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¡Sano Shinichiro!
¡Sexo con protección, apodos, relación no establecida, mención de cigarro, no corregido!

Suspiraste mientras te dejabas caer en las suaves colchas de tu cama, mirando el techo sin pensar en nada

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Suspiraste mientras te dejabas caer en las suaves colchas de tu cama, mirando el techo sin pensar en nada. Tu cabello húmedo por la ducha reciente esparcido en las sábanas. Miraste tu celular al escuchar el ruido de una notificación, ya era algo tarde así que no tenías idea de quién podría estar mandando mensaje. O tal vez si.

"Estás en tu casa?"

Suspiraste mirando el mensaje, sin saber si debías contestar con la verdad o no.

"Si, que pasa?"

"Sal."

Rodaste los ojos mientras buscabas tus afelpadas pantuflas, colocándolas mientras tomabas tu celular en mano y bajabas hacia la puerta de entrada. Cuidando de no hacer ruido para no alertar a tus padres.

Te asomaste con cuidado por la ventana para ver al ya conocido pelinegro en su moto. Fumando de su cigarro mientras se apoyaba en su motocicleta. Una mueca se formó en tu rostro, no sabías si de alegría o frustración.
Tus brazos rodeando tu torso apenas cubierto por la fina tela de tu pijama, mientras sentías el viento fresco de la noche golpearte. Acercándote a la figura del Sano en la acera, que ya te miraba fijamente mientras tiraba su cigarrillo al suelo.

-"Son casi la una de la mañana, Sano." -Te quejaste.

-"Lo siento. Solo tenía ganas de verte."
Sus helados dedos haciendo contacto con la piel de tu mejilla, Shinichiro te miraba con sus ojos oscuros, apreciando las facciones de tu rostro. Siempre rogando por sentir el tacto de tu piel.
Una diminuta sonrisa formándose en sus labios mientras te acercaba a su cuerpo, con su brazo envuelto en tu cintura. Inclinándose para acercarse a tu rostro, apenas rozando sus narices. Su figura elevándose sobre la tuya.

-"Te extrañé." -Tu mirada nunca abandonó la suya, siempre apreciando las hermosas facciones del apuesto pelinegro. Sus cejas pobladas, sus oscuros ojos, su fina nariz, y sus labios, esos suaves labios que siempre te hacía tener revoltijos en el estómago cuando sonreía.

Su mirada bajó a tus labios un milésimo segundo, tomando tu mentón con delicadeza, inclinándose más cerca de ti.

-"Puedo besarte, (Y/n)?" -un suspiro abandono tus labios al creer que jamás lo pediría. Era desesperante como siempre deseabas más de su toque.

-"Por favor, hazlo."

Sin dudarlo sus labios apresaron los tuyos, en un delicado beso, sintiendo la suavidad de sus belfos mientras ambas de sus manos tomaban tu barbilla para subir más tu rostro. Jadeaste cuando el beso se puso más apasionado, más húmedo. Su lengua pidiendo permiso para entrar y recorrer tu boca, permiso que fue concedido.
Tus brazos envueltos en su cuello para ponerte de puntillas y besarle más libremente, los besos con Shinichiro siempre eran tan apasionados, siempre deseosos de más.

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