Capítulo 8

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Narra Verónica

Me despedí de Alejandro y después de Rodolfo para subir a una de las jeeps y conducir de regreso a la base, no podía dejar de pensar en ellos, en el peligro que están expuestos, quiero que regresen conmigo a Reino Unido, que se queden a mi lado los dos.

Caminaba por los pasillos del lugar, trataba de matar el tiempo en lo que venía Alejandro y Rodolfo, no podía estar en un solo lugar porque mi cabeza comenzaba a pensar en ellos dos y en qué están ahí afuera exponiéndose al peligro.

Vi salir del área médica a la misma recluta que estaba ese día en el bar con Rudy, me miró fijamente por un par de segundos, alce una ceja al verla y después se dio la vuelta para seguir caminando. No entiendo que vio en ella, ni siquiera es atractiva.

— ¿Por qué tan calladita? - la voz de Simon se escuchó detrás de mí -

Me sobre salte al escucharlo, me había sacado un susto.

— Idiota - me queje y lo empuje - me vas a venir matando de un susto.

— Me encanta asustarte, conejita - palmeó mi mejilla mientras reía entre dientes - como das ese brinquito.

Giré mis ojos y me cruce de brazos.

— Ay admítelo, es gracioso.

— No lo es - respondí - siempre caigo, un día de estos me vas a terminar matando.

— Me hubiera gustado matarte de otra cosa...

— Cállate - abrí más mis ojos provocando que ahora sí él soltara la carcajada - ya no podemos hacer eso.

— Es una lástima - suspiro - tendré que buscar la manera de quitarme el estrés que llevo.

— ¿Sabes cómo podemos ayudarnos mutuamente? - dibuje una sonrisa en mis labios, él alzó una ceja - con la recluta esa, tu me la quitas de encima a mi y a Rudy... Y la convences para que te quite las ganas.

— Me parece bien pero la única latina que me gusta eres tú - me dio un par de palmaditas en la mejilla - es una lástima, no encontraré a alguien igual que tú.

— Hmm - me encogí de hombros - puedo presentarte a alguien.

— Por el momento no - negó - prefiero estar así.

— Prefieres correr el riesgo de meterte con cualquiera y contraer alguna enfermedad sexual que estar con una pareja fija - alce una ceja -

— La única persona con la que me metía era contigo - respondió - y lo sabes.

— Sí, lo sé - respondí suspirando -

Estuvimos hablando sobre cualquier cosa, la verdad había extrañado hablar con él, tener estás conversaciones profundas.

En la noche llegó Rodolfo, yo ya me encontraba en mi habitación cuando él entró y cerro la puerta detrás de su espalda.

— ¿Cómo estás? - fue lo primero que pregunte al verlo -

— Cansado - respondió y se sentó en la cama mientras soltaba un suspiro -

— Estás caliente - pase mi mano por su frente y lo miré -

— El calor está horrible allá afuera - respondió mientras quitaba su camisa - me voy a duchar.

— ¿Quieres cenar?

— No, cariño - dejo un beso en mis labios - así estoy bien.

— De acuerdo.

Él entro al baño y no tardó mucho en escucharse la regadera indicando que el agua estaba saliendo, pasaron quince minutos cuando él salió, se acostó a mi lado un poco más fresco y cerro sus ojos.

Días de verano  [Rodolfo Parra & OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora