Mikoto Toshinori entra a la famosa Academia U.A, donde va a conocer a muchas personas, y entre ellas a cierto rubio explosivo que conquista a la chica de inmediato
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"PRIMER DÍA EN LA ACADEMIA"
MIRÓ CON ATENCIÓN SU NUEVA HABITACIÓN, su hermana mayor, Hani, había sido la encargada de decorarla mientras que ella y su madre todavía estaban en Boston, Estados Unidos.
Si era honesta, debía admitir que su hermana la conocía perfectamente, habían posters de muchos actores y actrices, además películas y series que a la azabache le fascinaban.
Salió de su cuarto para tocar repetidas veces la puerta de la habitación de su hermana, quien no tardó en dejarle pasar.
De inmediato se abalanzó contra Hani, quien soltó un quejido ante el repentino peso encima de ella.
—Gracias gracias gracias, la habitación quedó realmente hermosa —espetó mientras abrazaba con fuerza a su hermana.
Toshinori Hani era una mujer de veinte años de cabello azabache y ojos azules, poseía una personalidad tranquila y con un gran amor por la cocina y los números.
Hani se había graduado de la universidad bastante joven, y en estos momentos era la gerente de administración de la empresa de su padre, quien no dudaba en las grandes capacidades de su hija.
—No hay de que Mimi—Hani acarició el cabello de su hermana menor, era de un tono tan igual a suyo, que a su vez era igual al de su madre.
—No puedo esperar a mañana, estoy ciertamente nerviosa ¿Que pasa si no lo hago bien? No deseo avergonzar a papá.
—Has entrenado tu kosei desde que eras una niña, todos sabemos que aunque lo niegues siempre has pensado en ser heroína.
—No quiero descuidar a mi familia por ser héroe —replicó la de ojos lila, provocando una mueca en la mayor, sabía a que se refería.
Su padre, Toshinori Yagi, era un héroe bastante conocido pero ausente en su familia, se perdió muchas cosas de la vida de sus dos hijas, cosa que si generaba cierta tristeza e inseguridad de insuficiencia en las menores.
—Mimi....
—Lo quiero mucho, es una gran persona, padre y esposo —decía la menor mientras era abrazada por su hermana—. Pero... es raro verlo en casa, muchas veces siento que somos extrañas para él, la otra vez te compró mochis de matcha y tu eres alérgica a la matcha.
—Es difícil para mi también —admitió la mayor—. Pero sabes que papá nos ama, solo que es muy despistado.
Mikoto asintió, entendía que su padre era una persona muy ocupada y necesitada en todo el mundo, pero no podía evitar sentir ese egoísmo de solo quererlo para ella y su familia.
Después de todo, su padre era alguien que valía oro, era alguien que luchaba por sus sueños, ayudaba a quienes más lo necesitaban y siempre trataba a todos con amabilidad.
