#9 Perfume

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Pedro suelta una risita divertida sobre su cuello, totalmente ebrio, y Jorge está seguro de que siente el rozar de sus dientes contra su yugular.

—Estate quieto.

Pero Pedro le responde aquél comando con otra carcajada tonta y en vez de mantenerse al margen cuando Jorge intenta apartarlo en el reducido espacio del elevador, se pega aún más a él, bajando una mano a su entrepierna.

—¡Pedro! —mano que Jorge manotea lejos rápidamente. Las compuertas se abren de par en par y los recibe el pasillo que da a su apartamento.

—Ah, qué rrrrrico huelesmmm... —balbucea el menor, yéndose de lado en el momento en que Jorge aliviana su agarre para rebuscar la llave de la casa en su otro bolsillo, lo tiene que manotear de regreso como si fuera un muñeco de trapo y Pedro toma enseguida la oportunidad para volvérsele a pegar al cuello como un vampiro.

—Contrólate, —gruñe Jorge, pateando la puerta para abrirla y sujetando al menor con ambos brazos pues apenas puede poner un pie delante del otro sin hamacarse sobre su peso, totalmente borracho— ven. Vamos a la cama.

—¡Raaawr! —esta vez Pedro da un salto, empujando a Jorge hacia la pared se le trepa como un animal en celo— ¿y esssse perfumme, Jorgitttto? Quérrrico, rricura...

Jorge suelta una risa que no puede contener esta vez, cuando siente la nariz de Pedro frotarse bajo una de sus orejas como un gatito, y luego en ese punto sensible siente su lengua que le hace cosquillas. Lo empuja por los hombros:

—Es mi colonia. 

Pedro lo observa en silencio por un breve momento, con el rostro caliente y las mejillas rojas y los ojos brillosos pues se tomó tres cervezas y casi tres botellas de tequila él solo. ¿El postre tenía vino tinto? 

—Puesmmmmmencanta, ¡mencanta tu colonia! Tu colonia es mmmmm... —y con ese balbuceo casi inentendible se deja caer sobre el mayor otra vez, que con un suspiro cansado lo ataja— ...mi Jorrrgitohic, rrico comounnn... sabroso... ¿medassssun? ¿Un pedacito ddde...?

—Mmm.

Pedro cae sobre el colchón como un costal de papas, mas no deja de sujetarse a Jorge con ímpetu y no le queda al mayor otra opción que sentarse al borde y ayudarlo con la camisa. 

—¿Un pedacito... mmmme convvvvidas? —Pedro hace un puchero y Jorge sonríe, sacándole los zapatos y regresando a él para hacer que se meta debajo de las sábanas.

—Te voy a traer una aspirina.

—¡Nnno! —con la poca lucidez que le queda logra jalonear a Jorge hasta tenerlo sobre él, le da su aliento alcoholizado al mayor del lleno en el rostro, y cuando suelta un gruñido Pedro suelta un gemido— essse olor... olorci-hic-to... tan tan rrrico... ¿esmmmmío?

—Sí, —le sonríe Jorge, como quien le habla a un bebé, y se incorpora del colchón luego de que Pedro aspira aire en su cuello otra vez como si fuera un perro— toooodo tuyo. Ahora a dormir.

Pedro lo deja incorporarse, esta vez, pero con esa expresión de baboso para la trompa para pedirle un beso. Infantil.

—Mmmi bessito de... de hic...

Jorge le planta un pico y Pedro parpadea por la rapidez del gesto. 

—De buenas noches, —completa la frase el mayor— adiós.

Pedrito suelta un suspiro y se pone de lado, manoteando la almohada de Jorge desde el lado opuesto de la cama y llevándola hasta él, la abraza con fuerza y vuelve a tomar aire para sentir el aroma de su colonia. Como un chamaco aferrándose a un oso de peluche.

—Mmm... 

Jorge lo observa por un largo momento, divertido, enternecido y cansado. 

Ni siquiera está usando perfume.

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