Antiguo hogar

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Quince de febrero. El día de ayer fue San Valentín e Itachi se atrevió por fin a regalarle algo apropiado a Izumi Uchiha, la mujer que se robo su corazón hace años. Una rosa y un beso creyó que sería suficiente. Pero, él no estaba consciente de que una lastimada Hyuga veía desde lejos aquel encuentro entre ambos Uchiha. Hinata aún recordaba como su prometido apretaba sus labios contra los de la mujer que tenía enfrente. Se sentía de cierta forma engañada. Era su prometido pero aún así decidió besar a otra mujer.

  —No seas tonta Hinata. Itachi es grande, debiste pensar que tendría pareja. Este matrimonio solo está siendo realizado por la avaricia de padre, no para enamorarnos —se reprendió. Era de madrugada y no parecía poder dormir. Estuvo toda la noche dándole vueltas al asunto. Si Itachi tenía ya una pareja, en primer lugar, debió decirle, en segundo, no comportarse de una forma comprometedora a la relación. Soltó un suspiro para sentarse sobre el futón—. Un poco de té me vendría bien.

Hinata se levantó. Acomodó un poco su kimono y salió de su cuarto con mucho silencio. No quería despertar a nadie. Bajó las escaleras para al fin llegar a la cocina. Preparó las cosas necesarias para su té, de momento salió al jardín para sentarse en el borde del suelo, observando las estrellas que poco a poco desaparecen por la luz del Sol, que, al fin se dignaba a dejarse ver. Inhaló aquel aire fresco de madrugada. Debía despejar su cabeza de esos pensamientos intrusivos.

  —Itachi tiene todo el derecho de estar con otras personas —se regañó. Aún recordaba lo que pasó después de ver a los Uchiha. Corrió avergonzada del campo. Había estado presente en un momento romántico, del cual ella no era parte. Recordaba como apenas llegar a la mansión subió las escaleras rápidamente, esperando no ser escuchada por Mikoto. Al cerrar la puerta corrediza detrás de ella tiro el regalo al futón con desgana. No tenía sentido darle el regalo ahora que sabía que el corazón de Itachi tenía dueña. Soltó otro suspiro.

  —No deberías estar despierta a esta hora —un escalofrío recorrió su columna vertebral. Esa voz suave, podría reconocerla en cualquier otro lugar. Hinata volteó la cabeza levemente hasta encontrarse con los ojos del Uchiha.

  —So-solo —tragó saliva con dificultad. No podía tartamudear ahora—, solo me levanté más temprano, es todo.

  —Entiendo —terminó para verle detenidamente a los ojos. Itachi tenía ojeras debajo de los suyos, pudo notar la menor.

  —¿Te levanté? —preguntó con miedo. No quería que esas bolsas moradas debajo de sus ojos fueran producidas por qué ella le despertó.

  —No, en verdad, también estaba despierto —se rascó la mejilla con su dedo tratando de observar cualquier cosa que no fuese a la Hyuga. Ella notó este acto por lo que volvió a darle la espalda. No estaba muy segura de cómo hablar con él. No se sentía segura.

  —¡Fuerza Hinata! —se animó. Rápidamente se puso de pié para dirigirse a la cocina sin dirigirle otra mirada al Uchiha. Tranquilamente se sirvió el tío, pero aún sentía los ojos de Itachi sobre ella—. Uh —volteó a verle—. ¿Sucede algo?

  —En absoluto —negó con la cabeza—. Solo te notó algo incomoda —Hinata negó con la cabeza, tratando de tranquilizarlo. Mentalmente se dió una reprendida, no tenía que ser tan obvia.

  —Mi madre me contó lo de tu padre —tragó con dificultad. De cierta forma, no se sentía tan confiado del clan Hyuga—. Me pidió que te acompañara a los entrenamientos.

  —¿En serio? -susurró sirviendo el té—. No debes hacerlo si no lo deseas. No te obligaré —no quería que el Uchiha le acompañase, sería aún más incómodo para ella.

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