99.(H) ¿crees que nos oye?

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HARRY

CLXXX

Cuando volvió en sí, ocurrió una de las últimas cosas que deseaba. 

Madam Pomfrey le dio el alta. 

—Anoche ya estabas en condiciones de regresar a tu habitación —le explicó ella. Sirius y Remus, presentes a cada lado, no expresaron ninguna sorpresa al respecto. De eso debían estar hablando cuando Harry se despertó y los interrumpió—. Puedes dormir en tu propia cama hoy. Ambos sabemos que las de aquí no son muy cómodas.

Harry se refregó los ojos.

Por primera vez, no era lo que quería escuchar. 

—No son tan terribles. ¿Puedo… puedo quedarme una noche más?

Sentía la conmiseración de los tres.

Aun así Madam Pomfrey no se lo permitió.

Incluso Moody había recibido el alta y ya no tenía razones médicas para mantenerlo allí.  

CLXXXI

—Sé que querrías quedarte, peque. Podrás visitar a Cedric mañana.

Harry no le respondió.  

Se puso las zapatillas y salieron por la puerta de la enfermería. 

—Casi es hora de la cena —comentó Remus en los pasillos—. ¿Qué te parece si comemos contigo? Dudo que Dumbledore tenga un problema con ello.

—No tengo hambre.

Agradecía que el camino estaba desierto.

—Yo sí —chistó Sirius con tono alegre, abrazando a Harry por los hombros—. Remus cocina de maravilla, pero los elfos hacen una magia culinaria que nunca he sido capaz de comprender. Vamos, cenemos juntos en familia. 

Harry suspiró con pesadumbre.

—No tengo ganas de ir al Comedor. 

Donde estarían todas las personas menos…

—Asaltemos la cocina entonces —Sirius estiró el brazo hasta llegar a Remus—. Como los viejos tiempos. ¿Qué te parece, Harry? 

CLXXXII

Tardaron unos pocos minutos en concluir que fue una mala decisión.

Los elfos rebosaban de trabajo y aunque Dobby hubiera acomodado una mesa para ellos, el ajetreado ritmo y los continuados sollozos llenaban el ambiente. 

Winky se lamentaba mientras desaparecía cada platillo listo al tronar los dedos. 

Dobby tomaba descansos para consolarla y para servirles.

Mantenía un humor considerablemente bueno pese a las circunstancias. 

—¿Qué le pasó…? —le preguntó Harry por lo bajo, tratando que ella no le oyera. 

—¿Señor no saberlo? —abrió grande los ojos Dobby. 

—¿Saber qué? —se giró hacia Sirius, que se limpiaba la boca con una servilleta y Remus, que tenía una mueca en la cara.

—Barty… —susurró Sirius— Él… 

Winky debió de oír el nombre, porque se acercó deprisa.

—¿Están hablando de…? —estalló en llanto.

Dobby le ofreció un pañuelo.

—Winky ser huérfana —hipó ella, lo que confundió a Harry por un momento—. No tener amos. No tener amos nunca más… No haberse podido despedir… Winky los extrañará toda su vida.

El chico que amo -HEDRIC (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora