- Mamá, voy al baño. - digo en voz baja a mi madre.
Mi madre asiente la cabeza y me levanto, adentrándome en el restaurante.
No hay nadie a quien pueda preguntar donde está el baño, y tampoco tengo ni idea de donde puede estar, así que vago por los largos pasillos del lugar.
Por unos segundos miro al suelo y no tardo en chocar con otra persona.
- ¡Ten más cuidado! - grito.
- Yo... yo... lo siento... - oigo una voz masculina muy aguda.
Levanto la vista y es el chico de la terraza. - esto... ¿sabes por casualidad dónde está el baño?
- Ni idea, eso mismo estoy buscando yo. - respondo jugueteando con mis dedos.
- Ah... B-bueno, ¿Cómo te llamas? - noto que el chico está algo tenso y no puedo evitar sonreír.
- Devonne, Danna, Dan o Nana para los amigos.
- Ah... lindo nombre - responde arrascándose la nuca. Si me fijo bien, parece un poco afeminado. - yo soy Yohio.
- Un placer - respondo, y sus labios se curvan en una media sonrisa.
- Bueno, seguiré buscando. - sonríe ampliamente y sigo su gesto.
Emprendo camino siguiendo puertas por puertas, hasta encontrar un baño.
- Ugh, ¡Maldita sea! - obvio sé que se me ha oído en todo el recinto. Este baño es chicos, pero por un segundo me da igual y empujo la puerta.
Por suerte no hay ningún chico.
Al salir, me topo con mi hermano.
- Devonne, ¿Qué diablos haces aquí? - dice entre risas - esto es un baño de chicos.
- Me estaba meando. - respondo de repente.
- Nos tenemos que ir ya, ¡mañana toca fiesta de piscina! - noto como salta de alegría y sonrío.
- Vamos - digo, y lo tomo de su brazo.
