda del arma, mientras su esposo desabrocha con rapidez los botones de su camisa manchada de carmesí.

–No es necesario preocuparse, Johnny Dogs ya se está encargando del cuerpo.–

–¿Qué?–Ella pregunta atónita, deslizando la camisa manchada del hombre de su cuerpo.

–Teníamos un intruso en la mansión.–Él responde.–Perdón, cariño, creo que no tendrás tu cena favorita en navidad.–

La joven chica se dirige al baño en busca de una toalla húmeda para limpiar brutamente y apurada el rostro con restos de sangre y sudor de Thomas.

–Gracias, Artemis.– El hombre termina de vestirse con ropa limpia y toma a su esposa de la mano para largarse, no sin antes colocar nuevamente un arma en su arnés.

– El hombre termina de vestirse con ropa limpia y toma a su esposa de la mano para largarse, no sin antes colocar nuevamente un arma en su arnés

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