Graduación : Nuevo inicio

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Konohagakure, la aldea oculta entre las hojas gozaba de una perfecta economía, sin problemas diplomáticos y lo más importante, de buenos ninjas, dispuestos a defender a su pueblo en caso de riesgo externo e interno. Todos los ninja se forman, aprenden.

—Bien, pasaremos al jutsu de transformación —levantaba una tabla, observando la lista de alumnos—. Hinata Hyuga.

Una muchacha pálida no se hizo rogar para bajar y cumplir con su tarea. Con las manos hacia sellos, así, completando el jutsu de transformación, tomando prestada la imagen de Iruka.

  —Perfecto, como siempre —halagaba para voltear la cabeza hacia arriba— Sigues tú, Sasuke —el moreno no aparecía en la clase, pero, Iruka juraba haberlo visto entrar en el salón.

El "poof" se escuchó en la segunda fila de asientos. Sasuke había tomado la forma de Hinata, pero, nadie se había dado cuenta. Esa joven pasaba desapercibida incluso después de estar a la vista de todos. El profesor no podía encontrarse más que satisfecho, su alumno estrella no dejaba de sorprenderlo.

  —Asombroso. Sin dudas eres el prodigio —el muchacho no respondió, manteniendo su pose misteriosa. Hace cinco años, el moreno era más arrogante, hablando casi impulsivamente como el rubio que tenía al lado.

La masacre Uchiha. Fue un evento traumático para la Hyuga y el Uchiha. Uno inolvidable para los ahora adultos de la aldea como su profesor Iruka. La Hyuga casi ni había cambiado desde aquella noche, seguía siendo una persona amable y tímida, pero, Sasuke no corrió la misma suerte. Al perderlo todo, su actitud con todos cambió, tomando un camino más frío, con una actitud seria e incluso desagradable en ocasiones. El recuerdo de su hermano mayor asesinando a sangre fría a todo su clan lo acompañaba todas las noches. Solo una persona quedaba de su familia, alguien que protegía con una posesividad alarmante.

Hinata Hyuga. Bien cuando era un niño de ocho años no la soportaba, ahora, era lo último que le quedaba. No podía alejar a la última familia que le quedaba.

Después de la masacre, el patriarca Hyuga, trató de volver a tener la custodia de su primogénita. Sasuke no estaba contento con la decisión del mayor, negándose múltiple veces a devolver algo que consideraba de su propiedad. Afirmando que a pesar de no llevar el apellido Uchiha, ella lo era, estuviese o no casada. Para la sorpresa del moreno Hiashi dejó de insistir en la quinta ocasión, dándose por vencido.

Sasuke Uchiha, autoproclamado -por si mismo- el nuevo protector de la princesa Hyuga. La morena vivía con él en un departamento aceptable. Aún tenía a su nombre todos los terrenos del distrito Uchiha, pero, solo poner un pie en esas tierras le traía malos recuerdos. Se alejó de allí, llevándose consigo a Hinata. Su última familia, su última compañera de vida. Todas las noches le recordaba a la Hyuga cual era el destino de ambos: matar a Itachi Uchiha. Hinata entendía a Sasuke, su miedo a perderla, a quedarse solo en definitiva, pero no, no podía matar a alguien que se había robado su corazón.

No creía que Itachi Uchiha, la segunda persona más amable que jamás conoció, cambiase de la noche a la mañana para matar a todo el clan, según por lo que le dijo Sasuke, solo para medir sus fuerzas. No le molesta que el chico se comporte de forma posesiva o protectora, Neji en su momento lo fue, incluso Itachi.

Tomó asiento en su silla para cerrar los ojos y recordar. Buscaba y buscaba en sus recuerdos los mejores momentos que tuvo con Itachi.

  —Girasoles —empezó a recordar palabras vacilantes—. Fotonastia, lazo, confesión, amor, masacre.

Sus ojos se abrieron al instante. Si bien no quería matar a Itachi, no significaba que ella no había quedado trastornada en la masacre. Al abrir los ojos esa mañana, no escuchaba nada. No escuchaba a los vendedores del distrito gritar rebajas o a las mujeres susurrar, tampoco a los niños jugar. Con la curiosidad domando su cuerpo bajó a la primera planta solo para encontrar sangre y cuerpos. Los gritos no se hicieron esperar.

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