Capítulo 4

8 3 0
                                    

Elodie Icewind

Seren.

Después de nuestra charla nocturna Edwin volvió a la cama. Yo, en cambio, no podía siquiera cerrar los ojos. No pude dormir durante toda la noche. Y aún después de una semana no podía ir a dormirme sin pensar ella.

Seren, Seren, Seren.

Su nombre se había apoderado de mi mente.

No me he relacionado con muchas hadas a lo largo de mi vida, ni siquiera cuando mi madre aún vivía. Solo me importaba su compañía. Sin embargo, durante las noches, no podía dejar de dar vueltas sobre la cama tratando de encontrar en los recuerdos más profundos de mi mente una cara conocida que coincidiera con ese nombre. Pero solo la nada, un borrón imposible de ver me recibía.

Ella me conocía, Edwin lo había dejado claro aquella noche. Pero ¿quién era ella? ¿Qué conoce de mí? ¿Por qué ha insinuado que es importante que volvamos a estar juntas? Y lo más importante: ¿Qué clase de magia posee?

Cuando nací aún existía, pero se decía que solo una clase de hadas la conservaban. Barajaron la idea de que ellos fueron quienes traicionaron a la especie, que fueron la razón por la que el resto perdimos nuestros poderes. Sin embargo, todo sobre ellos te desterró al olvido. Todos los libros que contaban su historia fueron quemados, los retratos de sus reyes fueron remplazados, sus hogares y castillos fueron destruidos. Una gran guerra se alzó contra ellos, y los pocos supervivientes fueron exiliados lejos de nuestras tierras.

Las leyendas cuentan que las hadas exiliadas comenzaron a contactar con una magia diferente, más oscura, para lograr ser los únicos de su especie en poseerla, y que después se ocultaron para que nadie pudiera arrebatársela, pero solo eran eso, leyendas de las que nacieron las historias de noche para asustar a los niños y conseguir que se portaran bien.

Al inicio de los tiempos, Phearea era conocida por ser un único reino. Esbenia, Solbia y Osveria estaban gobernados por un rey con una fuente de poder mayor: las cuatro grandes magias.

Las hadas silva eran capaces de controlar la naturaleza, obteniendo su poder directamente de la tierra. Fueron las hadas más poderosas, capaces de crear aires huracanados, venenos florecidos del suelo, lluvias capaces de crear catástrofes y arrasar ejércitos con la creación de grandes ráfagas de espinas.

Las hadas die, cocían su magia gracias al Sol y el día. Poseían una magia cegadora, y capaces de soportar altas temperaturas, controlaban los fuegos más abrasadores. Contaban con grandes y majestuosos ejércitos y guerreros entrenados bajo la luz de los desiertos, lugares donde llevan habitando desde el principio de los tiempos. El Sol y las altas temperaturas fortalecían su poder.

La magia de las hadas nocte. era un poder frío, que obtenían de las estrellas, la luna y el cielo oscuro. Soportaban las bajas temperaturas de los lugares más fríos, y eran capaces de crear montañas de hielo para atacar a sus enemigos. Hadas silenciosas, con un poder helado.

Y la magia de las hadas dulcia. Se conoce poco sobre ellas, pero se decía que eran hadas débiles, cuyo poder no era capaz ni de proteger a los suyos, por ello su especie se extinguió.

—Elodie...

Si es cierto que Seren es capaz de poseer aún algún tipo de magia, tal y como Edwin me había dicho, solo existía una clase de poder que podía tener. Pero esa magia formaba parte de leyendas, no es posible que tenga tal clase de poder. A no ser que la magia nunca hubiera muerto y aún haya quienes la conservan entre nosotros.

—¡Elodie!

La voz de Alenia me sacó del trance de mis pensamientos. Se encontraba frente a mí, con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su vestido color arena, que caía con suavidad hasta sus pies y dejaba ver su espalda descubierta, junto a la trenza rubia que caía sobre ella.

La maldad de un corazón puro (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora