𝙰𝚖𝚘𝚛 𝙳𝚎 𝙳𝚎𝚜𝚝𝚎𝚛𝚛𝚊𝚍𝚘𝚜 - 𝚉𝚞𝚔𝚘 𝚡 𝙾𝚌

𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟾

Era una tarde tranquila en la pequeña aldea del Reino Tierra, y Zuko, Nyla e Iroh disfrutaban de un momento de paz en su cabaña. Sin embargo, esa calma pronto se rompió. Un grupo de hombres vestidos con los uniformes de la Nación del Fuego irrumpió en la aldea, rodeando la cabaña en silencio.

─¡Zuko! ¡Iroh! ─gritó Nyla, alerta─. ¡Nos han encontrado!

Zuko y Iroh se levantaron rápidamente, preparados para luchar. Salieron de la cabaña y encontraron a los soldados de Zhao y Azula rodeándolos.

─Ríndanse ahora y sus vidas serán perdonadas ─dijo el líder de los soldados, con una voz fría y autoritaria.

─¡Nunca! ─gritó Zuko, lanzándose a la batalla con Iroh y Nyla a su lado.

La lucha fue intensa. Iroh utilizó su maestría en el fuego control para mantener a raya a los soldados, mientras Zuko peleaba con una feroz determinación. Nyla, aunque no tenía la misma habilidad en combate, usó su agilidad y astucia para desarmar a los enemigos.

A pesar de su valentía, la superioridad numérica de los soldados fue abrumadora. Uno a uno, Zuko, Iroh y Nyla fueron superados y finalmente capturados. Con las manos atadas y sin posibilidad de escapar, fueron llevados a las mazmorras de la capital de la Nación del Fuego.

Las mazmorras eran frías y oscuras, y el aire estaba cargado con el olor de la desesperación. Zuko, Iroh y Nyla estaban encadenados en una celda, agotados y heridos de la batalla. La puerta de la celda se abrió con un chirrido, y Azula entró con una sonrisa maliciosa en el rostro.

─Bienvenidos a casa, queridos hermanos y tío ─dijo Azula con una voz llena de veneno─. Es un placer tenerlos de vuelta.

Zuko se debatió contra sus cadenas, pero era inútil. Miró a Azula con odio.

─¿Qué quieres, Azula? ─escupió Zuko.

─Diversión, hermano ─respondió Azula, levantando una pequeña botella de cristal que contenía un líquido oscuro─. He traído un pequeño juego para nosotros. Esta botella contiene un veneno mortal. Solo uno de ustedes debe beberlo. Si no lo hacen, morirán los tres. Si alguien lo bebe, los otros dos serán liberados.

Iroh miró a Azula con una mezcla de tristeza y decepción.

─Azula, esto es insensato ─dijo─. No hay honor en esta crueldad.

─El honor es una ilusión, tío ─respondió Azula fríamente─. Este es el mundo real. ¿Quién será el valiente?

Dejó la botella en el suelo de la celda y se retiró, cerrando la puerta tras de sí. Zuko, Iroh y Nyla se miraron en silencio, cada uno luchando con sus propios pensamientos.

El silencio en la celda era pesado. Nyla rompió el silencio, sus ojos llenos de resolución.

─Yo lo haré ─dijo, su voz firme pero suave─. Beberé el veneno.

Zuko giró la cabeza hacia ella, con los ojos llenos de miedo y desesperación.

─¡No, Nyla! No puedes hacerlo ─protestó─. No dejaré que mueras por mí.

Nyla le dedicó una sonrisa triste y amorosa.

─Zuko, desde que te conocí, has sido mi luz en la oscuridad ─dijo, sus ojos llenos de lágrimas─. Cuando eras niño, te quitaron todo, así como a mí me quitaron todo. Te llamaban loco, pero yo me volví loca también. No te entendían, pero yo siempre te entendí.

Zuko sintió que su corazón se rompía ante sus palabras. Trató de liberar sus manos, pero las cadenas eran demasiado fuertes.

─Nyla, por favor ─suplicó─. No puedes hacer esto.

Nyla se acercó a él, inclinándose para darle un beso suave en los labios.

─Lo hago porque te amo, Zuko ─dijo─. Y porque sé que tienes un destino mayor. Debes vivir para cumplirlo.

Con lágrimas corriendo por su rostro, Nyla tomó la botella y la destapó. Miró a Zuko una última vez, sus ojos llenos de amor y determinación.

─Adiós, Zuko ─dijo, y bebió el veneno.

El líquido oscuro recorrió su garganta, y Nyla sintió un frío helado apoderarse de su cuerpo. Cayó de rodillas, y Zuko gritó su nombre, tratando de alcanzarla. Iroh, también llorando, trató de consolar a su sobrino..

─Lo siento, Zuko ─dijo Iroh, su voz quebrada─. Lo siento tanto.

Nyla cayó al suelo, su respiración haciéndose más lenta. Zuko continuó gritando, su voz llena de dolor y desesperación. El sacrificio de Nyla sería una carga que llevaría para siempre, una herida que nunca sanaría. Pero en su corazón, sabía que debía seguir adelante, por ella y por el destino que ambos habían soñado.