Era difícil de creer, al menos para él. Sus manos estaban recostadas en su regazo, mientras, mantiene el mentón firme, teniendo una batalla de miradas con su padre.—¿No planeas participar?
—Como ninja de Konoha, no puedo darme el lujo de atacar a la gente, que, yo en su momento juré proteger —su tono se mantenía firme, pero, en su interior el corazón se le oprimía. Amaba a su familia, y a pesar de no tener un lazo fuerte con su padre, no lo aborrecía. Un resoplido derrotado salió de la boca del mayor.
—No puedo obligarte, aún así, no me harías caso —apretó los dientes, su hijo debia apoyarle pero, le daba la espalda. Itachi entendía que su padre no hacía eso por maldad, como patriarca del clan, debía hacer hasta lo imposible para mantener su respeto intacto y su seguridad lo más alta posible.
—Si eso era todo —apoyó una mano sobre la mesa, poniendo su peso en ella para poder ponerse de pie—, me retiro a mí recamara. Descansa, padre —terminó para marcharse del salón.
Por otro lado, Hinata, se encontraba sentada en su futón. Tenía el regalo de Itachi entre sus dedos redondos. Sus labios se ensancharon, ese regalo seguía siendo algo importante para ella después de todo, con cierto aprecio, apretó el listón contra su pecho mientras levantaba la cabeza para observar la luna llena que la bañaba con su luz blanca. No le gustaba tener esa actitud tímida, al menos, no cuando estaba enamorada de alguien. Quería tener valor por primera vez y darle ese regalo a Itachi, el regalo que no pudo darle hace aproximadamente una semana.
Su oído captó el crujido de la madera, con los nervios se acostó y con las mantas se tapó. Sus párpados caían, dejando en su vista un abismo negro. En pocos segundos se dejó de oír los pasos en el pasillo. Ya más tranquila abrió los ojos, todavía con el lazo en mano lo observó, otra vez una sonrisa se pintó en su cara. Sus párpados se sentían pesados y su respiración cansada, al fin cayó en el profundo sueño.
Del otro lado del distrito se encontraba el Uchiha favorito de todos. Se sentía realmente ansioso, no sabía de qué forma arreglar todo aquel asunto. Itachi le había pedido que no usará a Hinata y su compromiso contra el golpe de estado, no deseaba ponerla en peligro, se lo dejó en claro. Se llevó la uña de su dedo a los dientes, mordiéndola con ansias.
—¡Ah, esto es muy molesta! —decía mientras su mano izquierda desordenaba su cabellera. En aquel momento, recordó su técnica, su kotoamatsukami. Se puso de pie apresuradamente con el corazón al mil. Había encontrado la respuesta al problema. Su sonrisa se volvió arrogante—. Sabía que solo tú podías arreglar esto Shisui, eres un genio sin duda —se alababa en tercera persona, cualquiera que lo hubiese visto, pensaría que tenía serios problemas.
Ya al día siguiente Sasuke se ponía en la entrada unas botas de invierno, Hinata corrió rápidamente tratando de alcanzarlo. El menor no tenía intención alguna de esperar a su cuñada, parecía, estar apresurando el paso para perderla de vista. Los pensamientos del Uchiha fueron interrumpidos por su madre, quien, carraspeaba la garganta.
—¿Por qué tanta prisa? —Sasuke tragó con dificultad. Debía pensar algo rápido, pero, parecía que la academia al fin servía de algo. Servía para salvarse de un golpe o sermón de su madre.
—Hoy tenemos examen, no quiero llegar tarde, madre —una ceja de Mikoto se arqueó, a Sasuke nunca le habían importado tanto los exámenes, era un prodigio, por lo que, no tenia de que preocuparse.
—Espera a Hina —ordenó sin más, para después marcharse otra vez a la cocina. Sasuke soltó un suspiro de derrota, su madre siempre encontraba las formas de juntarle con la Hyuga.