sombras del pasado

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A medida que el día avanzaba, mis pensamientos estaban nublados por el miedo y la incertidumbre. Después de nuestra reunión en el café, Namjoon y yo decidimos que era crucial analizar cada carta meticulosamente, buscando pistas que pudieran ayudarnos a identificar al acosador.

Me dirigí a mi apartamento, donde guardaba las cartas en una caja debajo de mi cama. Sentía una mezcla de ansiedad y determinación mientras sacaba la caja y me preparaba para revisar nuevamente cada carta con Namjoon.

Cuando Namjoon llegó a mi apartamento, se sentó junto a mí en la mesa de la cocina. Desplegamos las cartas frente a nosotros y comenzamos a leerlas una por una, anotando cualquier detalle que pudiera ser relevante.

Cada carta parecía más perturbadora que la anterior. Describían lugares a los que había ido, conversaciones que había tenido e incluso pensamientos que había mantenido en privado. Sentía un escalofrío recorrer mi espalda con cada línea que leía.

—Hay algo extraño en la forma en que están escritas estas cartas —dijo Namjoon, frunciendo el ceño mientras examinaba una de ellas—. Parece que el autor está muy cerca de ti, como si estuviera observándote constantemente.

Asentí, mordiéndome el labio inferior mientras intentaba contener mi creciente pánico.

—Pero, ¿quién podría estar haciendo esto? —pregunté, tratando de mantener la calma—. No puedo imaginar a nadie de nuestro círculo de amigos haciéndome algo así.

Namjoon suspiró y se recostó en la silla, mirando pensativo hacia el techo.

—Podría ser alguien que conoces, pero que no consideras un amigo cercano. Alguien que haya estado observándote desde las sombras, sin que te des cuenta.

Sus palabras solo aumentaron mi paranoia. Comencé a repasar mentalmente a todas las personas que conocía, tratando de encontrar alguna pista que pudiera revelar al acosador. Pero cada vez que pensaba que tenía una posible respuesta, me encontraba con más preguntas.

Pasaron varias horas y, aunque no habíamos encontrado una pista definitiva, comenzamos a notar algunos patrones en las cartas. Parecía que el acosador tenía acceso a información muy personal sobre mi vida, pero no sabíamos cómo la obtenía.

Finalmente, Namjoon se levantó y se estiró, su rostro mostrando signos de cansancio.

—Necesitamos descansar, tn. Continuaremos mañana con una mente fresca. Tal vez incluso podríamos considerar involucrar a alguien más de confianza en esto.

Asentí, agradecida por su apoyo constante. Después de que Namjoon se fue, me quedé sola en mi apartamento, intentando procesar todo lo que habíamos discutido.

Esa noche, me sumergí en mis recuerdos, tratando de encontrar algún indicio de cuándo había comenzado todo. Pensé en los días antes de recibir la primera carta, recordando mi rutina diaria y las personas con las que interactuaba.

Antes de que las cartas comenzaran a llegar, mi vida había sido bastante simple. Trabajaba en una pequeña tienda de libros en el centro de la ciudad y pasaba la mayor parte de mi tiempo libre con mis amigos. La idea de que alguien me estuviera observando tan de cerca sin que yo me diera cuenta era escalofriante.

Al recordar aquellos días, me di cuenta de que las cartas habían comenzado a llegar poco después de un evento específico: la fiesta de cumpleaños de Jimin. Era una noche alegre, llena de risas y baile. Había muchos amigos y conocidos presentes, algunos de los cuales no veía con frecuencia.

Decidí anotar en mi diario todo lo que recordaba de esa noche, incluyendo cualquier interacción que pudiera haber pasado por alto en su momento. Pensé que tal vez había alguien en la fiesta que había comenzado a obsesionarse conmigo después de esa noche.

Mientras escribía, una imagen se formó en mi mente: un hombre que había visto varias veces en la tienda de libros. Siempre parecía estar cerca, observándome desde lejos. No le había prestado mucha atención antes, pero ahora sus apariciones frecuentes parecían sospechosas.

Al día siguiente, le mencioné a Namjoon sobre el hombre de la tienda de libros. Aunque no tenía pruebas concretas, sentía que era una pista que valía la pena investigar.

Namjoon sugirió que intentara hablar con él la próxima vez que lo viera en la tienda, tratando de obtener más información sobre quién era y por qué parecía estar siempre cerca. Aunque la idea me ponía nerviosa, sabía que era un paso necesario para descubrir la verdad.

Los días siguientes pasaron en un torbellino de nervios y vigilancia. Cada vez que veía al hombre en la tienda, intentaba acercarme a él, pero siempre parecía desaparecer antes de que pudiera decir algo.

Finalmente, un viernes por la tarde, lo vi de nuevo, hojeando un libro en la sección de poesía. Decidida a no dejar pasar la oportunidad, me acerqué lentamente, tratando de actuar con naturalidad.

—Hola —dije, mi voz temblando ligeramente—. ¿Te gusta la poesía?

El hombre levantó la vista, sorprendido por mi repentina aparición. Sus ojos eran oscuros y misteriosos, y su expresión era difícil de leer.

—Sí, me gusta mucho —respondió, su voz suave pero firme—. Hay algo en las palabras que me fascina.

Asentí, intentando mantener la conversación.

—Yo también disfruto de la poesía. ¿Tienes algún autor favorito?

Él sonrió, pero la sonrisa no alcanzó sus ojos.

—Depende del estado de ánimo. A veces prefiero a Neruda, otras veces a Baudelaire.

La conversación continuó de manera superficial durante unos minutos más, pero no obtuve ninguna información relevante. Sin embargo, el hecho de haberlo abordado me hizo sentir un poco más en control de la situación.

Esa noche, reflexioné sobre nuestro encuentro. Aunque no había descubierto nada concreto, el hombre no parecía especialmente amenazante en persona. Pero las apariencias podían engañar, y no quería bajar la guardia.

Los días siguientes se llenaron de más cartas y más encuentros furtivos con el hombre en la tienda. Namjoon y yo seguimos analizando cada detalle, tratando de encontrar una conexión.

Finalmente, después de una semana de tensión y vigilancia constante, llegó una carta diferente. Esta vez, la letra era más desordenada y el contenido más oscuro. Hablaba de cosas que solo alguien con un acceso profundo a mi vida podría conocer, mencionando incluso conversaciones privadas que había tenido con Namjoon.

El miedo que había estado tratando de controlar estalló de nuevo. ¿Cómo podía este acosador saber tanto? ¿Quién era realmente y hasta dónde estaba dispuesto a llegar?

Esa noche, mientras intentaba dormir, mi mente no dejaba de dar vueltas. Sentía que estaba al borde de descubrir algo, pero la pieza final del rompecabezas aún me eludía. Sabía que tenía que seguir adelante, seguir investigando y, sobre todo, seguir confiando en Namjoon y en mi instinto.

La verdad estaba ahí afuera, oculta entre las sombras, y estaba decidida a encontrarla, sin importar el costo.

mi acosador (yoongi y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora