Su sonrisa verdadera

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—Ahora sí, viniste a hablar conmigo ¿no?

Ichika fue directa después de que los niños se fuesen a sus habitaciones. Era mi oportunidad de dejar de dar rodeos y centrar mis ideas.

—Está bien. ¿No tomaremos algo?

—Ya te dije que-

—Afuera, donde todo sea más privado.

Pasó un momento largo en el que Ichika estaba pensando, hasta que asintió.

—Me cambiaré y vamos a un lugar.

No diré que estaba demasiado seria, eso sí, no se veía tan animada como cuando estábamos jugando con los niños, creo que hice bien en conversar con ella en otro lado.

Al salir ella, venía acomodándose una chaqueta negra estilo gabán que la cubría, además de una especie de suéter blanco y unos vaqueros azules. Su estilo de verdad me gustaba, no era ni muy elegante ni tampoco muy descuidado, comprendía bien lo que a su cuerpo le lucía.

—Me tardé —añadió una sonrisa.

—Para nada, aunque pensaba que te habías ido con el médico encargado —dije en tono de broma.

—¿Por quién me tomas? —siguiéndome el juego se rio— podrá ser más guapo, millonario y más maduro que tú, pero no me gusta ni un poquito.

—Seré un afortunado entonces. Vamos.

Mientras caminábamos ella me habló sobre la chica mayor que cuidaba, Miko.

—Ella me recuerda un poco a mí, todos te ignoraban a la mínima que te conocían, sin embargo, llegué a tiempo antes de que cometiera una locura —apresurada, añadió— ¡No le vayas a contar a nadie!

—Seré un cementerio.

—Confió en ti, Tatsuki-kun. Miko-chan tuvo que pasar por un proceso psicológico que casi la termina llevando a un internado, su familia la abandonó por su enfermedad en el corazón cuando apenas era una bebé, se escapó del orfanato en el que estaba y trabajó un tiempo en la calle. Hasta que casi muere de un infarto, ahí fue cuando llegó aquí, hace unos tres años, sin embargo, al ser tan mayor y no haberse relacionado casi con niños de su edad, le fue imposible hacer amigos.

—Pobre chica.

—Sí, cuando me la presentaron, acababa de intentar tirarse por la ventana de su dormitorio, estuve unas cinco horas hablando con ella y consolándola. Debió ser una de las pocas veces que lloré. —Agachó la cabeza con una expresión de sincera empatía—. Te digo en serio, desde que hablé con ella se animó mucho y se ofreció a ayudarme con los nuevos niños que llegaron, ayudé a que se integrara con ellos y además estos niños son preciosos, juegan y están llenos de buenos sentimientos.

Fue una historia conmovedora, pero ¿hasta qué punto Miko era parecida a Ichika?

—Miko-chan debe ser una chica muy valiente.

—Tienes razón, en las últimas semanas ha sonreído mucho, cosa que antes era impensado, no te diré que se la pasaba triste, aunque sí bastante seria. Justamente cuando...

—¿Sí?

—Cuando le hablé de ti, Tatsuki-kun.

No me sonrojé, seguro, sin embargo me sorprendí al escuchar a Ichika, que aún trataba de sonreír, pese a lo que me decía de Miko, esa era otra cosa que había notado yo, sí, su aura y su energía transmitía paz y tranquilidad, pero hasta qué punto ella misma no se estaba cohibiendo.

—Jamás creí ser tan famoso. Imagino que los niños todavía no escuchan la comparación entre el doctor y yo. Las cosas cambiarían un montón.

—Vaya, sí que te tomas las cosas muy a broma. —se rio tímidamente—. Ella me da alientos también, ver que superó en gran parte su triste pasado y que pese a la enfermedad de su corazón aún tiene mucho por vivir y disfrutar.

Mi corazón en tu bocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora