Capítulo 17: Adiós, reyes y reinas de Narnia.

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Al despertar a la mañana siguiente, lo primero que sentí fue la cabeza dándome vueltas. Y lo segundo, fue a Peter.

Estaba recostado a mi lado. Tenía los ojos cerrados y el cabello revuelto. Las sabanas lo cubrían hasta la cintura, dejándome ver claramente los rasguños que le había hecho en la espalda la noche anterior. 

Ayer, luego de la fiesta, cada uno se había ido a su propio cuarto para descansar. Pero cuando apareció con esa sonrisa ladeada tocando mi puerta, no pude negarme a dejarlo entrar.

Me detuve a observarlo. Lucía como un ángel. Tenia la chasquilla desordenada sobre los ojos y los brazos rodeando la almohada que se encontraba bajo su cabeza. Sonreí.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó de pronto. Me volví rígida como una roca.

—Ni un poco.

Se arrastró hasta mi, posicionándose encima mío para besarme en los labios. 

Aquella mañana habría sido extrañamente perfecta de no ser porque alguien abrió la puerta de la habitación en ese mismo instante. 

La criada apareció en la puerta llamando mi nombre. Alcancé a ver como su rostro palidecía al ver como el cuerpo del "gran rey" Peter se cernía sobre mi cuerpo desnudo. Soltó un grito y cerró la puerta. Me cubrí la boca con la mano, sin poder creerlo.

Obligué a Peter a vestirse y dejar mi habitación por uno de los pasajes secretos que había entre las paredes. Prometí verlo en el desayuno. Me despedí con un beso y tomé mi bata del perchero que había al costado de la puerta de mi habitación. Cubrí mi cuerpo desnudo y abrí la puerta. La criada seguía ahí, ahora el rubor decoraba sus mejillas de una forma vergonzosa.

—Si alguien se entera de lo que has visto, si oigo que hay siquiera un rumor —comencé, con voz amenazadora —... voy a matarte. Despídete de toda tu vida. ¿Me has oído?

La criada asintió frenéticamente. 

—Bien —suspiré —. Ahora entra. Necesito alistarme para la ceremonia de Aslan. Me hiciste pasar un gran susto.

***

—Está todo listo.

Miré a Caspian, parado a un costado mío observando al motón de gente, telmarinos y narnianos, reunidos todos en conjunto dentro del castillo. No podía creer el nivel de unión que habíamos generado junto a los reyes de Narnia, aquello era hermoso. Exactamente como lo había soñado de pequeña, a excepción de las sirenas, por supuesto. Estas seguían refugiadas en las profundidades de las aguas. Según Aslan, costaría hacerlas entender que ya no existía peligro en la superficie pero no era imposible.

—Voy a avisar a Aslan.

—Voy contigo —dijo, al instante. Una sonrisa cálida decoraba su rostro.

Ambos salimos por las puertas del castillo en busca del gran león. Había dicho que se reuniría con Susan y Peter antes de la ceremonia que él mismo había organizado, así que debían estar por allí.

Bajamos por un tramo de escaleras de piedra hasta que finalmente los vimos. Los reyes de Narnia se encontraban caminando por un pasillo techado, el león iba en medio de ellos y parecía explicarles algo a lo que ellos asentían. 

Me habría contentado nada más verlos de no haber sido porque ambos tenían un aspecto muy triste en sus rostros. Sentía que estaba interrumpiendo un momento intimo, así que tomé a Caspian del brazo para que nos fuéramos de allí.

Pero entonces la voz de Aslan nos llamó, obligando a detenernos.

—¿Su Majestad? 

Mis ojos, en vez de mirar al león, se unieron con los de Peter. Eran sombríos y entristecidos. Se me apretó la garganta de solo verlo. Parecía querer decirme algo con la mirada, pero no pude preguntarle de qué se trataba.

POR NARNIA [Peter Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora