Ellos eran unos niños de apenas ocho y catorce años, presos de sus deberes. Hinata Hyuga, la heredera del clan Hyuga mientras que Itachi Uchiha heredero, hijo del cabeza del clan. Era extraño ver a estos dos clanes convivir sin disputas por terreno o poder sobre la aldea de Konoha, ¿a que vendría esta reunión tan desprevenida?
—Fugaku Uchiha —la voz del Hyuga mayor sonaba severa y para nada amigable, no buscaba entablar una relación amistosa con el Uchiha, eso estaba claro.
—Hiashi Hyuga, ¿a que se debe este honor? Normalmente suelen avisar algunos de tus sirvientes de una reunión, pero, parece ser que este no es el caso —el Hyuga sonrió con sarcasmo, parecía pensar en algo que no dudaría en decir.
—Estoy consciente de tu golpe de estado, es una total locura —decía sacando una pequeña carcajada mientras bajaba la cabeza buscando recomponer la compostura—, pero, debo de admitir que alguno de mis consejeros más viejos me habían propuesto antiguamente la idea de hacer un golpe de estado, sin embargo me negué numerosas veces, es un peligro que no quiero correr. No podemos olvidar que el Hokage tiene poder, ambus y jonnin a su disposición, me pueden arruinar con una simple orden.
—¿Porqué sacas está conversación? —Fugaku no pudo evitar sospechar, no tenía sentido lo que decía, ¿qué le importaba a él lo que haría? Justamente eso odiaba del Hyuga, se creía el ser más sabio de toda Konoha y no solo eso, creía ser el clan más poderoso, eso lo ponía de los nervios—. Me parece que, es una conversación que las personas involucradas solo deben sacar a flote.
Era verdad, no podía negar tales palabras, él no era un Uchiha y daba gracias a eso, siempre se sintió inferior por tener el byakugan. Su padre no podía evitar alabar ese codiciado sharingan, pero, aprendió a darle su importancia a su ojo. Nada se le podía escapar con esos ojos perla, todo se transparentaba ante él. Estaba orgulloso, tampoco tenía porqué temer del ojo del clan enemigo, si no mal recordaba, solo habían dos prodigios vivos en el clan Uchiha. Fugaku trataba de hacer que su hijo menor fuese una copia exacta de su hijo mayor, pero, nunca tenía éxito.
—Planeo, un compromiso —dijo el viejo con una sonrisa algo maliciosa. La reacción de Fugaku fue una total sorpresa.
—¿Compromiso? Supongo que uno matrimonial. No me digas que, estás tratando de deshacerte de tu heredera. —Le dio en el clavo, Hiashi solo se quedó callado, quería evitar dar una imagen de un mal padre— Corre el rumor de que el cabeza del gran clan Hyuga está descontento con el sexo de su heredera y trata a toda costa alejarla de su familia, ¿es eso cierto?
—Veo que no se puede confiar en los aldeanos, son muy chismosos.
—Veo que estoy en lo cierto. Puede ser que yo sea un hombre pesado con mi hijo menor, pero ella es la heredera —Hiashi negó con la cabeza mientras soltaba un suspiro—. ¿No? ¿A qué te refieres?
—Se sabe bien que los herederos de los clanes más importantes suelen entrenar para ser dignos de sus puestos. Hinata suele entrenar en el dojo con su primo Neji Hyuga, el prodigio del clan. Puedo admitir sin vergüenza que siento envidia de mi hermano, que en paz descanse. Si Neji fuese mi hijo no tendría ni la mínima preocupación de hacerlo a esta corta edad, en la cabeza del clan. —Negó con la cabeza para volver a hablar— No nos desviemos del tema. Hinata no es capaz de darle ni un simple roce, es más, en sus peleas con su hermana menor de 3 años no quiere ni entrenar, pues dice "temer hacerle daño". Es una blanda y una inútil, si la única manera de sacarla de mi vida es ofreciendo su mano en matrimonio, estaré más que contento.
—¿Y porqué acudes a mí?
—Quiero, que tu hijo mayor sea el prometido de mi hija. —Fugaku no se hizo esperar para pararse del susto—. Y antes de que te niegues tengo una increíble propuesta. Bien se sabe que al tener un hijo aquel niño obtiene los genes de su padre o madre, por lo que apartir de ellos podría salir un sharingan o byakugan, pero imagina, ¿y si ambos kekkei genkai se juntan y forman uno nuevo? Nadie podría tener alcance a ese poder excepto nosotros dos. Solo piénsalo, ese ojo podría hacer miles de cosas, y no solo eso por si le parece poco, el niño sabría tanto las técnicas mortales de mi clan y del tuyo —Fugaku montó en una gran emoción ante tales palabras. Era cierto, un nuevo kekkei genkai, nuevos poderes y técnicas. Pero, aún así estaba comprometido en hacer aquel golpe de estado en unos meses. Fugaku volteó a ver a su esposa en busca de aprobación y respaldo. Mikoto le observó con el ceño fruncido, era una madre, una que cuidaba a sus hijos y meter a su hijo mayor en un compromiso de matrimonio a tan temprana edad no le gustaba. Itachi era tan joven, solo tenía catorce años.