7.(CH) una visita (in)esperada

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CEDRIC

XXX

El entusiasmo los mantuvo con la energía suficiente como para debatir y repasar las movidas de los jugadores durante todo el camino de regreso al camping. A pesar de que Irlanda ganó, estaban de acuerdo en que Krum había sido el mejor y les resultaba agridulce que hubiese sido él quien atrapó la snitch, a pesar de que no modificaba su derrota.

No era algo que ocurriera con frecuencia.

—Ha sido inteligente de su parte —opinaba Harry—. No conseguirían alcanzar a Irlanda ni en tres días más. Al menos han terminado con algo de gloria...

George y Fred iban de salto en salto de alegría debido a que habían ganado una apuesta. Para cuando llegaron a la entrada del camping, el ánimo continuaba pero el cansancio les ponía los ojos somnolientos y algunos bostezos aparecían. El señor Lovegood se dirigió, del brazo con Luna, hacia su tienda, y Cedric les siguió a pesar de que le habría gustado permanecer otro rato.

Cómo aún resistía en pie era un misterio.

Se despidió de todos —y de Harry, de una forma un poco torpe porque muchas emociones se le mezclaban entre el agotamiento y no consiguió manejarlas. Fue al único a quien medio abrazó rápido y quiso devolverle el prendedor que le había prestado, pero Harry no lo aceptó. Es tuyo, para la buena suerte. Y tenía dos de todos modos, le dijo cuando Cedric intentó convencerle una segunda vez. Se fue llevando su trébol en la mano, con una sonrisa que apenas podía sentir.

XXXI

Se despertó en el medio de la noche.

No , le despertaron. Su padre le movía el hombro con insistencia.

Aún estaba tan cansado...

—Cedric, arriba. Tenemos que irnos.

—¿Irnos? —dudó, sentándose en la cama— ¿A dónde?

—Ha pasado algo... y debo evacuarlos por seguridad.

Las pocas horas de sueño no le permitieron tomar eso con seriedad y urgencia tan rápido como lo requería. Su padre le apresuró a guardar algunas de sus pertenencias y le aseguró que llevaría el resto en otro momento antes de dirigirlo hacia la sala de la tienda.

El señor Lovegood y una Luna con ojos entrecerrados estaban allí, listos.

De pronto le entró la preocupación.

—¿Qué ha pasado?

Le tomó un instante a su padre responder.

—Unos magos encapuchados están... atentando contra una familia muggle.

Y entonces tomó a Cedric del brazo y se aparecieron en su casa.

XXXII

Amos desapareció tras dejar al señor Lovegood y a Luna en la cocina. Como Cedric tenía dudas acerca de lo que había ocurrido, lo volvió a preguntar en voz alta. La respuesta, sin embargo, era incluso más alarmante.

Mortífagos.

Una sensación desagradable le invadió el estómago.

Como el repentino y solitario anfitrión que era, les ofreció un espacio donde dormir a sus invitados.

Se acomodó en su cama, incapaz de dormir.

—Suena horrible —murmuraba Luna en el colchón en el suelo de su habitación. Cedric tampoco podía decir nada mientras ella le echaba una ojeada—. Has de estar preocupado. Tus amigos están allí. Ellos... estarán bien.

El chico que amo -HEDRIC (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora