Capítulo 15: Un hombre gigante de agua se traga a Lord Sopespian de un bocado.

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Peter dio la orden de prepararse y, inmediatamente después, comenzó a enfrentarse al Lord Sopespian en una batalla de espadas. Él cayó sin vida rápidamente luego de recibir un golpe mortal con la hoja de la espada de Peter. 

Sin embargo, no había nada más que hacer. La batalla más grande había comenzado, teníamos que pelear. 

—¡Vamos! —dijo Caspian, incitándome a subir a su caballo para alejarnos de allí.

—No —hablé rápidamente —. Me quedo. Yo peleo desde abajo.

—Clarisse.

—¡Anda! —golpeé al caballo en la parte trasera, provocando que este comenzara a andar inmediatamente hasta la parte subterránea del fuerte, en donde el resto de nuestro ejercito narniano se encontraba a la espera de la señal de atacar. Un minotauro lo siguió de cerca. No había tiempo para sus estúpidas preocupaciones de hermano mayor.

Las catapultas comenzaron a lanzar enromes bolas de piedra y los soldados telmarinos se acercaron todos juntos. 

Me posicioné al costado de Peter, a la espera de la llegada de los miles de soldados. Me miró de reojo, esperando que me fuera de allí a un lugar más seguro.

—No te vas a librar de mi todavía, rey —dije, antes de que él mismo me dijera algo. 

Tal como lo habíamos planeado, la parte del ejercito que se había mantenido bajo tierra, comenzó a recorrer los túneles subterráneos y a romper las torres de tierra que mantenían la superficie en pie. 

La tierra bajo los pies de los caballos enemigos comenzó a desmoronarse, provocando que muchos de ellos cayeran heridos o quedaran atascados en un enorme socavón. Inmediatamente, los arqueros de nuestras tropas dispararon. Susan dio las ordenes y las flechas comenzaron a volar por los aires hasta caer sobre los soldados más cercanos. 

El ejercito de bajo tierra salió por un costado del campo, apareciendo de sorpresa para los telmarinos. Minotauros, tigres, osos, centauros y todas clases de criaturas comenzaron a atacar a los soldados enemigos con gran destreza. 

Peter gritó. Todos los soldados que estaban a nuestras espaldas, corrieron detrás de nosotros para comenzar a matar telmarinos. Edmund, en su caballo, comenzó a disparar con una ballesta a los soldados que intentaban salir del socavón que habíamos creado.

Yo me mantuve cerca de Peter, insegura de que fuera capaz de batallar luego de haber peleado en un duelo tan violento con Miraz. Debía estar agotado.

Había guardado mi daga bajo la correa de cuero que estaba en mi muslo, y ahora había desenvainado mi espada para pelear con mayor facilidad. Estaba agotada, pero la sed de venganza me permitía seguir peleando. 

Caspian le dio la señal a los hipogrifos para que llevaran volando a algunos enanos arqueros sobre el cielo. Pero las catapultas seguían funcionando. Y, por supuesto, los telmarinos seguían ganándonos en cuanto a número.

—Lucy ya debería estar aquí —grité a Peter justo cuando me encontraba terminando de matar a uno de los soldados.

Se giró para consultar a Susan sobre la ubicación de Lucy, pero la reina no tenía idea. Se nos ordenó retirarnos hasta el fuerte, pero tan pronto como volteamos y comenzamos a correr, las catapultas telmarinas comenzaron a apuntar hasta las ruinas de piedra, bloqueando la entrada al fuerte. 

Sin más remedio, volvimos a dirigirnos hacia los soldados. Peleamos con valor, nobleza y coraje. Defendimos la memoria de todos aquellos que habían caído en el camino a aquella batalla, aquellos que jamás habían perdido la esperanza. 

POR NARNIA [Peter Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora